Qué tienen en común la cerveza y el pescado? Son dos de los sectores, la producción de la cerveza y la acuicultura, que han experimentado un crecimiento significativo durante los últimos años: Europa es el segundo productor mundial de esa bebida espumosa y la cría de pescado ha desbancado a la pesca extractiva en volumen de capturas. Pero, ¿qué relación pueden tener el sector de la cerveza y el de la acuicultura, más allá de este crecimiento? La respuesta está en la sostenibilidad alimentaria marina, la valorización de residuos y la innovación.
Un proyecto impulsado y coordinado por el centro tecnológico especializado en la cadena de valor de la alimentación y el mar Azti está trabajando en la reutilización de los subproductos derivados de la producción de cerveza para darles una segunda vida como alimentos para peces de acuicultura. En concreto, el objetivo del proyecto Life Brewery, integrado en el programa LIFE de la Unión Europea, tiene la misión de aprovechar las más de seis millones de toneladas de bagazo y el millón de toneladas de levadura que se generan en la producción de la cerveza para obtener ingredientes con el mismo valor nutricional, digestibilidad y seguridad alimentaria que los de los piensos empleados en la actividad acuícola.
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Las premisas de partida de este proyecto, que arrancó en 2017 y se prolongará hasta 2020, son contundentes: la cría de peces en el mundo ha experimentado un enorme crecimiento en los últimos años hasta situarse, ya en 2012, por delante de la pesca extractiva. En 2016, esta modalidad productiva constituyó un 53% de la pesca total con más de 110 millones de toneladas y un valor de 194.778 millones de euros, según el estudio The State of World Fisheries and Aquaculture editado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación en 2018 (FAO).
La mayor parte del pescado criado en piscifactorías se alimenta con elaborados a base de harina de pescado, es decir, extraídos de la pesca. Y eso significa que solo la elaboración de piensos para peces absorbe el 65% y el 83% de la producción mundial de estos dos ingredientes.
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“Sustituir la harina de pescado en la fabricación de piensos por otros ingredientes derivados de la producción de otros alimentos permitirá disminuir el impacto en el medio marino, reducir costes y contribuir a la sostenibilidad”, asegura el responsable del proyecto, David San Martin, experto en economía circular de Azti.
Así, la disponibilidad de componentes alternativos garantizará la continuidad de la actividad acuícola, ya que permitirá reducir la dependencia de uso de ingredientes procedentes del mar, cuya producción empieza a resultar insuficiente para atender la creciente demanda.
Con el aprovechamiento del bagazo y la levadura, el sector cervecero puede sacar rendimiento económico a unos subproductos que, de otra manera, se convertirían en residuos y, además, podrían suponerles un gasto. Así, la industria cervecera incrementará su competitividad y reducirá el impacto ambiental que se genera con la gestión de esos subproductos. Y, por último, la valorización y el aprovechamiento de ambos componentes alimentarios permitirá desarrollar una nueva actividad económica que generará un impacto positivo en términos de creación de empleo.
La Razón.