YEl futuro de Nepal puede no estar en la energía hidroeléctrica, como creen la mayoría de las personas, sino en el estiércol de los animales. Una nueva planta de biogás a escala industrial cerca de Pokhara muestra el potencial de la ganadería y sus residuos para producir gas metano que permite reemplazar el GLP y los el fertilizantes químicos, ambos importados.
En los últimos 30 años, el país del sur de Asia se convirtió en un líder mundial en la instalación de biodigestores domésticos diseñados localmente. Hay 300.000 distribuidos por todo el territorio que ayudan a reducir la deforestación, mejorar la salud de sus habitantes y rescatar a las mujeres del trabajo pesado y la pobreza.
Ahora, una compañía en Pokhara, la segunda ciudad de Nepal, a unos 200 kilómetros de Katmandú, ha construído una planta de biogás a escala industrial que utiliza tecnología respetuosa con el clima, en un modelo que podría replicarse a nivel nacional, con beneficios ambientales, climáticos y también económicos, al contribuir a reducir el déficit de la balanza comercial.
“Nepal debe abandonar los combustibles fósiles. Entre las fuentes de energía renovables, el biogás tiene una triple ventaja. Reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, es respetuoso con el clima. Nos permite gestionar los residuos crudos y puede reducir nuestra factura de importación de GLP y fertilizantes químicos”, dice Gurung, propietario de la planta. «Es un ganar-ganar-ganar», dice Gurung, al recordar que el biogás es ya una energía muy conocida y apreciada en Nepal, con 30,5 millones de personas, porque en todos sus pueblos y ciudades hay biodigestores instalados y se cuenta con una tecnología propia, que ya genera unos 13000 empleos “verdes”..
Un camión volquete inclina su contenedor y vacía cinco toneladas malolientes de desperdicios de aves de corral en un pozo donde se mezclan con verduras podridas y estiércol de vacas de una granja en el municipio de Syangja, antes de alimentar al digestor de 4000 metros cúbicos que se mantiene inflado.
En ausencia de oxígeno, las bacterias que ya están en el estiércol de vaca se ponen a trabajar para descomponer los desechos en metano, dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno. Los filtros eliminan las impurezas para producir 200 cilindros diarios de gas natural biocomprimido (bio-GNC), que se venden a los grandes hoteles y restaurantes de Pokhara.
Los clientes pagan un depósito por los cilindros y los reguladores de presión, y usualmente usan unos dos cilindros por día. El costo por kilogramo de bio-GNC es el mismo que el del GLP subsidiado por el Estado.
Sin embargo, los clientes prefieren el biogás porque en la práctica les ahorra hasta 30% de costo ya que el biogás tiene mayor poder calorífico que el GLP, y no hay residuos que se desperdicien.

«Hasta ahora, los clientes están satisfechos y confiamos en que la demanda aumente a medida que se corra la voz», afirmó Ashim Kayastha, director de Gandaki Urja.
La mitad de los ingresos de la planta proviene del bio-GNC y la otra mitad del efluente que se seca y se vende como fertilizante orgánico. La biorrefinería puede producir hasta 11.000 toneladas de fertilizante al año, que se venden a las fincas agropecuarias circundantes.
El futuro del bio-GNC depende de la ampliación de la tecnología, ya que cualquier municipio que genere más de 40 toneladas de desechos biodegradables por día podría tener su propia planta de biogás. Nepal importa 500.000 toneladas de fertilizantes químicos al año, y si cada uno de los 100 municipios del país produje 5.000 toneladas de fertilizante orgánico, Nepal podría reducir drásticamente el gasto del producto importado.
También podría reducir significativamente la importación anual de GLP, que asciende a unos USD 287 millones, desde la vecina India, cifra que se cuadriplicó en los últimos 10 años y representa el 2,5% del costo total de las importaciones nepalíes. Para desarrollar el biogás a gran escala, es necesario que reciba los mismos incentivos públicos que la energía hidroeléctrica, solar y eólica.
Los inversores en energía hidroeléctrica disfrutan de una exención de impuestos corporativos de 100% durante 10 años y de 50% durante los siguientes cinco años. Sólo están gravadas las importaciones de equipos para la energía solar, eólica e hidroeléctrica con un arancel de 1%. No existen semejantes para el biogás. Por el contrario, se aplican impuestos sobre los ganancias y el IVA.
«El gobierno debería considerar al biogás no solo como un proyecto energético, sino también por sus beneficios múltiples», dijo Gurung. “También existe un ángulo de desperdicio de energía y fertilizante. Si queremos que Nepal sea completamente orgánico en los próximos diez años, es necesario priorizar proyectos como estos”.
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Gandaki Urja recibió un impulso de una fuente poco común. El Business Oxygen (BO2) de Katmandú, que ayuda a crecer a los emprendedores que desarrollan pequeñas y medianas empresas, mediante la inyección de capital y la prestación de asistencia técnica.
Siddhant Pandey, de BO2, explica que “siempre estamos atentos a las inversiones a favor del clima, y nos dimos cuenta de que el bio-GNC es una increíble inversión para la adaptación y la resiliencia al cambio climático”. Explicó que “Reduce las importaciones de GLP y fertilizantes. Se trata de energía limpia, sin huella de carbono, y tienen un sentido comercial porque cumplió con nuestras expectativas internas de retorno de la inversión».
Los desafíos son garantizar fuentes confiables de materia prima y conocimientos de construcción para la tecnología dentro de Nepal.
Para Pandey, “la planta de Pokhara es una gota en el océano, puede replicarse en las siete provincias del país. Sabemos que es escalable y depende de cuán proactivos sean los gobiernos provinciales».