sábado, abril 20, 2024
 

En Kenia, los pastores convierten un cactus invasor en biogás

La chumbera se está extendiendo cada vez más en Kenia. Ya abarca miles de hectáreas de pastos. Y se ha convertido en una amenaza mortal para el ganado. Los pastores están intentando frenar esta situación.

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El sol de la mañana brilla en la vasta meseta del condado de Laikipia, en Kenia. Siguiendo a sus ovejas y cabras, Jackson Mukorino atraviesa un espinoso matorral de nopales en busca de arbustos y pastos nativos para sus animales.

La invasora Opuntia stricta, también conocida como chumbera o tunera, fue introducida en Kenia por colonialistas británicos como planta ornamental. Prospera en condiciones áridas, asfixiando agresivamente a los pastos y arbustos. En el último medio siglo, a medida que han aumentado las temperaturas y los períodos de sequía, se ha convertido en un grave problema para pastores como Mukorino.

El cactus produce un fruto dulce y púrpura, pero sus espinas son peligrosas para el ganado. Los animales se pinchan los ojos con las espinas, llegando a quedarse ciegos. Se dañan la lengua y todo el tracto digestivo, dificultando con ello su capacidad de alimentarse.

Mukorino, padre de cinco hijos, vive en el rancho del Grupo Makurian, administrado por miembros de la comunidad masái. Perdió la mitad de su rebaño de 200 animales después de que se alimentaron con la planta.

Un pastor dirigiendo a sus cabras a través de un paisaje árido en el condado de Laikipia, en el norte de Kenia.
Las espinas de la chumbera pueden cegar y dañar al ganado que se alimenta de los higos chumbos.

«Siempre tengo que revisar los ojos de mis animales para quitarles las espinas antes de soltarlos para que pasten”, explica Mukorino a DW, añadiendo que varios de sus vecinos, que también dependen del ganado para su sustento, se han mudado debido a la amenaza.

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Pocos rincones del rancho de más de 6.000 hectáreas (14.826 acres) han escapado a la expansión de la chumbera. Y es una situación común en todo el árido norte de Kenia.

En el condado de Laikipia, de 9.500 kilómetros cuadrados, el cactus cubre ya un área de 500 kilómetros cuadrados, según el Centro de Biociencia Agrícola Internacional (CABI), con sede en el Reino Unido, que está trabajando para combatir su propagación.

Luchando contra una amenaza espinosa

Una vez que el cactus ha echado raíces, es difícil deshacerse de él. Incluso a partir de trozos rotos pueden rebrotar nuevas plantas. Asimismo, los elefantes, los babuinos y el ganado ayudan a la expansión de la planta, alimentándose de la jugosa fruta y dispersando sus semillas, según explica Luke Lukaria, científico del Servicio de Vida Silvestre de Kenia (KWS, en sus siglas en inglés)

Una chumbera con frutos púrpuras.
La chumbera prospera en regiones áridas y semiáridas gracias a su robustez.

En el rancho Makurian, los vecinos están tratando desesperadamente de erradicar la planta arrancándola manualmente y enterrándola. Las mujeres que viven en el rancho están luchando en primera línea, de forma voluntaria. Sin embargo, los ganaderos pagan una cantidad simbólica de 50 centavos de dólar (0,45 euros) por una hora de trabajo. Pero la voluntaria Celine Kisio destaca que no se trata de dinero.

«El poco reconocimiento que recibimos como participantes en este trabajo voluntario no es un problema para nosotras. Nos hemos comprometido a erradicar esta planta”, afirma Kisio a DW.

Sin embargo, Francis Merenyi, graduado local en ciencias del medio ambiente cree que erradicar la planta también podría ser una oportunidad de negocio para mujeres como Kisio.

De la plaga al combustible

Merenyi está probando un nuevo sistema en el rancho Makurian, que convierte unos 40 kilos de cactus en biogás cada dos semanas. El gas se almacena en tanques y se utiliza para cocinar, mientras que el lodo de desecho puede ser utilizado como fertilizante en los bancales de los huertos.

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Merenyi espera llevar el sistema a los hogares y escuelas de la región. Con el apoyo de la organización de ayuda World Vision, ya está formando a ocho grupos de mujeres para operar el sistema.

«Suponiendo que 1.000 personas adopten proyectos similares, en los próximos años, podríamos erradicar completamente la planta”, predice Merenyi.

Francis Merenyi ocupándose de su fermentador de biogás.
Francis Merenyi (derecha) espera que su planta de biogás sea parte de la solución para combatir al cactus invasor.

La idea es que las mujeres puedan ganar dinero extra vendiendo el exceso de biogás que producen, o vendiendo los cactus desarraigados a instituciones que operan instalaciones de biogás.

Elizabeth Nkasiogi ya ha asistido a un curso de formación. Anteriormente, solía pasar gran parte del día recogiendo leña. Gracias al biogás, ahora necesita menos madera y Nkasiogi tiene tiempo para el cultivo de alimentos. También hace abalorios para vender en los mercados locales.

«El biogás es fácil de producir, comparado con el esfuerzo que requiere viajar largas distancias para conseguir leña. Ahora tenemos tiempo libre para dedicarlo a actividades generadoras de ingresos”, señala Nkasiogi.

Aun así, es dudoso que el plan pueda establecerse a gran escala. Aunque el precio de instalación de 1.000 dólares es apenas la mitad del coste de un sistema de biogás convencional, sigue estando fuera del alcance de muchos ganaderos, según John Letai, subdirector de Medio Ambiente y Recursos Naturales del condado de Laikipia.

Bichos y mermelada

Mientras tanto, también se están buscando otras formas de detener la propagación del cactus y, en algunos casos, ganar dinero con ello. Por ejemplo, algunos lugareños elaboran jugos y mermeladas con el fruto, que luego venden.

Una plaga de cochinilla en un cactus.
Los insectos de la cochinilla se utilizan para combatir la chumbera, ya que chupan la savia de la planta.

Por otro lado, la Autoridad Nacional de Gestión Ambiental de Kenia (NEMA, por sus siglas en inglés) ha aprobado el uso de la cochinilla, un insecto parásito de plantas que chupa la sabia de los cactus. Esto hace que las plantas se marchiten y produzcan menos semillas.

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Arne Witt, coordinador de especies invasoras en CABI, está detrás del despliegue de los insectos. Destaca la importancia de los animales «para el control biológico de la planta”, pero solo durante la estación seca, ya que de lo contrario pueden ser arrastrados fácilmente por la lluvia.

Para Jackson Mukorino y el resto de pastores, librar las tierras de pastoreo de las chumberas es solo la mitad de la batalla. Una vez que se hayan erradicado, necesitarán ayuda para replantar las tierras.

«La disponibilidad de pastos para mi ganado es una de mis mayores preocupaciones. Una vez que hayamos extraído las plantas de raíz, tendremos que plantar hierba que pueda crecer en este entorno seco”, dice. «Hay esperanza, pero necesitamos más ayuda del gobierno”, destaca.

Fuente: DW; Robert Kibet, Laikipia, Kenia

 
 
 

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