viernes, abril 19, 2024
 

El gigante olvidado… ¿O discriminado?

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Estamos transitando la Semana de la Movilidad Sustentable. Una campaña mundial dirigida a concientizar sobre el impacto ambiental en el transporte. La iniciativa, que comenzó hace un par de décadas en Europa, se ha extendido a todo el planeta, y convoca a gobiernos y empresas a realizar distintas actividades para promover y mostrar logros en la descarbonización del transporte. Claro que este año, por la pandemia, las acciones estuvieron limitadas. Por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires no se pudo llevar a cabo la tradicional bicicleteada familiar.

Partiendo de la premisa que la energía más limpia es la que no se consume, la bicicleta es por lejos el medio de transporte más sustentable. Sobre todo, si están fabricadas con materiales renovables como el bambú. Pero lamentablemente las bicis no cubren todas las necesidades del transporte. Por eso dependemos de medios de transporte que consumen energía en forma de combustibles o electrones. Y la mayor parte de esta energía la estamos obteniendo de recursos fósiles. Hidrocarburos que estaban bien guardaditos bajo tierra y que al extraerlos y quemarlos -en un motor o una caldera- generan dióxido de carbono y otros gases que se acumulan en la atmósfera provocando el tan temido calentamiento global.

Los científicos nos dicen que el transporte es uno de los mayores responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Quedó en evidencia durante la pandemia, cuando casi la mitad de los habitantes del planeta tuvimos que quedarnos en casa. La prestigiosa revista Nature publicó un informe donde mostró que durante el mes de abril las emisiones diarias de dióxido de carbono a nivel global cayeron 17% respecto al promedio diario del año pasado. Casi la mitad de esa caída se debió a las menores emisiones provocadas por el transporte. Por su lado, The Guardian aseguró que, durante el pico de las restricciones a la circulación las emisiones globales de GEI llegaron a caer hasta un 25%.

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La buena noticia es que no hace falta detener por completo la movilidad para descarbonizar el sector el transporte. Así lo dejaron ver dos empresas de primera línea como Iveco y Scania, que, con motivo de la Semana de la Movilidad Sostenible, se mantuvieron muy activas mostrando sus nuevos desarrollos. En una conferencia de prensa, la compañía del grupo CNH Industrial – que también integran CASE IH y New Holland- presentó sus nuevos camiones ‘Natural Power’ equipados con motores FPT, de bajo consumo y aptos para funcionar con GNC y biometano. El uso de GNC logra una reducción de emisiones de entre 15% y 20% respecto al gasoil, mientras que si el gas tiene origen biológico, las reducciones son mayores al 95%. En California hay establecimientos ganaderos que producen biometano con una huella de carbono 200% menor que la del gas natural. Es decir que un metro cúbico de biogás permite quemar dos metros cúbicos de gas fósil sin impacto ambiental.

Por su parte, Scania recibió la visita del ministro de Transporte, Mario Meoni, quien recorrió las instalaciones del concesionario oficial de la empresa en CABA. Allí le presentaron la nueva línea de camiones ‘Green Efficiency’, también equipada con motores a GNC y Biogás. En declaraciones, Meoni dijo que desde el ministerio están queriendo “avanzar en la descarbonización del transporte y lo más urgente es en las ciudades la transformación de las unidades diesel a GNC”.

Los dichos del ministro muestran claramente que hay un interés del gobierno de impulsar el GNC en el transporte de cargas y pasajeros; y que ese interés está por encima de cualquier prioridad ambiental. Dos días antes de la visita de Meoni, Scania Argentina publicó en su cuenta oficial de Twitter un video donde cuenta que el ómnibus provisto a la línea 132 de CABA, que funciona con biodiesel puro desde hace un año y medio, reduce las emisiones 80% respecto al diesel. O sea, 4 veces más que una unidad a GNC. Y además el pasaje de Diesel a biodiesel puede realizarse de forma inmediata, ya que no requiere el reemplazo de unidades. Incluso se puede ir aumentando la mezcla de biodiesel de forma paulatina, como hizo Movi, la empresa de transporte urbano de pasajeros en la ciudad de Rosario, que comenzó utilizando una mezcla de 25% biodiesel y 75% gasoil en 2018 y ya tiene todas sus unidades funcionando con biodiesel puro.

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Los biocombustibles son la opción más inmediata para descarbonizar el transporte. Además de la reducción de emisiones que ofrecen el biodiesel y el biometano, el bioetanol hace lo propio con la nafta. Un estudio del INTA encontró que, en promedio, el biocombustible obtenido con maíz reduce casi en 70% las emisiones de GEI. En el caso del bioetanol de caña, diferentes estudios en el mundo encontraron que esta cifra puede ser aún mayor. Y como mostramos a menudo en este portal, los biocombustibles cuentan con enormes externalidades positivas. Una de ellas es el desarrollo de industrias satélite para transformar los subproductos en productos de alto valor económico y de gran interés para la sociedad. Como el alcohol en gel, el producto estrella de la pandemia, que se produce con etanol y un subproducto de la producción de biodiesel: la glicerina. De prácticamente no producir glicerina, en poco menos de 15 años, nuestro país se convirtió en el mayor exportador mundial de este producto, que encuentra numerosas industrias como farmacéutica, alimenticia, cosmética, química y plásticos. Todas las plantas de refinación de glicerina están integradas a la producción de biodiesel.

Por eso en el mundo, y sobre todo en los países con importante producción agroindustrial como EEUU, Brasil, Paraguay, Indonesia, Malasia, Australia, Canadá, y muchos más, están apostando a un mayor uso de biocombustibles. Por ejemplo, en EEUU, en lo que va del año 4 refinerías de petróleo han anunciado que dejarán de procesar crudo y se reconvertirán a biocombustibles.

Por el contrario, la falta de respuesta de las autoridades argentinas está motivando el cierre de las plantas de biocombustibles. Los precios que deben pagar las comercializadoras de combustibles por el biodiesel y el bioetanol, que son fijados por la Secretaría de Energía, continúan congelados desde diciembre, llevando a que la producción se haya vuelto insostenible. Una situación inexplicable, sobre todo, teniendo en cuenta que, en medio de la Semana de la Movilidad Sostenible, se registró un nuevo aumento en el precio de los combustibles en surtidor. El segundo en un mes.

 
Emiliano Huergo
Emiliano Huergo
Manager BioEcomomia
 
 

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