Franck Grossel, un diseñador de muebles francés , combinó sus dos pasiones con su profesión para crear algo realmente innovador. Fabricar muebles con los residuos de cerveza, transformando un problema creciente en un producto de valor.
En los últimos años ha habido una explosión en la demanda de cerveza artesanal. Y muchos pubs en los centros urbanos se han volcado a producir su propia bebida dentro del mismo local. La eliminación de los residuos, o su procesamiento como subproducto, sobre todo el bagazo, se ha convertido en un problema ecológico y logístico para las cervecerías.
El proceso para elaborar cerveza es bastante simple. Requiere agua, malta, levadura y lúpulo. Y por cada mil litros de cerveza que se elaboran, se generan 600 kg de residuos.
En 2006, Francia contaba con 250 fábricas de cerveza. La mayoría estaban ubicadas en zonas rurales, cuenta el emprendedor. Y agrega que la solución era sencilla porque los residuos eran utilizados por los agricultores para la alimentación del ganado.
Pero hoy, «se consumen dos mil millones de litros, elaborados en más de 1.900 cervecerías ubicadas en su mayoría en áreas urbanas. Esta simple solución no es accesible para todos. La mayoría de las cervecerías tienen que pagar para deshacerse de su residuos», cuenta el emprendedor.
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El concepto no es un mero truco de marketing porque si la malta no se elabora, nuestra fórmula compuesta por un 98% de bagazo de cerveza, con una capacidad de producción diaria de 100 unidades, no funcionaría, destaca Grossel.
«El mobiliario es el primer paso. Ya estamos pensando en hacer paneles acústicos y de construcción», agrega.