Cuando uno piensa en el territorio siberiano de Rusia, le viene a la mente la imagen de un paisaje desierto, con lagos congelados y la tierra cubierta de nieve. Sin embargo, en 2020 Siberia registró su primavera y verano más cálidos de la historia, con temperaturas que alcanzaron los 38°C el 19 de junio.
Fue un acontecimiento siniestro, describió el portal world-Grain, y agregó que está relacionado con el cambio climático en muchos sentidos, ya que el permafrost disminuyó a un ritmo alarmante, se produjeron un número récord de incendios forestales y se registro la peor invasión de plagas en años. Sin embargo, parece haber un rayo de luz para la agricultura rusa.
Rusia, un país que se ha transformado de un importador neto de granos hace 30 años al mayor exportador de trigo del mundo en los últimos años, puede ganar una cantidad considerable de tierra cultivable si continúa esta tendencia en Siberia.
Algunas proyecciones muestran que el cambio climático puede aumentar la tierra apta para el cultivo de trigo de Rusia hasta en 430 millones de hectáreas en sus regiones del norte. Esto podría significar más trigo disponible en el mercado mundial, y significa además que Rusia será un exportador de granos constante, en los buenos y malos tiempos. El país tiene un historial irregular en ese sentido, ya que se sabe que limita las exportaciones, no solo cuando las existencias domésticas son bajas sino también por influencia política, por lo que World-Grain se pregunta: ¿Será positivo que Rusia, que se espera que controle el 20% de los mercados de exportación de cereales del mundo para 2028, controle la mayor parte de la producción mundial de trigo?
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Aún más intrigante y difícil de comprender que la perspectiva de una mayor superficie de trigo, es el potencial de Rusia para aumentar su producción de soja con una mayor superficie en las vastas llanuras del norte.
China, envuelta en una guerra comercial con Estados Unidos, tradicionalmente su mayor proveedor de soja, ya ha comprado tierras en el este de Rusia para producir soja. Casi 400.000 hectáreas de tierra en Rusia están arrendadas o son propiedad de empresas con capital chino, según los cálculos de BBC Russian.
A corto plazo, Rusia no será una amenaza para los productores de soja de Estados Unidos y Brasil en términos de participación en el mercado chino. Los problemas logísticos y de calidad de la soja están limitando que Rusia capture algo más que una pequeña porción del mercado chino. Pero si la tendencia al calentamiento del país continúa y mayores superficies estarán disponibles en Siberia podrían convertir a Rusia en un proveedor atractivo para su vecina China.
Este desplazamiento hacia el norte de lo que antes se consideraban cultivos “del sur” se está produciendo en todas partes del mundo. En Canadá, por ejemplo, se sembraron casi 2,5 millones de hectáreas de soja en 2019, más del doble de lo que se había sembrado antes de 2009. En Rusia Central, el aumento en la superficie cultivada con soja se ha multiplicado por 18 durante la última década. Aún sin que se desarrolle un gran mercado de exportación para la soja rusa, la demanda interna para la nutrición ganadera a base de soja está en plena expansión en el país.
Del mismo modo que Rusia estaba decidido a convertirse en el líder mundial en exportaciones de trigo, en 2021-21 la producción de soja será aproximadamente cuatro veces mayor a la de una década atrás y se ubicará como el séptimo mayor productor del planeta. Y parece estar preparada para convertirse en un actor más importante en el mercado global de la soja. Gracias a la ayuda del cambio climático.
World-Grain.