La séptima edición de Bioargentina, una jornada organizada por por la Cámara Argentina de Biotecnología (CAB) que reúne a investigadores, emprendedores, startups, empresas industriales líderes y el sector público para presentar y discutir los últimos avances en biotecnología de alimentos, tuvo su encuentro anual el pasado jueves 05 de noviembre. Por los motivos de público conocimiento, el evento debió realizarse de forma virtual.
De cara a un planeta que alcanzará en los próximos 30 años una población de 10.000 millones de habitantes, que demandará un 70% mas de proteínas, y con restricciones en la superficie cultivable y la necesidad de respetar más que nunca los ecosistemas, la innovación en alimentos se volverá crítica. A su vez durante la pandemia quedó claro que los consumidores demuestran un creciente interés en conocer como y con qué se preparan los alimentos que consumen, exigen alimentos cada vez mas sanos y sustentables y demuestran una fuerte preocupación por el bienestar animal.
En este escenario, 4 startups argentinas que prometen revolucionar la industria de alimentos presentaron sus proyectos. En este informe vamos a describir a la empresa Einsted, que aplica el potencial de los campos eléctricos a la ingeniería de alimentos.
Atilio Grimani, su fundador, dijo que «Estamos desarrollando un bioelectroprocesador que nos va a permitir dar soluciones a los problemas de la industria a escala global pero con un enfoque totalmente nuevo».
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Actualmente, la empresa está trabajando en dos líneas de desarrollo. La primera es la esterilización no térmica, mediante la cual ya han logado inactivar enzimas o destruir organismos patógenos sin levantar la temperatura de los alimentos. Los buenos resultados obtenidos los impulsaron a patentar esta tecnología junto al Conicet y esperan en los próximos meses lograr el salto a la escala comercial.
La segunda línea de desarrollo es la de biomoléculas, donde pretenden generar reacciones químicas o modificar macromoléculas a partir de campos eléctricos, con el objetivo de reducir o reemplazar el uso de químicos en los alimentos.
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Grimani agregó que están llevando a cabo dos subdesarrollos. El primero consiste en obtener alulosa, un reemplazo natural de la fructosa que mantiene todas sus características del endulzante, pero con un 90% menos de calorías. El segundo, tiene como objetivo aplicar la tecnología para conseguir ciertas modificaciones en el almidón. «El almidón se encuentra presente en un montón de alimentos procesados, pero para poder sobrellevar los procesos industriales tiene que ser modificado. Hace unos meses empezamos a testear y a experimentar con el almidón y estamos obteniendo resultados muy prometedores, donde hemos acelerado el proceso de reacción en hasta 6 veces».
Para concluir Grimani dijo que «si bien estamos con los alimentos, seguimos muy de cerca a otras industrias donde creemos que podemos a aportar valor, como la farmacéutica y la cosmética».