Jean-Patrick Scheepers, un emprendedor belga que fundó la escuela de cocina más grande del país, decidió probar suerte en el agro para abastecer a su academia con frutas y verduras cultivadas de una manera sostenible. Pero no le fue nada bien y se mudó al centro de la capital belga.
Instalado en la urbe insistió con la agricultura, pero esta vez con las técnicas de agricultura vertical. Así, en 2017 nació Peas&Love, una granja urbana comunitaria donde cualquier persona puede alquilar una parcela y por U$S 40 al mes. El proyecto fue un éxito y hoy la startup cuenta con 3 granjas en Bruselas y 5 en París.
La empresa se encarga de todo el trabajo agrícola, y una aplicación alerta a los miembros cuando llega el momento de cosechar los productos. Cada huerto de 4 metros cuadrados se divide en dos mitades: una para uso exclusivo del suscriptor y la otra para el cultivos de alimentos que serán compartidos por todos los miembros.
Comunidad basada en compartir
“La motivación de las personas que forman parte del concepto es principalmente renovar el contacto con la naturaleza, pero no tienen el tiempo ni los conocimientos”, dice Scheepers. «Vienes todas las semanas a cosechar tu propia parcela, pero no tienes que hacer el trabajo para conseguirla».
Se trata de crear una comunidad de personas que se ayuden entre sí y compartan valores y alimentos, dice. Es un «nuevo enfoque en la agricultura urbana» que cuenta con 200 agricultores urbanos activos en su primera granja en Woluwe-Saint-Lambert, en Bruselas.
Peas&Love destina el 5% del espacio en sus granjas a proyectos educativos y asociaciones locales para ayudar a más personas a reconectarse con la naturaleza. Scheepers creó recientemente la Federación Europea de Agricultura Urbana y Vertical para promover el concepto y proporcionar un foro para representar a los agricultores urbanos a nivel europeo, y ha lanzado un Urban Farm Lab en Estambul.