viernes, marzo 29, 2024
 

La agenda climática de Biden podría implicar el comienzo del fin de la era de los combustibles fósiles

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En los pocos días transcurridos desde que el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, tome el poder ha dejado claro que irá a la guerra contra el carbón, el petróleo y el gas natural con una determinación que ha tomado a todos por sorpresa.

Según un artículo de Justin Rowlatt, jefe de la sección de medio ambiente de la cadena BBC, John Kerry, la persona encargada de diseñar la gestión ambiental del flamante presidente, ha manifestado en una entrevista que se trata de «una de sus principales prioridades, sin ninguna duda. Avanzará más en el tema que cualquier presidente anterior».

Kerry fue secretario de Estado del ex-presidente Barack Obama y un arquitecto clave de la cumbre sobre el cambio climático de París en 2015. En otras palabras, «es alguien profundamente comprometido en abordar el calentamiento global, que comprende la diplomacia climática global actual y conoce personalmente a muchas de las personas clave con las que Estados Unidos tendrá que trabajar», destacó Rowlatt en su artículo.

En los pocos días que lleva en el cargo, el nuevo presidente ha superado las expectativas de los ambientalistas. Era un hecho que Biden iba a reinsertar a EEUU al acuerdo climático de París, pero quizás no se esperaba que sea uno de sus principales actos de gobierno, ni mucho menos que ordenara a Gina McCarthy, asesora de la Casa Blanca y ex-jefa de la EPA, a elaborar un ambicioso plan para reducir lo más posible las emisiones de carbono de EEUU. Tampoco se esperaba que retire los permisos de construcción del gigantesco oleoducto Keystone XL de 2.000 km de longitud que llevaría enormes cantidades de petróleo de Canadá a EEUU. para ser refinado y que ordenaría al Pentágono convertir a la lucha contra el cambio climático en una cuestión de ‘seguridad nacional’. En resumen, Biden ha abordado la lucha contra el cambio climático como una verdadera política de estado.

«Está movilizando a todos los departamentos, a todas las agencias del gobierno de Estados Unidos para que se enfoquen en el clima y está decidido a intentar restaurar la credibilidad y la reputación de Estados Unidos», escribió Rowlatt citando palabras de Kerry.

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El presidente quiere enviar «una señal decisiva sobre el fin de una época y el comienzo de otra», dijo Bill McKibben, un veterano activista ambiental, que describió que el presidente está queriendo mostrar que la inversiones en combustibles fósiles no son una apuesta segura, «ni siquiera una buena apuesta para ganar dinero real».

«La industria está horrorizada por estos cambios», dijo a Bloomberg el director ejecutivo de una empresa de servicios petroleros. Las políticas «son directas, feroces y aplicadas más rápido de lo que la gente esperaba».

Biden y su equipo han sido meticulosos al presentar la agenda como un ejercicio de creación de empleo y estímulo económico tras la crisis de Covid-19. Rowlat destacó que Kerry le dijo que «Si vamos a invertir dinero nuevo invirtámoslo en energía limpia, en empleos limpios, en esas tecnologías y otras que construirán el futuro, en lugar de simplemente ser prisioneros del pasado».

En esta línea se ubican los planes para sellar aproximadamente un millón de pozos de petróleo y gas con fugas, la construcción de 1,5 millones de nuevas viviendas energéticamente eficientes e instalar medio millón de nuevas estaciones de carga de vehículos eléctricos, que crearía millones de puestos de trabajo con «salarios prevalecientes».

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Al mismo tiempo, el presidente Biden ha reiterado su deseo de poner fin a todos los subsidios a los combustibles fósiles, ordenó la prohibición de nuevos arrendamientos de petróleo y gas en tierras federales y dijo que un tercio de todas las tierras federales deben reservarse para la conservación. También ordenó a las agencias que aceleren la autorización de proyectos de energías renovables, como parte de su esfuerzo por duplicar la capacidad eólica para 2030 y hacer que el sector eléctrico sea neutro en carbono para 2035. Según Kerry, estas iniciativas no dependen de la escasa mayoría demócrata en el Senado, sino que son áreas en las que el presidente ya tiene autoridad.

Los fabricantes de automóviles estadounidenses están comenzando a aceptar que los estándares de ahorro de combustible tienen que elevarse. General Motors anunció hace pocos días sus planes para eliminar por completo los automóviles y camiones de gasolina y diésel, y vender solo vehículos con cero emisiones para 2035. Y algunas grandes compañías de petróleo y gas han reconocido que algunas de las restricciones a las emisiones levantadas por el presidente Trump deben restablecerse. Sin embargo Kerry sabe que habrá un rechazo de otros actores en la industria de los combustibles fósiles y de los legisladores que la respaldan.

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Kerry describe la cumbre climática de Glasgow, a realizarse en noviembre de este año, como «la última mejor oportunidad que tiene el mundo para unirse y evitar las peores consecuencias de la crisis climática». El costo de las energías renovables ha caído drásticamente desde que encabezó la delegación de Estados Unidos a las conversaciones de París. «Muchos países están considerando las inversiones verdes como una forma de estimular sus economías después de Covid», dijo. Y eso es consistente con las promesas de del cero neto para mediados de siglo que más de 100 países, incluidos la UE y China, han hecho recientemente.

Según Rowlatt, Kerry insinúa que la esperanza es que una acción agresiva en el frente interno dé credibilidad a los esfuerzos estadounidenses para alentar a otras naciones a aumentar su ambición climática. Y agregó que Kerry y el resto de la administración trabajarán duro con el gobierno del Reino Unido para garantizar que Glasgow sea un éxito. «No voy a contemplar nada más», le dijo Kerry «porque sería un fracaso dramático para la humanidad», concluyó la entrevista.

 
 
 

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