En la última década, se instaló la idea que la agricultura era considerada como uno de los grandes emisores de gases de efecto invernadero y fue señalada como parte del problema del cambio climático global.
Sin embargo y afortunadamente, los agricultores han logrado revertir esta imágen y en los últimos meses comenzó a instalarse la idea que la agricultura puede ser también parte de la solución. Los suelos y los bosques son los aliados perfectos contra el cambio climático ya que actúan como sumideros de carbono. Más gráficamente, pueden funcionar como reservas naturales que impiden que el CO2 llegue a la atmósfera.
En el mundo, comenzaron a impulsarse las prácticas sostenibles como la siembra directa, la rotación de cultivos, los cultivos de servicio y la integración entre agricultura y ganadería, que permiten un mayor secuestro de carbono. Como bien sabemos, los productores argentinos han sido pioneros en su adopción.
A la vez, han surgido recientemente iniciativas para pagarle al productor por los servicios ecosistémicos que presta. Cuanto más CO2 secuestra en el suelo, mayores ingresos puede recibir. En este sentido, los bioinsumos están cobrando cada día mayor importancia. También impulsados por cuestiones regulatorias sobre el uso de fitosanitarios sintéticos y mayor demanda de alimentos orgánicos.
No es casual que el crecimiento de la demanda de los bioinsumos agrícolas a nivel global está creciendo a una tasa anual por encima del 15%. ¿Pero que está pasando en Argentina? ¿Somos también pioneros en la adopción de bioinsumos?
Las respuestas nos las da Osvaldo Barreiro, Gerente Comercial y de Marketing de Helm Argentina. ¡No te las pierdas!
