Finalmente, Australia ha presentado su hoja de ruta para desplegar todo el potencial bioenergético del país, incluyendo el uso de cultivos y residuos agrícolas y ganaderos, recursos de la forestoindustria, aguas residuales y otras fuentes de materiales orgánicos.
La bioenergía es una forma versátil de energía renovable que produce calor, electricidad, combustibles para el transporte, productos químicos y subproductos como fertilizantes orgánicos. Es una forma prometedora de reducir las emisiones de Australia y, al mismo tiempo, reutilizar los desechos que de otro modo irían al vertedero, dijo el documento que fue presentado a mediados de noviembre.
La hoja de ruta predice que para la década de 2030, el sector podría impulsar el PIB anual de Australia en alrededor de 10.000 millones de dólares australianos (U$S 7.100 millones), crear 26.200 puestos de trabajo, reducir las emisiones en aproximadamente un 9%, evitar que un 6% de residuos vayan a los vertederos y mejorar la seguridad en el suministro de combustible.
Situación de la bioenergía en Australia
El documento fue elaborado por la Agencia Australiana de Energías Renovables bajo encargo del ministro ministro federal de Energía, Angus Taylor. Durante la presentación, el mandatario dijo que su cartera destinará A$ 33,5 millones (U$S 23,5 millones) en fondos para implementarla. Esto se suma a los más de A$ 118 millones (U$S 84 millones) que ya ha proporcionado el gobierno federal para ayudar a financiar proyectos de bioenergía.
Esta financiación ha tardado en llegar, ya que el sector ha luchado por obtener la misma atención de los responsables políticos que otras formas de energía renovable como la solar, la eólica y la hidroeléctrica.
En 2020, la bioenergía representó solo el 5% de la generación de electricidad renovable de Australia, lo que sitúa al país en el último cuartil de los países de la OCDE en lo que respecta a la bioenergía como porcentaje del suministro total de energía. Y, sin embargo, la bioenergía es responsable de casi el 50% del consumo actual de energía renovable de Australia.
Pero está comenzando a tomar vuelo. En 2018, Australia tenía 222 plantas de bioenergía operativas y 55 proyectos adicionales en construcción o en etapa de factibilidad.
Un ejemplo es un nuevo proyecto en el Ayuntamiento de Logan en Queensland. Cada año, Logan City produce 34.000 toneladas de biosólidos (lodos de aguas tratadas).
Una tecnología llamada gasificación está reduciendo significativamente la necesidad de deshacerse de estos biosólidos y ahorrará alrededor de U$S 400.000 en costos operativos. También se están realizando investigaciones para ver cómo el subproducto de este tratamiento se puede vender como acondicionador de suelos para la agricultura.
La biomasa es buena para el medio ambiente
El uso de biomasa como fuente de energía en lugar de combustibles fósiles puede reducir las emisiones de carbono y mejorar la calidad del aire. La bioenergía puede ser neutra en cuanto a emisiones, especialmente cuando los desechos se utilizan como fuente de combustible.
En primer lugar, porque la reutilización de los desechos evita su descomposición a cielo abierto que libera metano a la atmósfera. En segundo lugar, porque se utiliza en lugar de combustibles fósiles, desplazando esas emisiones de CO2.
Por ejemplo, la reciente prueba de biometano en la planta Sydney Waters Malabar captura metano de lodos de aguas residuales para reemplazar el gas natural fósil en la red de gas.
Es más, una industria de bioenergía fuerte puede ayudar a apoyar a los agricultores australianos que buscan los beneficios de llevar a cabo una operación neutra en carbono e impulsar el crecimiento económico en áreas regionales.
La bioenergía también puede tener impactos negativos si no se desarrolla adecuadamente. La mayor preocupación es el uso de biomasa proveniente de la tala de bosques nativos. Evitar los riesgos no deseados depende de una gobernanza adecuada. Un buen ejemplo es el Esquema Internacional de Certificación de Carbono y Sostenibilidad , cuyo objetivo es garantizar que las empresas de bioenergía sean transparentes y defiendan valores éticos.