La idea de reducir el consumo de plásticos está ampliamente difundida: los plásticos se elaboran a partir de recursos fósiles que causan elevadas emisiones de carbono y al final de su vida útil generan una enorme cantidad de basura que perdura por cientos de años dañando el medio ambiente, principalmente los ecosistemas marinos.
En respuesta a esta problemática, muchos están recurriendo a la biomasa como recurso para los bioplásticos, pero estos presentan sus propios desafíos en lo que respecta al reciclaje. Para que se reciclen correctamente, los plásticos deben ser consistentemente estables durante su uso, sin posibilidad de degradación temprana.
La fabricación de plásticos de alta calidad a partir de biomasa que se pueda descomponer en materiales reutilizables podría ser una nueva estrategia para reducir estos inconvenientes. Una investigación publicada en la revista Angewandte Chemie demuestra que se puede enviar un «comando de destrucción» usando luz de una longitud de onda particular.
El equipo interdisciplinario de investigadores de Estados Unidos, liderado Jayaraman Sivaguru de la Universidad Estatal de Bowling Green, Ohio, Mukund Sibi y Dean C. Webster de la Universidad Estatal de Dakota del Norte en Fargo, ha logrado degradar plásticos de base biológico gracias a la irradiación con luz, y luego han polimerizado nuevamente el material logrando polímeros de alto rendimiento similares.
Los investigadores pudieron desarrollar polímeros reticulados que contienen bloques de construcción en su columna vertebral a base de vainillina. La vainillina se puede producir a partir de materiales como la lignina, un subproducto de la producción de celulosa.
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Según el informe de SciTech Daily, “El derivado de la vainillina desarrollado por el equipo absorbe la luz a 300 nm y entra en un estado de excitación. Esto conduce a una reacción química que desencadena la degradación del polímero. Debido a que esta longitud de onda no está contenida en el espectro de la luz solar que llega a la tierra, se evita la degradación no planificada. Los investigadores lograron recuperar el 60% de los monómeros, que pudieron volver a polimerizarse sin pérdida de calidad”.
La capacidad de producir polímeros reticulados fotodegradables, reciclables y renovables hechos de recursos de biomasa parece ser un enfoque muy prometedor para fabricar plásticos más sostenibles que pueden representar un riesgo ambiental mínimo o nulo.