Un evento realizado en Egipto en forma paralela a la COP27 se enfocó en el papel que pueden desarrollar las bioindustrias en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, por ejemplo, al desviar la biomasa de los vertederos, al tiempo que fomenta la competitividad económica, crea empleos, salvaguarda el medio ambiente y protege la biodiversidad.
Stephan Sicars, Director de la División de Economía Circular y Protección Ambiental de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), inauguró el evento presentando una descripción general de los beneficios económicos, sociales y ambientales de una transición justa a una bioeconomía, como la ‘Estrategia de Economía de Base Biológica’ de Egipto, diseñada por el Ministerio de Medio Ambiente con el apoyo de la ONUDI y la financiación de Suiza.
Sicars dijo que “Vemos la economía circular de base biológica como una herramienta poderosa para proteger el medio ambiente y cumplir con nuestros objetivos de cambio climático, para restaurar suelos degradados, fortalecer la fabricación local, sustituir importaciones y promover exportaciones, atraer nuevas inversiones y crear empleos locales, incluso en las zonas rurales”.
Luego, un panel de expertos discutió las iniciativas tomadas por los gobiernos y el sector privado para facilitar una transición justa hacia una bioeconomía.
Ali Abo Sena, director ejecutivo de la Agencia de Asuntos Ambientales del Ministerio de Medio Ambiente de Egipto, presentó la estrategia de bioeconomía del país y explicó cómo contribuye a la resiliencia climática y los objetivos de desarrollo sostenible de Egipto.
Michal Harari, Jefe Adjunto de Cooperación de la Embajada de Suiza en Egipto, explicó ejemplos de herramientas e iniciativas de bioeconomía apoyadas por Suiza en Egipto y otros países.
Luego, hubo espacio para que profesionales y empresas privadas presentaron sus innovadores modelos comerciales y tecnologías para valorizar los desechos agrícolas y alimentarios para producir alimentos orgánicos, biofertilizantes y bioplaguicidas, al mismo tiempo que proporcionan nuevos ingresos generando posibilidades para los recolectores de residuos.
Maya Jacob John, del Consejo para la Investigación Científica e Industrial de Sudáfrica, se refirió no solo a los beneficios de usar residuos agrícolas, sino también a la importancia de la etapa de diseño. “Traer material biodegradable no resuelve la fuga de plástico al medio ambiente”, dijo. “Más bien es importante desarrollar un sistema circular, incluida la mejora del sistema de recolección”.
Ahmed Gaber de Chemonics Egypt enfatizó el hecho de que, idealmente, la biomasa debería convertirse en productos que tengan el mayor valor agregado y que, desde la perspectiva del cambio climático, actúen como sumideros de carbono de mayor duración. Luego se explayó sobre los productos de valor agregado que se pueden producir a partir de biomasa, desde energía y calor en el extremo inferior, hasta productos farmacéuticos en el extremo superior.
Jukka Kantola del Foro Mundial de Bioeconomía concluyó el panel de discusión arrojando luz sobre la dimensión internacional de la bioeconomía circular y los últimos desarrollos a nivel global.