Científicos en Uganda han desarrollado una variedad de banana genéticamente modificada con el objetivo de salvar a miles de niños que mueren cada año en el país debido a la deficiencia de vitamina A. El nuevo superfruto, denominado Banana21, promete ser una solución revolucionaria, aunque enfrenta varios desafíos antes de iniciar su crucial labor.
La deficiencia de vitamina A afecta a 190 millones de niños en edad preescolar en todo el mundo, pudiendo provocar ceguera y fallos en el sistema inmunológico, con consecuencias fatales. UNICEF ha identificado a Uganda como uno de los países prioritarios para su programa de suplementación de vitamina A.
El «superplátano», creado después de 20 años de investigación, combina la variedad Asupina, rica en provitamina A y originaria de Nueva Guinea, con otras variedades de plátanos más fáciles de cultivar y consideradas de mejor sabor.
Lamentablemente, el gobierno ugandés aún no ha aprobado la venta de alimentos genéticamente modificados. Aunque se promulgó legislación en 2017 para regular la bioseguridad, esta está siendo revisada y el presidente Yoweri Museveni aún no la ha ratificado.
Wilberforce Tushemereirwe, director del laboratorio donde se desarrolló el plátano, culpó a organizaciones no gubernamentales europeas por sembrar dudas sobre los alimentos genéticamente modificados.
«Es solo el miedo de aquellos que tienen más que suficiente para comer, y ese miedo se está transmitiendo a personas que no tienen alimentos y están muriendo de hambre», expresó. «Me siento muy decepcionado y frustrado por el lento proceso político que escucha más a una pequeña minoría de ugandeses anti-OGM que se oponen al lanzamiento de plátanos con provitamina A, y no a la ciencia que habría salvado la vida de los niños».
Esta situación trae a la memoria el caso del arroz Golden Rice, una variedad enriquecida con vitamina A desarrollada por Syngenta. Aunque Golden Rice se ha perfilado como una herramienta valiosa para combatir la deficiencia de vitamina A en comunidades donde el arroz es un alimento básico, también ha enfrentado desafíos regulatorios y críticas. La experiencia con Golden Rice destaca la complejidad de la aceptación y regulación de alimentos genéticamente modificados, evidenciando la necesidad de un diálogo informado y basado en la ciencia para aprovechar plenamente los beneficios que estas innovaciones pueden ofrecer a las comunidades vulnerables.
Pero la última palabra sobe Banana21 la tendrán los consumidores. ¿Con su tono naranja debido a su alta concentración de vitamina A, será aceptado por los ugandeses? Dado que los plátanos son un alimento crucial y popular en Uganda, una versión nueva y diferente a la que están acostumbrados, tal vez, podría no ser bien recibida por posibles consumidores.