Desde el 1 de enero de 2024, el gobierno francés ha implementado el compostaje obligatorio en hogares y empresas, marcando un hito significativo hacia la gestión sostenible de residuos y la transición hacia energías renovables. Esta medida tiene como objetivo clave reducir la acumulación de residuos en vertederos y fomentar prácticas más sostenibles en línea con la estrategia de bioeconomía circular del país.
Detener la Quema de Residuos Orgánicos
Los desechos orgánicos, que comprenden alrededor de un tercio de los residuos domésticos, han sido una preocupación ambiental. La nueva normativa busca aliviar la carga de los contenedores de residuos domésticos y poner fin a la quema de desechos, contribuyendo así a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como metano y CO2.
La iniciativa apunta a un 30 por ciento de materia orgánica presente en los residuos domésticos, como cáscaras y posos de café, que comúnmente se desechan pero podrían convertirse en valiosos recursos. El gobierno respalda financieramente esta transición con el Fondo Verde y una inversión de 100 millones de euros de la Agencia de Medio Ambiente y Gestión de la Energía de Francia (Ademe).
Los municipios, con este respaldo, deben facilitar a los residentes la clasificación de biorresiduos, que incluyen restos de alimentos, cáscaras de verduras y desechos de jardín. Los hogares y empresas deberán disponer de un contenedor exclusivo para la recogida domiciliaria o utilizar puntos de recogida municipales. Anteriormente, esta separación solo era obligatoria para quienes generaban más de cinco toneladas de residuos orgánicos al año.
Transformación de Residuos en Recursos Sostenibles
Los biorresiduos recolectados se destinarán a la producción de abonos y fertilizantes, reduciendo la dependencia de fertilizantes químicos en la agricultura. Además, el gobierno planea utilizar el compostaje para la metanización, convirtiendo el metano generado por los desechos orgánicos en electricidad o calor. Estas acciones respaldan la ley de transición energética, que apunta a que el 10% del consumo de gas provenga de fuentes renovables para 2030.
El Ministerio de Transición Ecológica informa que, inicialmente, alrededor del 40 por ciento de la población, es decir, 27 millones de franceses, tendrán acceso a la clasificación de residuos orgánicos en 2024 mediante métodos como la recolección puerta a puerta o puntos de entrega voluntaria.
Hasta el momento, el gobierno asegura que no habrá multas por no clasificar y no habrá obligación inmediata de contar con un cubo de residuos orgánicos.
Impacto Global y Perspectivas Futuras
Según la Comisión Europea, el desperdicio de alimentos representa aproximadamente el 16 por ciento de las emisiones totales del sistema alimentario de la UE. A nivel mundial, la pérdida y el desperdicio de alimentos generan alrededor del 8 por ciento de todas las emisiones causadas por el ser humano, según la ONU.
Aunque la recogida de biorresiduos se alienta según la Directiva Marco de Residuos de la UE, no se han establecido objetivos obligatorios para este año. En muchos países europeos, la separación de residuos orgánicos ya se ha implementado a nivel municipal.
Ciudades como Milán, en Italia, han liderado programas residenciales de recolección de residuos de alimentos desde 2014, con éxito en la participación de hogares equipados con contenedores específicos y bolsas compostables.
En otras partes de Europa, impuestos o prohibiciones sobre la incineración de biorresiduos han llevado a planes similares, con contenedores separados y compostaje doméstico generalizado en Austria, los Países Bajos y Bélgica.
El Reino Unido también se une a la tendencia, anunciando planes para implementar la recolección selectiva de desechos de alimentos en 2023. Aunque sigue siendo voluntaria para los hogares en Inglaterra, Gales y los propietarios de negocios aplicarán esta medida de manera más estricta. Este cambio refleja una tendencia creciente hacia prácticas más sostenibles en toda Europa.