En un esfuerzo por reducir el uso de pesticidas químicos y sus efectos perjudiciales sobre la salud humana, animal y ambiental, investigadores de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) y la Universidad de Leiden (Alemania) han creado una barrera biológica innovadora que protege a las plantas de plagas y enfermedades. Este avance, publicado en la revista científica PNAS, podría transformar la agricultura hacia prácticas más sostenibles.
La innovadora sustancia, una especie de pegamento para insectos, se rocía sobre las hojas de las plantas, atrapando a las plagas y evitando que dañen los cultivos. La inspiración proviene de la planta carnívora Drosera, conocida por sus pelos glandulares que segregan una sustancia pegajosa para atrapar insectos. «Queríamos imitar esta característica para proteger nuestras plantas y cultivos de una manera natural», explica Thomas Kodger, profesor asociado de Química Física y Materia Blanda.
Trampa dirigida
El equipo de investigadores logró transformar aceite de arroz vegetal en una sustancia amarilla y pegajosa al soplar aire sobre él y molerlo en pequeñas partículas usando una licuadora de laboratorio. El resultado son esferas de aproximadamente un milímetro de diámetro, tan pegajosas como cinta adhesiva. Estas esferas son efectivas para atrapar insectos como los trips, plagas comunes que transportan hongos que pueden infectar a las plantas..
Aunque el foco principal ha estado en los trips, la sustancia adhesiva también podría funcionar contra otras plagas, como la mosca de la fruta Suzuki, que actualmente amenaza los cultivos de cerezas. Además, las gotas son lo suficientemente pequeñas como para no afectar a insectos beneficiosos como los polinizadores.
Resistencia a plaguicidas
A diferencia de los pesticidas químicos, los insectos no son propensos a desarrollar resistencia contra este adhesivo. Kodger señala que los insectos ya han evolucionado para evitar la adhesión, por ejemplo, a través de pelos en su cuerpo y superficies rugosas. «Aumentar el tamaño de su cuerpo sigue siendo uno de los pocos métodos de escape de esta trampa pegajosa», explica. Esta evolución es mucho más lenta en comparación con la tolerancia a sustancias químicas, lo que hace a esta solución más efectiva a largo plazo.
Impacto en la salud y el medio ambiente
La sustancia pegajosa permanece en las hojas durante tres meses y no puede ser lavada por la lluvia, controlando las plagas hasta la cosecha. Al rociar el pegamento antes de que los frutos se desarrollen, se minimiza el riesgo de que la sustancia entre en contacto con los alimentos. Sin embargo, si esto sucede, no es probable que sea perjudicial. Derivada del aceite vegetal, Kodger espera que sea tan inofensiva como la grasa para freír, aunque aún se necesita investigar su seguridad con más detalle.
En el futuro, los agricultores podrán rociar este biopesticida pegajoso en sus campos utilizando los pulverizadores existentes. Un aditivo especial en la mezcla asegura que las esferas no se adhieran entre sí ni a la máquina. No obstante, los investigadores deben evaluar el impacto ambiental antes de su uso generalizado. «Preferimos no verter grandes cantidades de aceite de cocina en los campos», comenta Kodger. En los próximos años, se estudiará la degradación del aceite en el suelo.
Creación de una spinoff
Confiados en su pesticida sostenible, los investigadores de Wageningen y Leiden planean lanzar una empresa para desarrollar y comercializar esta innovación. La empresa utilizará diversos aceites residuales disponibles y adaptará el proceso en consecuencia. «Es gratificante ver cómo nuestra idea puede cambiar el mundo en mi vida», expresa Kodger. La empresa espera iniciar operaciones para fines de este año.
Este avance representa un paso significativo hacia una agricultura más sostenible, proporcionando una alternativa efectiva y ecológica a los pesticidas químicos tradicionales. Con el tiempo, esta solución podría reducir significativamente la dependencia de pesticidas tóxicos, mejorando la salud del ecosistema agrícola y de quienes consumen sus productos.