En el corazón del Brightlands Chemelot Campus, un ecosistema neerlandés conocido por combinar investigación química avanzada con capacidad industrial a escala, una escena cotidiana puede resultar engañosa. Ingenieros ajustan moldes de precisión, técnicos observan el comportamiento de un polímero bajo calor extremo y, en una sala contigua, especialistas en biología sintética analizan rutas metabólicas que, a simple vista, parecerían ajenas al mundo de las resinas de ingeniería. Sin embargo, es justamente allí donde se está gestando una transformación silenciosa: la posibilidad de que los materiales más exigentes de la electrónica, la industria aeroespacial y el 3D printing surjan cada vez más de bloques químicos bio-basados.
Antes de que la noticia se revelara al público, el sector ya sentía el temblor. La presión para lograr conectores más pequeños, componentes más livianos, piezas capaces de soportar temperaturas crecientes o estructuras con resistencia isotrópica perfecta se volvió un desafío constante. Las viejas recetas petroquímicas del siglo XX, aunque probadas, empezaron a quedar estrechas frente a las nuevas demandas de miniaturización y eficiencia energética, especialmente en un mundo atravesado por centros de datos que devoran electricidad y por una aviación que busca reducir peso sin sacrificar seguridad.
Fue en ese escenario global que Pegasus Materials BV —una compañía que combina química industrial, ciencia de materiales y bioproducción— decidió dar el salto. Tras años de investigación, anunció el debut de sus dos primeros materiales bio-basados y la expansión de su ronda Seed con la entrada del venture studio Ferment y la participación de LIOF, sumándose al respaldo previo de la firma química Fibrant BV. El anuncio no solo implica financiamiento: marca la entrada oficial de una nueva categoría de polímeros que aspiran a redefinir procesos críticos en electrónica, data centers y aplicaciones aeroespaciales.
El giro inesperado: biomateriales diseñados para lo que antes parecía imposible
El punto de partida fue sencillo pero desafiante: ¿cómo lograr materiales que rinden al límite —conectores más delgados, tolerancia térmica superior, cero deformaciones— sin recurrir al modelo petroquímico tradicional? Para Pegasus, la respuesta estaba en unir lo mejor de dos mundos. Por un lado, la flexibilidad del diseño biológico, capaz de producir bloques químicos inéditos mediante biomanufactura. Por otro, la robustez de la química industrial clásica, que permite procesarlos hasta convertirlos en polímeros aptos para moldes, hornos, prensas y exigencias de producción masiva.
Richard Pieters, cofundador y CEO, lo sintetizó así: “Nuestros clientes están llevando al límite lo que los materiales deben hacer, ya sea crear piezas más pequeñas, soportar temperaturas más altas o gestionar estrés mecánico. Al combinar nuevas químicas bio-basadas con un profundo conocimiento en ciencia de materiales, logramos especificaciones únicas de rendimiento con una huella ambiental más reducida.”
Este enfoque híbrido se apoya también en machine learning, una herramienta central para Ferment —el venture studio que acaba de sumarse a la ronda— y que permite iterar diseños moleculares con mayor velocidad, reduciendo tiempos y costos de desarrollo. Brian Brazeau, socio de la firma, lo expresó con claridad: “Pegasus empieza por los objetivos del cliente —como transferencias de datos más rápidas o tasas más bajas de defectos de fabricación— y aplica biotecnología y química en conjunto usando ML. Su modelo aprovecha activos existentes para escalar rápido.”
El resultado concreto de esa filosofía son los primeros dos productos de la compañía: Virela-X001 y Virela-X002.
Fabricar como la naturaleza: la bioeconomía entra en el mundo biónico
El primer biomaterial: Virela-X001 y la carrera por los conectores más precisos de la electrónica moderna
Para comprender la relevancia del primer lanzamiento, hay que poner el foco en una pieza diminuta que sostiene gran parte de la infraestructura digital global: el conector. Desde un simple USB-C hasta los complejos conectores DDR que permiten que los servidores de los centros de datos gestionen cantidades colosales de información, cada micra importa.
Pegasus anunció que Virela-X001 es un poliamida de alta temperatura completamente bio-basado que combina tres atributos difíciles de obtener en simultáneo: flujo elevado para moldear paredes más finas, ultra-baja absorción de humedad para evitar deformaciones y blistering, y propiedades eléctricas mejoradas. En un sector donde una pequeña desviación dimensional puede comprometer la transferencia de datos o multiplicar defectos de fabricación, estos parámetros se vuelven fundamentales.
El material ya está siendo evaluado por fabricantes de conectores para USB-C —la interfaz que se ha convertido en estándar global en telefonía, computación y dispositivos portátiles— y también para conectores DDR utilizados en los servidores que sustentan centros de datos, inteligencia artificial, videojuegos en la nube y buena parte de la economía digital contemporánea.
El desafío de estos componentes no es solo mecánico: la electrónica de nueva generación tiende a concentrar más potencia en espacios más pequeños, generando mayor calor y aumentando el riesgo de deformación. La capacidad de Virela-X001 para combinar precisión geométrica, estabilidad térmica y mínima absorción de humedad podría traducirse en mejores rendimientos industriales y menores tasas de descarte.
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El segundo biomaterial: Virela-X002 abre la puerta a un nuevo tipo de impresión 3D industrial
El segundo lanzamiento, Virela-X002, marca un paso hacia otra frontera que la industria atraviesa desde hace años: la impresión 3D de piezas de grado industrial. Se trata de un poliimida parcialmente bio-basado que ofrece resistencia isotrópica —es decir, igual fortaleza en todas las direcciones— y tolerancia al calor extremadamente alta.
La isotropía es uno de los problemas históricos del 3D printing. Muchas piezas impresas presentan debilidades en la dirección de depósito, lo que limita su uso en aplicaciones intensivas. Pegasus propone un material que rompe ese límite y permite imprimir componentes livianos y duraderos, aptos para condiciones exigentes.
La empresa trabaja con socios de los sectores aeroespacial y de defensa para evaluar su uso en partes de aeronaves donde peso, resistencia y tolerancia térmica determinan la seguridad y la eficiencia. La promesa es clara: producir piezas complejas sin depender de procesos tradicionales que requieren múltiples etapas, herramientas especiales o largos tiempos de mecanizado.
Socios estratégicos y una infraestructura que acelera el escalado
Detrás de la tecnología también hay una estructura institucional y territorial que potencia el crecimiento de Pegasus. LIOF, la agencia regional de desarrollo de Limburg especializada en acompañar startups con financiamiento, asesoramiento y redes, refuerza su apoyo a través de la nueva ronda. Su gerente de inversiones, Jeffrey Lutje Spelberg, celebró la incorporación de Ferment destacando que el consorcio reúne “smart money” con profundo conocimiento en biotecnología y materiales.
Fibrant BV —la compañía química neerlandesa enfocada en soluciones sostenibles para la industria— aporta trayectoria en procesos de producción de polímeros y experiencia técnica industrial, mientras que el propio campus Brightlands Chemelot ofrece un entorno único en Europa para pasar de laboratorio a producción comercial mediante socios de polimerización y compounding.
Esta combinación permitirá a Pegasus acelerar la transición del piloto a la fabricación a escala, ampliar los programas de calificación con clientes y avanzar en su siguiente generación de materiales para industrias de alto rendimiento, como electrónica, vehículos eléctricos, 3D printing y aeroespacial.
Una señal más del cambio estructural en la bioeconomía de materiales avanzados
Aunque el anuncio se centra en dos productos, el trasfondo es más profundo. El surgimiento de biomateriales especializados para electrónica y aeronáutica es parte de una tendencia global que deja entrever un futuro donde la biología no solo reemplaza insumos petroquímicos, sino que permite diseñar propiedades que antes no eran posibles.
Pegasus Materials forma parte de ese nuevo mapa: empresas que combinan biología sintética, IA, química industrial y escalado tradicional para crear materiales a la medida de sectores que avanzan rápido y exigen cada vez más. Virela-X001 y Virela-X002 no solo llegan para cubrir necesidades actuales; anuncian una nueva etapa donde los polímeros bio-basados dejan de ser una alternativa verde para convertirse en una herramienta estratégica.
En un mundo que necesita componentes más pequeños, procesos más eficientes y cadenas de suministro menos dependientes del petróleo, las apuestas como la de Pegasus ayudan a imaginar un futuro donde los materiales de mayor rendimiento surjan de una fusión virtuosa entre ciencia, tecnología y biología. Y la carrera recién empieza.


