Cuando la industria automotriz japonesa piensa en el futuro, no siempre mira hacia Silicon Valley o las megalópolis europeas. A veces, sus próximos grandes movimientos se gestan en el corazón agrícola del sudeste asiático. Así lo demuestra Toyota, que acaba de anunciar su intención de invertir en bioetanol en Indonesia, un país que se prepara para lanzar su política E10 y convertirse en pionero regional en combustibles renovables.
La apuesta no es menor. Indonesia consume anualmente más de 40 millones de kilolitros de combustible, y para alcanzar el objetivo del E10 —una mezcla de 10 % de etanol en la gasolina convencional— necesitará al menos 4 millones de kilolitros de bioetanol para 2027. Frente a ese desafío logístico y productivo, Toyota ve una oportunidad estratégica.
“Indonesia debe empezar ahora a desarrollar las instalaciones necesarias si quiere aprovechar el impulso del E10”, afirmó Todotua Pasaribu, viceministro de Inversiones y Desarrollo de Indonesia. El funcionario se reunió el pasado 7 de noviembre con Masahiko Maeda, CEO regional de Toyota para Asia, en un encuentro que consolidó el interés de la automotriz en integrarse a la hoja de ruta energética del país.
Un cambio de paradigma: movilidad sustentable y soberanía energética
El compromiso de Toyota se enmarca en la política de “downstreaming” impulsada por el presidente Prabowo Subianto. Esta estrategia nacional busca aumentar el valor agregado de los recursos naturales mediante su procesamiento local, generar empleo y alcanzar una mayor autosuficiencia energética.
“El plan de Toyota no solo es coherente con la política del presidente, sino que también puede posicionar a Indonesia como centro regional de producción de bioetanol”, afirmó Pasaribu. La intención es clara: no se trata solo de importar vehículos compatibles con etanol, sino de instalar la cadena de valor completa en suelo indonesio.
La frontera invisible del maíz: buscando superar el límite biológico del etanol
Bioetanol de segunda generación: innovación desde los residuos
Uno de los aspectos más interesantes del proyecto es la tecnología elegida. Durante una visita a las instalaciones de la Research Association of Biomass Innovation for Next Generation Automobile Fuels (RABIT) en Fukushima, Pasaribu pudo conocer de primera mano los avances de Toyota en la producción de bioetanol de segunda generación.
A diferencia de los biocombustibles convencionales, que utilizan cultivos alimentarios como caña de azúcar o maíz, esta nueva generación se basa en biomasa no comestible, incluyendo residuos agrícolas. Según el viceministro, RABIT ya ha desarrollado tecnologías capaces de convertir diversos tipos de desechos agrícolas en bioetanol eficiente, limpio y escalable.
Indonesia, con su vasta superficie cultivada y su alta generación de residuos de cosecha, se perfila como un terreno fértil para esta innovación. “Contamos con una enorme disponibilidad de materia prima para abastecer este tipo de producción”, aseguró Pasaribu.
Lampung, el corazón energético del bioetanol indonesio
El proyecto ya tiene geografía definida. Toyota prevé realizar una revisión técnica conjunta en Lampung, una región del sur de Sumatra que el gobierno ha elegido como futuro núcleo productivo de bioetanol. Allí se instalaría una planta con capacidad para producir 60.000 kilolitros al año, bajo un esquema de sociedad conjunta con Pertamina, la empresa estatal de energía.
La inversión estimada ronda los 2,5 billones de rupias, equivalentes a unos 150 millones de dólares. El objetivo es establecer la joint venture para 2026, de modo que el complejo esté operativo antes de la entrada en vigor de la política E10. De concretarse, la planta no solo abastecería al mercado interno, sino que abriría oportunidades de exportación a países vecinos del sudeste asiático, ávidos de soluciones energéticas más limpias.
Territorio y tecnología: la apuesta de Toyota en la COP30 para la descarbonización del Sur Global
¿Un nuevo modelo de desarrollo energético?
Más allá de los números y los acuerdos, la movida de Toyota en Indonesia sugiere un cambio de enfoque en la transición energética global. Mientras buena parte del mundo se concentra en la electrificación, esta iniciativa reivindica el rol de los biocombustibles líquidos como una herramienta útil, especialmente en regiones donde el cambio tecnológico hacia vehículos eléctricos puede tardar más en masificarse.
Para Toyota, que ya comercializa vehículos compatibles con mezclas de etanol en varios países, este paso representa una integración vertical: del motor al cultivo, pasando por la tecnología, la inversión y el desarrollo territorial.
En ese sentido, Indonesia se convierte en un caso de estudio: ¿puede un país emergente liderar la innovación energética con actores globales y una estrategia propia? Toyota parece convencida de que sí. Y lo está apostando con millones.


