En medio de los debates globales sobre transición energética y justicia climática que marcan la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP30), celebrada en Belém, estado de Pará, Toyota se presenta con una propuesta concreta y nacida del territorio. Más que una visión a futuro, la automotriz exhibe en la cumbre internacional soluciones ya implementadas en el país que integran tecnología automotriz y combustibles limpios para reducir emisiones y promover el desarrollo social.
Durante el evento, Toyota exhibe dos prototipos desarrollados localmente: una pick-up híbrida flex y un modelo impulsado por biometano. Estas unidades fueron concebidas para demostrar que es posible combinar distintas fuentes de energía renovable de forma accesible, con escalabilidad real y sin renunciar a la confiabilidad operativa que exigen los sistemas de transporte en regiones de gran extensión territorial.
La empresa no se limita a mostrar vehículos estáticos. Para que los participantes extranjeros puedan experimentar la tecnología híbrida flex en condiciones reales, Toyota pone a disposición una flota de 70 vehículos híbridos flex, todos producidos en Brasil y abastecidos exclusivamente con bioetanol. Estas unidades están destinadas al transporte de las delegaciones internacionales. Cada vehículo incluye un dispositivo tipo tablet con información detallada sobre sostenibilidad, reducción de emisiones y el papel del etanol en la matriz energética brasileña.
Según datos de la empresa, la tecnología híbrida flex puede reducir hasta un 70 % las emisiones de dióxido de carbono en comparación con vehículos convencionales que funcionan a gasolina. Pero más allá de las cifras, lo que Toyota busca destacar en la COP30 es el camino recorrido por Brasil en materia de innovación tecnológica apoyada en sus propios recursos y capacidades.
“La COP30 es una oportunidad de intercambio y aprendizaje. Brasil tiene una experiencia valiosa en la integración de biocombustibles e innovación tecnológica, y queremos compartir esa trayectoria con el mundo”, afirma Rafael Chang, CEO de Toyota para América Latina y el Caribe.
Además del despliegue tecnológico, la compañía participa de paneles y debates a lo largo del evento, destacando el papel de los biocombustibles como una solución realista, inmediata y con beneficios comprobables para la descarbonización de la movilidad.
Una estrategia de múltiples rutas con anclaje territorial
La postura de Toyota se basa en una estrategia de múltiples caminos hacia la neutralidad de carbono. Esta concepción reconoce que cada país tiene una realidad energética, productiva y social diferente, y por lo tanto, las soluciones deben adaptarse a esos contextos. En este marco, los biocombustibles emergen como una alternativa práctica, especialmente para los países del Sur Global.
Dentro de esta visión, el bioetanol ocupa un lugar protagónico. Toyota lo considera una tecnología madura, segura, de alta disponibilidad y completamente integrada a la cadena productiva brasileña. Su utilización masiva a lo largo de décadas ha convertido al país en un referente en sistemas de transporte sustentables.
En términos de impacto climático, los resultados son contundentes. El uso de vehículos flex y de modelos híbridos flex en Brasil ya permite evitar la emisión de más de 600 millones de toneladas de CO₂ equivalente. Esta transformación se lleva a cabo con un uso mínimo del suelo: apenas el 1 % de las tierras agricultables del país se dedica a la producción de bioetanol. Además, el 98 % de la expansión de los cañaverales registrada en los últimos 25 años se realiza sobre pasturas degradadas, contribuyendo a la recuperación del suelo y a un uso más eficiente del territorio.
Pero los efectos de esta matriz no se limitan al ambiente. El sector de biocombustibles genera impactos sociales significativos. Emplea a cerca de tres millones de personas, con salarios que superan en un 46 % la media del empleo agrícola en el país. Investigaciones citadas por la compañía indican que la producción de bioetanol genera un aumento del PIB per cápita municipal de alrededor de 1.000 dólares por año, sostenido durante al menos una década. Este crecimiento se traduce en generación de empleo, mejora de infraestructura y fortalecimiento de las economías locales.
La bioelectricidad producida a partir de la caña de azúcar también tiene un papel destacado. Esta fuente renovable amplía el acceso a energía en áreas rurales, mejora la infraestructura eléctrica y contribuye al aumento del Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Toyota también remarca que la producción de biocombustibles no compite con la agricultura alimentaria. De acuerdo con estudios citados por la automotriz, dos tercios de los impactos del sector son neutros o positivos respecto a la seguridad alimentaria. El bioetanol puede coexistir con la producción de alimentos sin provocar desplazamientos ni conflictos por el uso del suelo.
“La bioenergía es una solución accesible y viable para acelerar la transición energética. El ejemplo brasileño muestra que es posible conciliar desarrollo económico, inclusión social y responsabilidad ambiental”, completa Chang.
Fundación Toyota do Brasil: innovación social en la Amazonía
Además del enfoque tecnológico, Toyota también presenta en la COP30 el trabajo social y ambiental que desarrolla a través de su Fundación. Con presencia institucional en el pabellón de Embrapa —la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria—, la Fundación Toyota do Brasil busca fortalecer el diálogo entre empresas y centros científicos en torno a la sostenibilidad y el cambio climático.
Entre sus principales iniciativas se encuentra el programa Escola Floresta Ativa, llevado adelante en alianza con el Projeto Saúde e Alegria. Esta propuesta ofrece formación profesional a jóvenes y mujeres en temas vinculados a la economía creativa, el turismo de base comunitaria y la protección territorial.
El programa ya beneficia de forma directa a más de 260 familias e impacta indirectamente en más de 16.000 personas, ampliando oportunidades y fortaleciendo la sociobioeconomía en la región amazónica.
Durante la COP30, la Fundación también participa en paneles dedicados a la sociobioeconomía y la transición justa, subrayando la importancia de que las soluciones sostenibles generen beneficios tangibles para las comunidades locales.


