En el extremo occidental de Paraná, en el sur de Brasil, se extiende Foz do Iguaçu, una ciudad que late al ritmo del turismo, el comercio fronterizo y un clima que la obliga a consumir enormes cantidades de energía. Es el acceso brasileño a las Cataratas del Iguazú, una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que atraen a millones de visitantes cada año. También es vecina inmediata de Paraguay y Argentina, lo que la convierte en un centro neurálgico de intercambio comercial y cultural.
Pero detrás del atractivo natural y económico, Foz do Iguaçu enfrenta un problema que no se ve en las postales: es una de las ciudades más ineficientes del oeste de Paraná en términos energéticos. Con temperaturas que superan los 35 grados en verano y un uso intensivo de aire acondicionado, su consumo eléctrico se dispara, presionando las finanzas municipales y la dependencia de energía convencional.
Un estudio reciente de la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (Unila), desarrollado por un equipo liderado por el doctor en Ingeniería Ricardo Hartmann, revela que esta realidad podría cambiar si la ciudad decidiera aprovechar un recurso que hoy termina enterrado: sus residuos orgánicos.
Un potencial desaprovechado que podría valer R$10 millones al año
La investigación, que analizó la eficiencia energética de siete ciudades de la región mediante un método termodinámico, muestra que Foz do Iguaçu podría ahorrar hasta R$10 millones (1,8 millones de dólares) anuales en costos energéticos y mejorar en un 2,06% su eficiencia si produce biogás a partir de al menos un 15% de la basura orgánica que hoy va a rellenos sanitarios.
El biogás, explica Hartmann, podría abastecer al sector hotelero, gastronómico y comercial como sustituto del gas de cocina, además de alimentar la flota de transporte público reemplazando el diésel. Este cambio, asegura, no solo reduciría la dependencia de combustibles fósiles, sino que abarataría el boleto del colectivo, beneficiando directamente a la población. La relevancia es mayor si se considera que el contrato municipal de recolección de residuos pasó en 2024 de R$392 millones a R$635 millones, un incremento que golpeó el presupuesto local.
Para instalar una planta de producción de biogás, se necesitaría una inversión de entre R$10 millones (1,8 millones de dólares) y R$15 millones (2,7 millones de dólares) . Además de energía, este sistema generaría biofertilizantes, un subproducto con alto valor comercial para el sector agrícola del oeste paranaense, ampliando los beneficios económicos de la iniciativa.
Calor, aire acondicionado y una ciudad ineficiente
Según Hartmann, uno de los principales motivos por los que Foz do Iguaçu presenta tanto margen de ahorro es su consumo intensivo de electricidad para refrigeración. “Foz es muy ineficiente por su calor extremo; gran parte de la energía se pierde en sistemas de aire acondicionado”, explica el investigador, que desde 2012 perfecciona el Método Termodinámico para el Análisis de Ciudades Contemporáneas, la herramienta usada en el estudio.
Este método, que utiliza analogías con motores, sistemas térmicos y de climatización para medir la eficiencia urbana, permite comparar ciudades con parámetros numéricos claros y construir escenarios que integran variables energéticas, ambientales y socioeconómicas.
Itaipu Parquetec y la paradoja del biogás ausente
Lo más llamativo es que, pese a albergar Itaipu Parquetec, un parque tecnológico reconocido en América Latina por sus desarrollos en biogás y bioenergía, Foz do Iguaçu no cuenta con ninguna planta, ni siquiera experimental, para producir esta energía. La ciudad posee los conocimientos y la tecnología a su alcance, pero no ha dado el paso para integrarlos en su matriz energética.
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Para Hartmann, esta falta de acción no solo limita el ahorro potencial, sino que posterga oportunidades de desarrollo local. “Estamos hablando de una energía que puede generar ahorro público, productos de valor agregado como biofertilizantes y mejorar la sostenibilidad urbana, alineándose con políticas ESG y modelos de ciudad inteligente”, afirma.
Un proyecto que puede transformar la gestión urbana
El estudio forma parte del programa Nuevos Arreglos de Investigación e Innovación (NAPI-Oeste), impulsado por la Fundación Araucária, que vincula a universidades, centros tecnológicos y empresas de Paraná para acelerar procesos de innovación regional. Con los datos en mano, Foz do Iguaçu enfrenta una disyuntiva: seguir dependiendo de fuentes tradicionales de energía con costos crecientes o apostar por una inversión inicial que podría recuperar rápidamente a través del ahorro, la diversificación energética y la creación de nuevos mercados ligados a la bioeconomía.
La decisión, sostienen los investigadores, podría definir si la ciudad se convierte en un ejemplo de sostenibilidad para toda la región o si seguirá enterrando, junto con sus residuos orgánicos, una oportunidad millonaria.