Entre las infinitas posibilidades que ofrece la naturaleza, hay algunas que parecen haber estado esperando el momento justo para ser descubiertas. Tal es el caso de una variante inusual de trigo común que, contra todas las reglas conocidas de la botánica, produce no uno, sino tres ovarios por flor. Este rasgo singular, que puede parecer menor para el ojo inexperto, podría convertirse en un punto de inflexión para uno de los cultivos más fundamentales del sistema alimentario global.
En octubre, un equipo de investigadores de la Universidad de Maryland (UMD), en Estados Unidos, logró identificar el gen responsable de esta anomalía natural, abriendo la puerta a un potencial revolucionario para la productividad del trigo a escala planetaria. El descubrimiento fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, una de las más prestigiosas del ámbito científico.
Trigo: pilar global bajo presión
El trigo es mucho más que un cereal. Es sustento cotidiano para más de 2.500 millones de personas y se cultiva en más de 120 países, desde las planicies de Estados Unidos hasta las llanuras del norte de África y las estepas del Asia Central. Su rendimiento, sin embargo, enfrenta límites crecientes. La combinación entre cambio climático, expansión urbana sobre tierras agrícolas, escasez de agua y aumento poblacional genera una presión sin precedentes sobre los sistemas productivos.
En este contexto, cada grano adicional cuenta. Y un cambio genético que permita aumentar el número de granos por espiga, sin necesidad de extender la superficie cultivada ni aplicar más fertilizantes, representa una promesa difícil de ignorar.
El secreto estaba en WUS-D1
El punto de partida de esta historia fue una mutación espontánea observada en una planta de trigo panadero (Triticum aestivum) que desarrollaba tres ovarios por flor en lugar de uno. Cada flor de trigo, que habitualmente da origen a un solo grano, se transformaba así en una potencial fábrica de tres granos.
Durante años, sin embargo, el mecanismo genético detrás de esta rareza se mantuvo en la penumbra. Hasta que el equipo liderado por Vijay Tiwari, profesor asociado del Departamento de Ciencias Vegetales de la UMD, logró desentrañarlo. Los científicos crearon un mapa genético ultra detallado de esta variedad y lo compararon con el del trigo convencional. Allí encontraron la clave: un gen normalmente inactivo llamado WUSCHEL-D1 (WUS-D1) aparecía activado durante las primeras etapas del desarrollo floral.
La activación temprana de WUS-D1 agranda los tejidos encargados de formar las flores, lo que permite generar más estructuras reproductivas femeninas —como los pistilos— y, en consecuencia, más ovarios por flor. «Identificar la base genética de este rasgo ofrece un camino claro para que los mejoradores lo incorporen en nuevas variedades de trigo», explicó Tiwari. «Gracias a las herramientas modernas de edición génica, podemos trabajar para optimizar aún más este rasgo y aumentar el rendimiento de manera significativa».
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Más rendimiento, sin más recursos
La importancia de esta innovación radica en su eficiencia. A diferencia de otras mejoras agronómicas que requieren más tierra, insumos o riego, este avance se enfoca en maximizar lo que ya existe: hacer que cada planta de trigo rinda más granos por cada espiga.
Según el estudio, incluso un modesto aumento en la cantidad de granos por planta podría traducirse, a escala global, en millones de toneladas adicionales de producción anual. Es una solución que apunta directamente al cuello de botella actual: cómo alimentar a una población en crecimiento sin seguir empujando los límites del planeta.
Además, la activación controlada del gen WUS-D1 no sólo permitiría aumentar la producción de trigo. Los investigadores señalaron que este enfoque podría ser replicado en otros cultivos de grano, abriendo un campo nuevo en la mejora genética de cereales.
Hacia una nueva era del trigo
Este descubrimiento no implica una solución inmediata ni un paquete comercial listo para distribuir. Pero ofrece una base científica sólida para que programas de mejoramiento genético en todo el mundo —públicos y privados— trabajen en nuevas variedades de trigo más productivas y adaptadas a un contexto cada vez más desafiante.
Con la posibilidad de activar selectivamente genes dormidos como WUS-D1, se abre una nueva frontera en la edición genómica de cultivos, donde el objetivo ya no es solo resistir enfermedades o climas extremos, sino también reconfigurar la arquitectura misma de las plantas para producir más con menos.