En Europa, pocas veces un residuo tan cotidiano como el aceite de cocina usado tuvo tanta importancia estratégica. Durante años, toneladas de ese líquido marrón, recolectado en restaurantes, fábricas de alimentos y comercios, alimentaron un biocombustible conocido como UCOME. La idea detrás era sencilla y poderosa: transformar un desecho en energía y, al mismo tiempo, reducir la dependencia de combustibles fósiles.
El modelo funcionó, en parte, gracias a reglas que multiplicaron el valor del UCOME dentro de las políticas climáticas. Pero ese escenario está cambiando. Alemania y los Países Bajos, dos actores decisivos para el mercado regional, están revisando cómo se reconoce y se contabiliza este biocombustible. Y estos cambios llegan en un momento en el que China irrumpe con fuerza en el mercado global del aceite usado, la materia prima que sostiene a este combustible.
El resultado es que la industria de biodiésel europea podría ingresar en una etapa de transición, donde los incentivos que mantuvieron al UCOME en el centro empiezan a reacomodarse.
Alemania redefine el corazón del sistema: el final del doble conteo
El UCOME se convirtió en una pieza clave del biodiésel europeo gracias a un mecanismo regulatorio que multiplicaba su valor: el doble conteo. Bajo este esquema, ciertos biocombustibles elaborados a partir de residuos se contabilizaban como si cada litro equivaliera a dos cuando las empresas declaraban cuánto renovable usaban para cumplir los objetivos de reducción de emisiones.
Esta regla tenía un propósito concreto: impulsar el uso de residuos y premiar las materias primas de bajo impacto ambiental. Durante años, la estrategia funcionó. Las empresas podían cubrir una parte significativa de sus obligaciones con un volumen relativamente pequeño de UCOME, lo que lo convirtió en un biocombustible muy cotizado. Pero con el tiempo quedó en evidencia una distorsión de fondo. Al permitir que cada litro se contara como dos en los objetivos de renovables, las metas se cumplían en la planilla, pero en la práctica, el esquema terminaba reduciendo el uso físico de biocombustibles y aumentando el uso del fósil que se pretendía desplazar. Al mismo tiempo, el aceite usado comenzó a valorizarse por encima de aceites vírgenes en algunos mercados, y las dudas sobre la trazabilidad de ciertos flujos de importación crecieron a medida que aumentaba el incentivo económico.
En este contexto, Alemania prepara un giro decisivo. Según información reportada por Vesper —una plataforma especializada en datos del sector energético y oleaginoso— el gobierno alemán alcanzó un acuerdo político para eliminar el doble conteo en su sistema de cuotas de gases de efecto invernadero. La medida, que abarca al UCOME y a otros biocombustibles avanzados, entraría en vigor el 1 de enero de 2026, coincidiendo con la incorporación de la directiva europea RED III al derecho nacional.
El cambio implica que un litro volverá a valer un litro. Sin multiplicadores, sin atajos contables. Para el UCOME, esto significa perder el principal estímulo que lo había convertido en favorito dentro del sistema alemán.
La consecuencia más inmediata será un reacomodamiento en las opciones de cumplimiento. Distintos actores del mercado señalan que el diésel renovable conocido como HVO, producido mediante hidrotratamiento de aceites y grasas, podría ganar terreno. Al mismo tiempo, una mayor demanda de HVO podría sostener o aumentar el uso de aceite de colza, cultivo emblemático en la agricultura europea.
Pero Alemania no sólo modificará los incentivos. También reforzará los controles.
Más controles y un mensaje claro: la trazabilidad importa
El Ministerio de Medio Ambiente alemán acordó introducir un esquema de “protección de confianza” que permitirá a las autoridades anular certificados de sostenibilidad cuando se demuestre que se emitieron sobre la base de fraude, como declaraciones falsas en importaciones de biocombustibles. Lo más sensible es que esta anulación podría aplicarse con efecto retroactivo de hasta dos años.
Este movimiento cambia la dinámica del mercado. Los proveedores deberán contar con cadenas de trazabilidad más robustas si quieren evitar quedar excluidos. Y los grandes compradores, desde distribuidoras hasta empresas energéticas, tenderán a reforzar los contratos y a trasladar la responsabilidad del control hacia quienes colocan los biocombustibles en el mercado. Esto generará un mercado alemán más exigente y selectivo, donde la reputación y la transparencia serán recursos tan valiosos como la materia prima.
Con Alemania redefiniendo incentivos y controles, el foco se desplaza hacia el norte europeo, donde los Países Bajos toman un camino distinto que también impacta al UCOME.
Países Bajos limita el rol del UCOME en el sector marítimo
La Autoridad de Emisiones de los Países Bajos confirmó que, en el marco de su futura legislación nacional basada en la directiva de energías renovables, el UCOME dejará de ser reconocido como renovable cuando se utilice para abastecer barcos.
La frase puede sonar tajante, pero conviene aclararla. El UCOME no deja de ser un biocombustible. No cambia su composición ni su origen. Lo que cambia es su valor regulatorio: para el sector marítimo neerlandés, no aportará al cumplimiento de los objetivos de energías renovables. En la contabilidad ambiental del país, un litro de UCOME usado en barcos contará igual que un litro de combustible fósil.
Esta decisión se aplica exclusivamente al transporte marítimo. En cambio, el UCOME seguirá siendo válido como renovable en el transporte por carretera y en la navegación interior.
El impacto es concreto. El sector marítimo, sobre todo en puertos como Róterdam —uno de los más relevantes de Europa—, deja de ser un destino atractivo para este biocombustible. Quienes abastecen barcos deberán migrar hacia otros productos que sí aporten al cumplimiento regulatorio, o reorientar esos volúmenes hacia segmentos donde el UCOME conserve su reconocimiento.
Este ajuste neerlandés no tiene relación con el fin del doble conteo alemán; son medidas independientes. Pero ambas afectan al mismo biocombustible en un mismo momento, y juntas reconfiguran su lugar en el mercado europeo.
China agrega presión sobre la materia prima: el aceite usado
Mientras Europa revisa sus reglas, otro movimiento ocurre a miles de kilómetros: China amplía su capacidad de producir combustible sostenible de aviación. Este tipo de combustible, utilizado para reducir la huella de carbono de los vuelos, se produce también en su mayoría a partir de aceites y grasas, incluido el aceite de cocina usado.
Según datos recopilados por Vesper, China aprobó tres nuevas refinerías con autorización para exportar combustible sostenible de aviación, asignando cuotas que, en conjunto, se ubican entre 788.000 y 828.000 toneladas anuales. Un reporte posterior de Reuters indicó que el país elevó su proyección de exportaciones hasta cerca de 1,2 millones de toneladas en el año.
El avance del combustible sostenible de aviación tiene una consecuencia directa para Europa: aumenta la competencia por el aceite usado. Lo que alguna vez fue un residuo abundante ahora es un recurso disputado por múltiples industrias. Cuantas más plantas demanden ese insumo, más ajustada se vuelve la oferta y más desafiante resulta abastecer a los productores europeos de UCOME y de diésel renovable.
Es una presión adicional que se suma a un momento de reacomodamiento regulatorio dentro de la Unión Europea.


