En la edición de marzo de Carta Energética, una publicación mensual de la consultora Montamat & Asociados, un artículo firmado por Daniel Montamat, ex secretario de Energíay Agustín Torroba, ex Director Nacional de Biocombustibles destaca el rol que tendrán los biocombustibles en la transición hacía una matriz energética más limpia.
El artículo describe que el desarrollo económico del siglo XXI ha cambiado los paradigmas consolidados de la economía hacía un mayor compromiso con el medio ambiente, en el cual la industria energética no puede quedar por fuera y deberá adaptarse a producir con estas restricciones.
Destaca que Argentina cuenta con ventajas estratégicas para desarrollar sus recursos renovables en forma de energía eléctrica y como bicombustibles líquidos. Este proceso permitirá al país ampliar la participación de cadenas de valor competitivas, crear empleos formales, aumentar la agregación de valor de la producción primaria, generar saldos exportables con productos bionergéticos y sustituir importación de combustibles fósiles. La estrategia energética de largo plazo es funcional a un cambio de la estrategia productiva que privilegie el valor agregado exportable.
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Resalta que el mundo cambiará su paradigma de movilidad vehicular, dejando paulatinamente los combustibles fósiles para virar a autos eléctricos y celdas de hidrógeno, en una transición prolongada en la cual serán necesarios combustibles con menores emisiones de gases de efecto invernadero.
Propone trabajar en la generación de consensos mínimos para un nuevo marco normativo (el vigente vence en mayo de 2021) y para lo cual resultará necesario contar con un diagnóstico del estado del sector. En este sentido, describe los dos tipos de industrias elaboradoras de biodiesel. Una integrada verticalmente, muy eficiente, de gran escala y alta concentración y otra de menor escala, distribuida en varias provincias y menos eficientes.
En cuanto al etanol, destaca la gran competitividad que ha alcanzado el derivado de cereal y el potencial de crecimiento que tiene ante la abundancia de maíz. En el caso del derivado de caña de azúcar resalta que algunos ingenios han realizado inversiones que le permitirán alcanzar competitividad internacional y la posibilidad de incorporar procesos duales que también permitan integrarse con el maíz.
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Según los especialistas, la sustitución de importaciones de combustibles líquidos con la entrada masiva de los biocombustibles agregaría mayor grado de competencia en un mercado de pocos jugadores y podría producir que los precios de los combustibles dejen de ser la alternativa de importación y pasen a ser la paridad de exportación. Para llegar a ello, creen que debería permitirse el ingreso de tecnología existente en el mundo, como la flex fuel, y en el caso del biodiesel, se podría avanzar en el uso de mayores cortes cuando la tecnología lo posibilite.
Para finalizar propone una modificación en el esquema impositivo actual de tal forma que cualquier cambio en la relación de los dos impuestos actuales, ICL y ICO2, se compensaran de forma tal de dejar inalterado los ingresos fiscales y el impacto en los consumidores de los combustibles líquidos. Recomienda también la creación de un Fondo Compensador de Carbono como herramienta para estabilizar los vaivenes en los precios de los commodities agrícolas y dar previsibilidad a los precios de los biocombustibles.
Los autores muy generosamente comparten el artículo para que se puede descargar del siguiente link.