La carne cultivada irrumpió en la escena global con una promesa disruptiva: ofrecer una alternativa para aquellos que ven en la ganadería tradicional un problema ambiental o que tienen objeciones éticas sobre el consumo de carne animal. Respaldada por el avance de la ciencia y una creciente ola de inversores que la presentan como el futuro de la alimentación, esta tecnología promete revolucionar la manera en que producimos y consumimos carne. Pero, ¿cuán cerca estamos realmente de verla masificada en los supermercados? ¿Es una solución viable o una utopía tecnológica?
Un concepto nacido en el laboratorio
La carne cultivada, también llamada carne de laboratorio o carne celular, se produce a partir de células animales que se cultivan en un entorno controlado, eliminando la necesidad de criar y sacrificar animales. La idea no es nueva: los primeros experimentos datan de hace más de dos décadas, pero fue en 2013 cuando se presentó al mundo la primera hamburguesa cultivada. Desde entonces, el sector ha avanzado significativamente en términos de investigación, inversión y aprobaciones regulatorias.
El respaldo de gobiernos y grandes empresas
A pesar de los desafíos, el interés por la carne cultivada sigue en aumento. Gobiernos de distintos países han comenzado a incluirla dentro de sus estrategias de bioeconomía, reconociendo su potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la eficiencia de la producción de alimentos. Empresas líderes en la industria alimentaria como Nestlé, JBS, Tyson Foods y Cargill han invertido en startups del sector, conscientes de que si la tecnología logra escalar, podría representar un negocio altamente rentable.
Bruce Friedrich, cofundador y presidente del Good Food Institute (GFI), señaló durante el evento de Innovación en Agricultura Celular de la Universidad de Tufts (EE.UU.) que «en 2024 vimos muchos ejemplos alentadores de gobiernos en todo el mundo reconociendo el potencial de la agricultura celular y apostando por su financiamiento». Según Friedrich, la atención gubernamental no solo es una validación del concepto, sino también una muestra del impacto económico que podría generar.
Un camino lleno de obstáculos
Pero la transición de la carne cultivada del laboratorio al mercado masivo no es sencilla. Uno de los principales desafíos es el costo de producción. Aunque los costos han disminuido drásticamente desde aquella primera hamburguesa de laboratorio que costó más de 300.000 dólares, aún sigue siendo considerablemente más cara que la carne convencional.
Otro escollo es la capacidad de producción a gran escala. Los bioreactores necesarios para cultivar carne en grandes volúmenes siguen siendo una tecnología en desarrollo. David Kaplan, director del Centro de Agricultura Celular de Tufts, destacó que «no solo necesitamos escalar la producción de células, sino también mejorar los biomateriales fundamentales que serán parte de estos productos». Kaplan enfatizó que la industria debe avanzar en la innovación de nuevas fuentes celulares y materiales para reducir costos y hacer que la carne cultivada sea viable a gran escala.
¿Cambio de paradigma o nicho de mercado?
Más allá de los obstáculos técnicos, el gran interrogante es la aceptación del consumidor. Encuestas muestran que, si bien existe curiosidad por la carne cultivada, muchos consumidores siguen prefiriendo la carne tradicional. El sabor, la textura y la confianza en la seguridad del producto serán factores clave para su adopción.
Friedrich destacó que «por 12.000 años hemos cultivado cultivos para alimentar animales y luego consumirlos, un proceso altamente ineficiente. La carne cultivada podría cambiar esto y hacer que la producción sea mucho más eficiente». Con inversores como ADM, Nestlé, JBS y Cargill apostando a este futuro, es claro que la industria ve en esta tecnología un potencial disruptivo.
Si logra superar estos desafíos, la carne cultivada podría convertirse en una solución revolucionaria para un mundo que demanda sistemas alimentarios más sostenibles. Pero si los costos no bajan y los consumidores no la aceptan, podría quedar relegada a un mercado de nicho, similar a los productos premium o gourmet.
El futuro está en construcción
El destino de la carne cultivada aún está por definirse. Lo que es innegable es que la industria alimentaria está en plena transformación, impulsada por la tecnología y la necesidad de producir alimentos de manera más eficiente y sustentable. ¿Será la carne cultivada la respuesta definitiva o solo un eslabón en la evolución de nuestra dieta? El tiempo y la ciencia tendrán la última palabra.