Del 6 al 8 de agosto, el predio ferial de La Rural de Palermo volvió a reunir a miles de productores, técnicos y empresas del sector agropecuario en una nueva edición del Congreso Aapresid, que este año se desarrolla bajo el lema “Código abierto”. En ese marco, se presentó un acuerdo que promete aportar datos clave para la sostenibilidad del agro argentino: Profertil, la principal productora de fertilizantes del país, y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) firmaron un convenio de tres años para medir la huella de carbono de los sistemas de siembra directa y de los cultivos que forman parte de ellos, considerando las particularidades de cada región.
La importancia de medir la huella de carbono en el agro
La iniciativa parte de una premisa central en la transición hacia una agricultura más sustentable: no es posible mejorar lo que no se mide. La huella de carbono es un indicador que contabiliza las emisiones y capturas de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas a un sistema productivo. En el caso de la agricultura, abarca desde el uso de insumos y combustibles hasta los cambios en el carbono del suelo. Disponer de datos precisos permite identificar los puntos críticos donde las emisiones pueden reducirse y, al mismo tiempo, potenciar las prácticas que capturan carbono.
Siembra directa: beneficios y necesidad de datos regionales
La siembra directa, promovida por Aapresid desde hace más de tres décadas, se considera una herramienta central para la conservación de suelos y la reducción de emisiones en el agro. Al evitar la remoción del suelo, disminuye la erosión, ahorra combustible y favorece la retención de carbono orgánico. Sin embargo, la magnitud de esos beneficios depende de múltiples factores —como el manejo del cultivo, el clima y la región—, de ahí la importancia de medir con un enfoque localizado.
Oportunidad y riesgo en los mercados internacionales
Más allá del impacto ambiental, medir la huella de carbono abre nuevas oportunidades económicas y ayuda a prevenir riesgos comerciales. El mundo avanza hacia modelos productivos alineados con la bioeconomía, que promueven el uso eficiente y sostenible de los recursos biológicos. En este contexto, los mercados y las políticas climáticas valoran cada vez más bienes y materias primas con bajas emisiones, desde alimentos y fibras hasta biocombustibles, químicos o polímeros. Cumplir con esos estándares puede habilitar incentivos o pagos por reducción de gases de efecto invernadero. No alcanzarlos, en cambio, puede convertirse en una barrera para ingresar a mercados cada vez más exigentes. Por eso, contar con sistemas de cuantificación precisos y adaptados a cada región productiva es clave para aprovechar las oportunidades y evitar quedar fuera de juego.
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Un proyecto con impacto estratégico para el sector
El proyecto anunciado por Profertil y Aapresid combina la visión de una empresa con fuerte presencia en el suministro de insumos clave para la producción agrícola y la experiencia de una asociación referente en innovación y prácticas conservacionistas. Ambas partes destacaron que el trabajo se realizará junto a los productores, con el doble objetivo de medir con rigor y transferir el conocimiento que se genere a lo largo del proceso.
En un contexto en el que la trazabilidad y la sustentabilidad son cada vez más determinantes para competir en los mercados, este tipo de iniciativas refuerza el papel de la agricultura argentina como proveedora de alimentos y materias primas de calidad con bajo impacto ambiental. La huella de carbono, más que un dato técnico, se convierte así en una herramienta estratégica para el futuro del sector.


