En el norte de España, en una región agrícola y ganadera llamada Navarra, una planta que desde 2011 producía electricidad y calor a partir de biogás acaba de dar un paso que cambia la escala de su impacto: inyectar biometano directamente en la red de gas. Lo hace gracias a una ampliación que le permite purificar el biogás hasta alcanzar la misma calidad que el gas natural, y luego enviarlo, a través de una conexión de apenas 25 metros, a la red gestionada por Nedgia, la distribuidora del grupo Naturgy. El resultado es una producción anual estimada de 22 GWh, equivalente al consumo de unos 4.000 hogares.
De una planta de cogeneración a un productor de biometano
La instalación pertenece a E-Cogeneración Cabanillas, empresa dedicada a la valorización energética de residuos. En 2011, puso en marcha una planta de cogeneración —un sistema que produce electricidad y calor de forma simultánea— con una potencia de 370 kilovatios eléctricos. El calor generado se destinaba a procesos internos, optimizando el uso de la energía contenida en el biogás.
La ampliación ahora completada introduce una tecnología clave: el upgrading. Este proceso depura el biogás, eliminando dióxido de carbono, vapor de agua y otras impurezas hasta obtener metano con una pureza y presión equivalentes al gas natural que circula por las redes. Con esta modificación, la planta puede inyectar hasta 320 metros cúbicos normales por hora (Nm³/h), lo que equivale a 22 GWh anuales. La inversión contó con apoyo financiero del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), organismo público español que promueve proyectos de eficiencia y energías renovables.
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Residuos como materia prima y fertilizantes como coproducto
El abastecimiento de la planta combina principalmente purines porcinos —efluentes líquidos generados por la cría intensiva de cerdos— con residuos de la potente industria alimentaria local. Estos materiales, que de otro modo representarían un desafío ambiental, se someten a digestión anaerobia: un proceso biológico en el que microorganismos degradan la materia orgánica en ausencia de oxígeno, produciendo biogás y un subproducto sólido-líquido llamado digestato.
El digestato no se desecha: se utiliza como fertilizante orgánico, reduciendo la dependencia de insumos químicos derivados del petróleo y cerrando el ciclo de nutrientes en la agricultura. Esta doble valorización —energética y agrícola— convierte a la planta en un ejemplo de economía circular aplicada.
Nedgia y el desarrollo del gas verde en España
Nedgia es la principal distribuidora de gas de España, con presencia en diez comunidades autónomas y más de 1.200 municipios. Opera alrededor de 60.000 kilómetros de redes que abastecen a más de 5,5 millones de puntos de suministro. En el terreno del gas renovable, la compañía ya tiene conectadas doce plantas de biometano con una capacidad conjunta de 328 GWh/año, suficientes para cubrir el consumo de 60.000 hogares. Además, impulsa 74 proyectos en distintas fases de tramitación o construcción, que podrían elevar la capacidad nacional de inyección a 4.200 GWh anuales.
En Navarra, junto a la planta de Cabanillas, Nedgia tiene otros siete proyectos en carpeta, con un potencial de hasta 400 GWh anuales. Según Raúl Suárez, CEO de Nedgia, “la conexión de esta planta a la red supone un importante hito para la transición energética de Navarra, en la que el gas verde y las redes que lo vehiculan deben jugar un papel estratégico para asegurar un proceso de descarbonización competitivo y sostenible para familias y empresas”.
Más allá del metano: la nueva tecnología que redefine el negocio del biogás
Un paso más en la transición energética europea
El biometano ofrece una ventaja estratégica: puede transportarse y utilizarse en las mismas condiciones que el gas natural fósil, lo que permite descarbonizar sectores sin sustituir equipos ni modificar infraestructuras. Esto lo convierte en un aliado para la transición energética, especialmente en Europa, donde los objetivos de reducción de emisiones obligan a diversificar rápidamente las fuentes renovables.
La planta de Cabanillas no es un proyecto aislado, sino parte de una tendencia continental que busca aprovechar el potencial energético de los residuos orgánicos. Cada nueva conexión a red amplía la base de suministro de gas renovable, reduce la dependencia de combustibles fósiles y fortalece la resiliencia energética. Para Navarra, es la primera; para Europa, un paso más en un camino que todavía tiene mucho recorrido.