sábado, septiembre 13, 2025
 

Revolución invisible: el ácido que está en pañales, pinturas y cables que ahora se puede producir con bioetanol

Una startup estadounidense logró escalar la producción de ácido acrílico biobasado, un insumo omnipresente en la industria moderna que hasta hoy solo se obtenía de combustibles fósiles

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Pinturas, pañales, cables de fibra óptica, adhesivos industriales, lentes militares, plásticos especiales. En todos esos productos —y en cientos más— hay una molécula en común: el ácido acrílico. Aunque su nombre suene a laboratorio, es uno de los insumos más utilizados de la industria moderna. Lo que pocos saben es que hasta ahora se producía exclusivamente a partir del petróleo, en un proceso complejo y altamente contaminante.

La noticia que cambia esta lógica silenciosa acaba de llegar desde Estados Unidos. Allí, una joven empresa de biotecnología industrial logró lo que durante años fue una promesa sin cumplir: fabricar ácido acrílico 100% biobasado es decir, completamente derivado de materias primas renovables. Pero más importante aún, lo hizo a escala industrial, demostrando que no se trata de un experimento de laboratorio, sino de una solución lista para competir en el mercado global.

Una molécula estratégica con impacto global

El ácido acrílico es lo que se llama un “químico plataforma”: no se usa directamente, pero a partir de él se fabrican polímeros súper absorbentes, pinturas resistentes, adhesivos de precisión y componentes ópticos. Es tan esencial que su mercado global se estima en 18.000 millones de dólares hacia 2030, y su presencia se extiende desde productos de higiene hasta equipamiento militar.

El problema es que, hasta ahora, producirlo implicaba una cadena de suministro basada en petróleo, con elevadas emisiones de gases de efecto invernadero y alta exposición a los vaivenes del precio internacional. Cambiar esa lógica requería repensar el proceso desde cero. Y eso fue exactamente lo que hizo Industrial Microbes, una startup estadounidense nacida del cruce entre la biotecnología y la ingeniería de procesos químicos.

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Qué hizo Industrial Microbes (y por qué importa)

Fundada por científicos especializados en biología sintética, Industrial Microbes —conocida como iMicrobes— se dedica a desarrollar procesos industriales que utilizan microorganismos modificados genéticamente para transformar insumos renovables en productos químicos de alto valor. En este caso, lograron que una cepa microbiana produzca ácido acrílico a partir de etanol renovable, sin usar derivados del petróleo ni solventes tóxicos.

Lo innovador no es solo la biología, sino la capacidad de escalarla. Gracias al apoyo de BioMADE, una organización público-privada impulsada por el Departamento de Defensa de EE.UU. para fortalecer la biomanufactura nacional, y con la colaboración técnica del Integrated Bioprocessing Research Lab, iMicrobes logró pasar de experimentos en frascos de laboratorio a reactores de 1.500 litros, produciendo lotes de 20 kilos de ácido acrílico puro.

En términos industriales, ese salto de escala equivale a multiplicar por 750 veces el volumen de producción inicial, algo fundamental para demostrar que la tecnología no solo funciona, sino que puede competir en precio y volumen con las alternativas petroquímicas.

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Tecnología limpia, costos competitivos

El proceso diseñado por iMicrobes integra varias ventajas clave. En primer lugar, utiliza etanol como materia prima, lo que permite usar recursos locales y renovables. Segundo, las reacciones químicas ocurren en un único biorreactor, a temperaturas suaves, lo que reduce el consumo energético. Y tercero, el sistema de purificación evita el uso de solventes tóxicos y etapas costosas, lo que abarata y simplifica el proceso.

“Diseñamos esta tecnología con el costo como límite desde el primer momento”, explicó Noah Helman, cofundador y CEO de iMicrobes. “Nuestra meta no era solo fabricar ácido acrílico biobasado sino hacerlo a un precio que compita con el producto petroquímico. Gracias al respaldo de BioMADE, pudimos demostrar que eso es posible.”

Desde BioMADE, la especialista Ashley Arnell lo resumió con claridad: “Este proyecto muestra cómo la biomanufactura puede aportar materiales críticos sin depender de insumos extranjeros. Además de reducir emisiones, fortalece la cadena de suministro nacional.”

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Más allá del ácido acrílico biobasado: la promesa de la fibra de carbono

Aunque el foco inmediato es el ácido acrílico, la tecnología de iMicrobes va mucho más allá. Usando el mismo proceso biológico, y cambiando solo la etapa final de reacción, la empresa también puede producir acrilonitrila biobasada, un insumo clave para fabricar fibra de carbono, ese material liviano y resistente que se usa en autos deportivos, aviones y equipos de defensa.

Actualmente, Estados Unidos importa casi la mitad de su fibra de carbono, lo que representa una vulnerabilidad estratégica. Desarrollar un método nacional, sostenible y económicamente competitivo para producir su insumo básico representa una oportunidad enorme, no solo ambiental sino también estratégica, especialmente en los equipos de defensa.

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El mercado ya está respondiendo

El avance no se queda en el laboratorio. iMicrobes ya firmó cartas de intención con empresas interesadas en utilizar este nuevo ácido acrílico como alternativa sostenible. Y es que para muchas compañías, contar con versiones biobasadas de químicos tradicionales les permite avanzar en sus compromisos de carbono neutralidad sin cambiar sus procesos industriales, algo clave para facilitar la transición.

“El mercado está hambriento por soluciones bio que no requieran rediseñar todo desde cero”, afirmó Helman. “Nuestros socios ven en este producto una forma de mantener rendimiento, reducir huella ambiental y ganar ventaja en el segmento sostenible, que crece cada vez más rápido.”

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Un cambio de paradigma en marcha

Aunque la noticia parece técnica, su impacto es profundo. La posibilidad de fabricar a escala un insumo clave como el ácido acrílico sin petróleo es una señal clara de que la bioeconomía ya no es solo una promesa, sino una realidad industrial. Y no se trata de productos boutique o de bajo volumen: hablamos de moléculas que sostienen mercados multimillonarios.

Este caso muestra cómo una combinación de ciencia, apoyo estatal y visión empresarial puede transformar sectores enteros, abrir nuevas cadenas de valor y reducir la dependencia de los combustibles fósiles sin comprometer rendimiento ni costos. En un mundo que exige descarbonizar con urgencia, avances como este son mucho más que una buena noticia: son un cambio de paradigma en marcha.

 
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