En el corazón del estado de São Paulo, allí donde las rutas se cruzan con campos interminables y el calor del asfalto desafía la maquinaria pesada, una transformación silenciosa comienza a gestarse. No se trata de un nuevo modelo ni de una revolución tecnológica futurista. Es, más bien, una vuelta de tuerca ecológica al presente: camiones que no respiran diésel, sino el aliento verde del campo brasileño. Volkswagen Camiones y Buses, junto con la concesionaria EcoRodovias, ha puesto en marcha una prueba que podría reescribir el manual energético del transporte terrestre en América Latina. Durante los próximos 12 meses, cuatro camiones de la firma de origen alemán rodarán alimentados exclusivamente con biodiésel B100, un combustible renovable producido en su totalidad a partir de aceite de soja.
Biocombustibles, ¿reemplazo real o utopía verde?
El biodiésel no es una fantasía experimental ni un capricho de laboratorio: en Brasil es ley. Todo el diésel comercializado en el país debe contener un mínimo de 15% de biodiésel, una proporción que aumentará progresivamente hasta alcanzar el 20% en 2030, y que ya está en estudio para llegar incluso al 25%. Esta adopción masiva de mezclas —como el B15 o el futuro B20/B25— convierte al país en un referente mundial en la integración de biocombustibles a gran escala. Sin embargo, el gran desafío no está en la mezcla, sino en la pureza: el B100, biodiésel 100% vegetal sin cortes fósiles, plantea un nuevo umbral tecnológico. Por eso, la prueba que hoy impulsa Volkswagen Camiones y Buses junto a EcoRodovias se centra en validar su desempeño en condiciones reales de operación: desde el consumo y el desgaste del motor hasta la confiabilidad y el mantenimiento, todos los parámetros están bajo la lupa.
Actores de peso, alianzas estratégicas
Volkswagen Camiones y Buses, con sede en Brasil y parte del Grupo Traton, es pionera en soluciones de transporte sustentable. A través de su Programa Futuro, impulsa iniciativas que promueven un legado ambiental más responsable. EcoRodovias, por su parte, es el mayor operador de redes viales del país. Controlado por el grupo italiano ASTM, gestiona más de 4.800 kilómetros de rutas concesionadas en ocho estados. Ambas compañías comparten un compromiso con la descarbonización, y el ensayo con B100 se alinea con sus respectivas estrategias climáticas.
En el caso de EcoRodovias, las pruebas también buscan acelerar los objetivos establecidos en su Agenda ESG 2030, que contempla reducir un 25% sus emisiones de Alcance 1 y 2 para 2026, y un 42% para 2030. “Una parte relevante de nuestras emisiones proviene de la flota de motores a diésel —como grúas, ambulancias y camiones de apoyo—. Creemos que el B100 tiene potencial para ofrecer beneficios ambientales con costos de adaptación relativamente bajos”, afirmó Mónica Jaén, directora de Sostenibilidad del grupo.
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Los vehículos del experimento
El ensayo involucra cuatro unidades de camiones Volkswagen que cumplen funciones clave dentro de la concesionaria Ecovias do Noroeste Paulista. Se trata de un Meteor 29.530 (configurado para grúa), dos Delivery 11.180 (también para grúa) y un Constellation 17.190 en configuración cisterna. Estas unidades recibirán ajustes específicos en sus sistemas y serán monitoreadas en forma permanente por técnicos de ambas empresas. El combustible es provisto por Brejeiro, una empresa brasileña con vasta trayectoria en la producción de biodiésel de soja, y el abastecimiento se realizará mediante un camión convoy operado por Petroservice, subcontratada por F8 Fuel, desde una base ubicada en la ciudad de Araraquara.
¿La ruta de la descarbonización pasa por la soja?
Más allá de los números, el trasfondo de esta prueba remite a un dilema global: cómo descarbonizar el transporte de cargas con soluciones viables, inmediatas y compatibles con la infraestructura existente. En un país como Brasil —con flotas diversas, rutas extensas y una agricultura pujante—, el biodiésel B100 aparece como una respuesta directa, escalable y de alto impacto. No se trata de reinventar el transporte, sino de adaptarlo inteligentemente con lo que ya está al alcance.
“Nos mantenemos firmes en nuestro compromiso con la sostenibilidad y la innovación”, explicó Rodrigo Chaves, vicepresidente de Ingeniería de Volkswagen Camiones y Buses. “Estas pruebas con B100 buscan validar su uso como ruta de descarbonización, mejorando el rendimiento y la eficiencia de nuestros vehículos en operación real”.
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Una señal desde el sur: innovación verde a escala regional
Brasil, uno de los mayores productores agrícolas del mundo, también emerge como un referente en la producción de biocombustibles. Lo que hoy se ensaya en las rutas del interior paulista podría convertirse en modelo para otros países que buscan alternativas inmediatas a los combustibles fósiles sin resignar productividad ni exigir reconversiones drásticas. El B100 no es un reemplazo del futuro: es una opción del presente, nacida del campo y con impacto probado en la ruta. Y en ese cruce entre innovación industrial y capacidad agrícola, se perfila un camino concreto hacia una movilidad más limpia.
