Este año será el noveno desde la puesta en marcha del mandato de etanol celulósico en los EEUU. Hoy les quiero compartir una breve reseña del etanol derivado de la celulosa, revisar los objetivos originales y examinar el estado actual de la industria.
¿Qué es el etanol celulósico?
La producción convencional de etanol utiliza el proceso de fermentación para convertir almidones o azúcares simples en etanol. La gran mayoría del etanol del mundo se produce a partir de maíz o de la caña de azúcar.
La celulosa es un material que se encuentra en la estructural fundamental de las plantas, compuesto de varias unidades de azucares que se repiten una y otra vez. Estas unidades se pueden descomponer mediante diversos procesos en los azúcares que luego pueden ser fermentados para elaborar bioetanol.
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El proceso de descomposición de la celulosa en azúcares se descubrió en Francia allá por los años 1800, y la producción de etanol celulósico se comercializó por primera vez en Alemania en 1898. En 1910 se instaló la comercialización en los EEUU, pero rápidamente fue abandonada en casi todo el mundo por razones anti-económicas.
Los mandatos de etanol comienzan
La Ley de Política Energética de 2005 dio origen al Programa de Combustibles Renovables (RFS) en los EEUU, el cual requirió originalmente 7.500 millones de galones de combustible renovable, principalmente etanol derivado de maíz, para ser combinados con el suministro de combustible para el año 2012.
La ley creó mandatos requiriendo que los crecientes volúmenes de biocombustibles se combinen con el suministro de combustible. La producción de etanol de maíz aumentó y superó rápidamente estos volúmenes. La Ley de independencia y seguridad energética de 2007 (EISA) aumentó y aceleró el cronograma de mandatos. Pero también creó un mandato para comenzar a mezclar biocombustible de celulosa (que se consistió principalmente en etanol) en el suministro de combustibles de la nación.
Curiosamente, cuando se establecieron los mandatos no había producción comercial de etanol celulósico, pero los partidarios de la tecnología estaban seguros de que la comercialización se produciría en respuesta a los mandatos. El mandato de etanol celulósico entró en vigencia en 2010, cuando se requirieron 100 millones de galones de etanol celulósico para ser mezclado en el suministro de combustible.
El mandato aumentó rápidamente a 500 millones de galones en 2012, mil millones de galones en 2013, y en 2017 se suponía que llegaría a 5.500 milloness de galones.
Los mandatos se quedan cortos
La realidad es que no hubo producción de etanol celulósico comercial ni en 2010, ni en 2011. En 2012 se produjo recién el primer lote calificado (es decir, el primer lote calificado por la Agencia de Protección Ambiental para recibir créditos fiscales de biocombustibles de celulosa) de etanol celulósico. Blue Sugars Corporation produjo unos 20.069 galones de biocombustible de celulosa en abril de 2012. Después de esto, no se produjo más etanol de celulosa en 2012 (o 2013), y Blue Sugars se declaró en bancarrota un año después.
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En 2014, cuando el mandato exigía 1.750 millones de galones de biocombustible celulósicos, se pusieron en marcha varias plantas nuevas. En su mayoría, estas plantas fueron fuertemente subsidiadas por los contribuyentes, y cada galón de producción calificada también recibió subsidios en forma de créditos de energía renovable.
Las empresas que se embarcaron en la construcción de plantas fueron DuPont, Abengoa, INEOS Bio y el POET. La mayoría de estas plantas hoy se encuentran cerradas, pero lograron producir 728.509 galones de etanol celulósico en 2014 (según datos de EPA ).
La producción de biocombustibles celulósicos se disparó en 2014, principalmente porque EPA reclasificó el biogás proveniente de rellenos sanitarios, el proveniente del tratamiento de aguas residuales municipales y el de obtenido en los digestores agrícolas como biocombustibles de celulosa. Como resultado, los productores de biogás se volvieron elegibles para créditos fiscales generosos.
El hito del primer millón de galones
Aunque el RFS preveía 100 millones de galones de producción de etanol celulósico en 2010, no fue hasta 2015 que la producción anual de etanol celulósico superó el umbral de un millón de galones. Durante todo el año, se produjeron 2,2 millones de galones. En 2016, se agregaron otros 3,8 millones de galones de etanol celulósico. Luego, en 2017 se produjo el mayor salto en la producción de etanol celulósico hasta la fecha, con una producción que alcanzó los 10 millones de galones.
Saltar de menos de un millón de galones a 2,2, 3,8 y luego a 10 ciertamente califica como crecimiento exponencial. Pero tenga en cuenta que ya en 2015, la capacidad de las plantas que anunciaron que estaban en producción, era de al menos 88 millones de galones de etanol celulósico por año. Con un mandato de 5.500 millones de galones para 2017, los 10 millones de galones elaborados muestran una clara imagen de la situación del sector.
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Luego de más de dos años que las refinerías nuevas que comenzaron a operar durante 2014 y 2015, la producción acumulada apenas alcanzaba el 11% de la capacidad nominal. En parte, se debió a que varias de las empresas no lograban hacer que el etanol de celulosa sea económicamente viable, a pesar de toda la asistencia financiera disponible.
La imagen sigue siendo desalentadora, incluso si restringimos el enfoque a la única planta que aún está en funcionamiento: la refinería de POET en Emmetsburg, Iowa. En 2014, la compañía anunció el comienzo de las operaciones de su planta con capacidad nominal para elaborar 25 millones de galones por año. Sin embargo, la producción total de todas las plantas celulósicas, tres años más tarde, es menor de la mitad de la capacidad nominal de esta planta única.
Conclusiones
La conclusión es que el etanol celulósico se ha quedado muy por debajo de las exageradas expectativas. La producción que se ha logrado hasta la fecha ha sido como resultado de las garantías de préstamos, muchas de las cuales el contribuyente tendrá que pagar cuando las plantas quiebren. Esta producción también ha sido el resultado de una generosa compensación financiera por cada galón producido.
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Es cierto que la producción ahora está creciendo exponencialmente. Pero lo que aún debe se demostrado es que esta es una alternativa viable para la producción de combustible, sin que la construcción de la planta y la producción, estén fuertemente subsidiadas.
Es posible subsidiar todo tipo de esquemas antieconómicos existentes.Yo diría que eso es lo que sucedió aquí. El etanol celulósico hoy se encuentra en la misma situación a 100 años atrás. A pesar de algunas mejoras incrementales en la producción, todavía no es económico producirlo y no es competitivo respecto a la producción convencional de etanol o a los combustibles fósiles. Este es un experimento que probablemente terminará con miles de millones de dólares de impuestos desperdiciados.
Robert Rapier tiene más de 20 años de experiencia en la industria energética como ingeniero e inversor.


