viernes, noviembre 14, 2025
 

Urban Farming: abismo de desilusión

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A principios del 2021, realizamos en este medio un análisis de las razones que explicaban el boom de inversiones que se estaban desarrollando en el urban-farming. En aquel momento, el mundo estaba dejando atrás la pandemia de COVID-19 y había una gran expectativa de que la producción de alimentos se trasladaría rápidamente del campo a las ciudades. Así, se produjo una aceleración en el desarrollo de proyectos de agricultura urbana y agricultura vertical alrededor del mundo, en especial en los EEUU, donde los fondos de capital de riesgo invirtieron dos mil millones de dólares solamente en el año 2020 y  el mercado de capitales vio cómo algunas empresas norteamericanas; como Urban-Gro (UGRO), Agrify (AGFY), Village Farms (VFF) y AppHarvest (APPH); se capitalizaban en la bolsa de valores de Nueva York. En los primeros meses de 2022, la capitalización bursátil de estas cuatro empresas en su conjunto ya rondaba los 10 mil millones de dólares.

A menos de un año, el valor conjunto de estas empresas apenas alcanza unos 350 millones, lo que significa que han perdido, en promedio, más del 95% de su valor. ¿A qué se debe este fenómeno? Según el Ciclo de Gartner – también conocido como ciclo de sobreexpectación – el sector se encuentra en lo que se denomina un “abismo de desilusión”.

El Ciclo de Gartner es una representación gráfica de la madurez, adopción y aplicación comercial de tecnologías innovadoras. Consta de cinco fases en el tiempo que podrían resumirse como 1) el lanzamiento de la tecnología, 2) un pico de expectativas (en el caso de la agricultura urbana, se dio a principios de año), 3) un abismo de desilusión, 4) una consolidación y 5) una meseta donde finalmente se comienza a observar la productividad. En la etapa 3) “abismo de desilusión”, lo que sucede es que el interés se desvanece a medida que las tecnologías y su implementación a escala comercial se encuentran con escollos, y la adopción de los productos no es inmediata, lo que por lo general viene acompañado de una crisis.

Ya hemos visto este proceso en varias ocasiones, desde la crisis de los tulipanes en el siglo XVII, hasta la burbuja de internet a fines del siglo pasado. El año que está terminando presenta un patrón similar, no sólo en la agricultura urbana (también conocida como “urban farming”), sino también en varios otros sectores y tecnologías que parecerían no tener relación entre sí. Desde la industria del cannabis hasta las criptomonedas, pasando por los autos eléctricos y los viajes espaciales, todos estos sectores se encuentran atravesando un “abismo de desilusión”.

Lo cierto es que, así como internet no desapareció en su momento y los tulipanes siguen comercializándose en las florerías, las criptomonedas, el cannabis medicinal, los autos eléctricos y la agricultura vertical tampoco desaparecerán en el futuro, sino que entrarán a un período de consolidación. Ello también vendrá acompañado de una “comoditización” de algunas tecnologías que las acompañan (como el blockchain o la robótica), o de algunos productos intermedios de la cadena de valor (como la biomasa y el aceite medicinal en el caso de cannabis).

En lo que respecta a la agricultura “indoor”, basta observar el caso de Países Bajos, donde estas tecnologías existen desde hace más de veinte años y han llevado al país a convertirse en el principal exportador mundial en al menos diez cultivos, a pesar de tratarse de uno de los países más pequeños y de menor disponibilidad de tierras cultivables del mundo, teniendo más de superficie bajo el nivel del mar. Así, y a pesar de los problemas que viene atravesando, podría decirse que estos sistemas de producción llegaron para quedarse.

Más allá del análisis del sector utilizando el ciclo de sobreexpectación vale la pena preguntarse ¿Cuáles han sido las razones que llevaron a la agricultura vertical del auge a la depresión en tan sólo algunos meses?

En primer lugar, el alto nivel de inversión inicial. Es decir, que no es posible poner en funcionamiento a escala comercial un proceso productivo de esta naturaleza hasta tanto gran parte de la “granja” no se encuentra totalmente operativa. En el caso de algunas de las empresas de EEUU como APPH, esto se vio agravado por el hecho de que se encuentra  incorporando tecnologías relativamente novedosas, como la inteligencia artificial, la robótica y otros mecanismos de automatización. Como resultado, en septiembre pasado inauguró la mayor granja “touchless” del mundo. El proceso productivo está totalmente automatizado, desde la siembra hasta la cosecha, y la mano del hombre no interviene en ninguna de las etapas productivas. Desde 2018, APPH ha invertido cerca de 700 millones de dólares en montar infraestructura de punta, y en la actualidad posee unas 60 hectáreas de huertas con distintos grados de automatización.

Este tipo de inversiones, por lo general, suele realizarse tomando deuda o bien capitalizando a través de los mercados bursátiles. El contexto internacional del 2022 ha sido poco favorable en este sentido, con las tasas de interés en alza en todo el mundo y un índice Standard & Poor´s 500 (S&P 500) terminando el año en territorio negativo. El sector del “indoor farming” está trabajando en la frontera de la tecnología, pero el mercado lo castiga porque aún no vende casi nada. Incluso algunas empresas privadas como AeroFarms, que también planeaban capitalizarse en la bolsa de valores, decidieron cancelar sus planes.

Desde el punto de vista del producto, también es necesario incorporar cultivos de alto valor – no sólo para ensaladas – como por ejemplo especies de interés para la industria medicinal y cosmética, o especias de alto valor. Este enfoque favoreció a AGFY en su momento con el boom del cannabis. Y por qué no,  trabajar también en el mejoramiento o adaptación genética de los cultivos a este tipo de sistemas, una tarea todavía pendiente. Junto con el descenso paulatino de los costos de las tecnologías, estas prácticas podrían incrementar el valor de las ventas.

Alguna vez se dijo que APPH sería la “Tesla de la agricultura”. Pero hasta que no comience a producir a escala y que las ventas no impacten en los resultados financieros, el inversor seguirá manteniendo la cautela. Una situación similar se observó en su momento con la misma Tesla y con Amazon, cuando la primera producía los primeros automóviles eléctricos a pérdida y la segunda montaba sus gigantescos depósitos, sin tener ventas significativas.

A pesar de los contratiempos, podría existir una luz al final del túnel. Por ejemplo, en el último balance de UGRO mostró un resultado financiero positivo, lo cual también podría verse reflejado en el corto plazo en algunas otras empresas del sector. En la actualidad la mayoría de ellas está cotizando muy por debajo del valor libro, lo que significa que su valor de mercado se encuentra por debajo de lo que valen sus activos.

En todo caso, creo que existen razones para ser moderadamente optimistas para el sector, y que el 2023 va a encontrar a la industria del “indoor farming” ingresando a una «rampa de consolidación». ¡Feliz año nuevo!

 
Cristian Desmarchelier
Cristian Desmarchelier
Biólogo y Doctor en Ciencias, especializado en bioeconomia y biodiversidad. Creador y conductor de la serie documental 'Paradigma Tres – Los Caminos de la Bioeconomia' y coautor del libro 'Plantas Medicinales Autóctonas de la Argentina: Bases Científicas para Su Aplicación en Atención Primaria de la Salud'.
 
 

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