jueves, noviembre 6, 2025
 

Del aserrín a la energía: cómo los pellets de madera pueden cambiar la matriz energética argentina

Empresas forestales, el Estado y la AFoA promueven este biocombustible, que promete reducir emisiones, abaratar costos y dinamizar las economías regionales.

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En el silencio de los aserraderos del litoral argentino, donde montañas de aserrín, ramas y cortezas solían acumularse sin destino, hoy empieza a gestarse una revolución energética. Ese material que antes se descartaba o se quemaba al aire libre se convierte, mediante tecnología y compresión, en pequeños cilindros de alto poder calorífico: los pellets de madera. Tan simples a la vista como potentes en su impacto, estos biocombustibles sólidos prometen no solo reducir la dependencia del gas licuado y el fuel oil, sino también abaratar los costos de industrias enteras y generar empleo en las economías regionales.

Con un patrimonio de 1,3 millones de hectáreas de plantaciones forestales —de las cuales más de la mitad cuenta con certificaciones de manejo sostenible avaladas internacionalmente— Argentina se encuentra frente a una oportunidad histórica. La Asociación Forestal Argentina (AFoA) es una de las voces que más fuerte resuena en este llamado: si el país logra replicar la senda de Europa y Japón, donde los pellets son hoy un pilar energético, podría encender una industria capaz de abastecer su demanda interna y, con el tiempo, proyectarse como exportador.

De desecho a energía: cómo se crean los pellets

La materia prima de esta transformación se conoce como biomasa forestal: un conjunto de residuos vegetales provenientes de tareas de poda, raleo o aserrado, y de subproductos industriales como astillas, virutas y aserrín. En lugar de dejar que ese material se degrade o se queme, las plantas procesadoras lo secan, trituran y comprimen a alta presión hasta formar los pellets. Su composición les otorga dos ventajas cruciales: una densidad energética muy superior a la leña común y un bajo contenido de humedad, lo que se traduce en una combustión más eficiente y estable.

Desde el punto de vista ambiental, su quema emite únicamente el CO₂ que los árboles absorbieron durante su crecimiento, logrando un balance de carbono casi neutro a largo plazo. Además, al limpiar los bosques de residuos inflamables, su producción ayuda a reducir riesgos de incendios, un beneficio colateral que gana peso en épocas de sequías recurrentes.

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Europa y Japón: un modelo probado de éxito

Mientras Argentina comienza a explorar este camino, otras regiones llevan más de una década consolidando la industria del pellet como motor de transición energética. En 2023, Europa alcanzó una capacidad productiva de 27,2 millones de toneladas métricas, con casi 800 plantas operativas. Allí, los pellets representan alrededor del 85% de la energía renovable utilizada para calefacción doméstica y cubren cerca del 35% del mercado industrial de generación eléctrica, desplazando progresivamente al carbón.

Japón, con un mercado más orientado a la generación de energía en centrales, también ha convertido a los pellets en una pieza clave de su estrategia para reducir emisiones y diversificar fuentes. Estos casos demuestran no solo la madurez de la tecnología, sino también la capacidad de escalar una cadena de valor que abarca desde los productores forestales hasta grandes plantas de energía y sistemas de calefacción urbana.

Un gigante dormido que empieza a despertar

En Argentina, el uso de pellets aún está lejos de los niveles europeos, pero las señales de crecimiento son claras. Hoy existen unas 16 plantas de producción operativas, muchas de ellas integradas verticalmente: empresas que controlan desde las plantaciones hasta el aserradero y la planta de pelletización, con certificaciones ambientales que les abren puertas a mercados exigentes. Nombres como Lipsia, Zeni, Victoria Maderas y Acon Timber aparecen como protagonistas de este despertar.

La Subsecretaría de Producción Agropecuaria y Forestal de la SAGyP también juega un papel activo, convocando a distintos sectores productivos para difundir los beneficios del pellet, explicar estándares técnicos y promover su adopción en industrias intensivas en energía. La meta es doble: fortalecer la demanda interna y, a mediano plazo, sentar las bases para exportar hacia mercados donde el consumo está consolidado.

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Del hogar a la industria: un combustible versátil

Más allá de su eficiencia y bajo impacto ambiental, la verdadera fortaleza de los pellets está en su versatilidad. En el ámbito doméstico, las estufas programables y calderas de pellets ya ofrecen una alternativa económica y limpia para calefacción y agua caliente sanitaria en viviendas, edificios y comunidades.

En el terreno industrial, sus aplicaciones se multiplican. La avicultura, por ejemplo, los usa para climatizar galpones, mejorando la salud de las aves y reduciendo emisiones de amoníaco. La industria láctea, intensiva en energía térmica, los emplea para procesos de pasteurización, esterilización y secado, mientras que los secaderos de cereales dependen de su calor para preservar la calidad del maíz, trigo o soja tras la cosecha. Incluso sectores como la yerba mate y el té encuentran en los pellets un aliado para cumplir con las estrictas normas de exportación europeas sobre hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), como el benzopireno, gracias a su combustión más limpia y uniforme.

También ganan espacio en hoteles, hospitales, fábricas de ladrillos y cerámica, invernaderos y horticultura. Y, como si fuera poco, hasta sus cenizas tienen valor: ricas en nutrientes, pueden utilizarse como fertilizantes, cerrando el círculo de la economía circular.

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Competitividad, empleo y sostenibilidad: una ecuación ganadora

El impulso a la producción y uso de pellets de madera en Argentina no es solo una respuesta ambiental; es también una estrategia económica. Con los precios del gas licuado y el fuel oil sujetos a volatilidad y costos logísticos elevados, este biocombustible ofrece estabilidad y ahorro, sobre todo para las industrias que dependen de grandes volúmenes de energía térmica. Al mismo tiempo, la expansión del sector genera empleos en zonas rurales, desde la recolección y procesamiento hasta la logística y distribución, fortaleciendo cadenas de valor locales.

Si Argentina logra replicar, aunque sea parcialmente, el modelo europeo, podría no solo abastecer de manera sostenible a su propio mercado, sino también convertirse en exportador, transformando un recurso subutilizado en una fuente de divisas y desarrollo.

Un futuro que pide acción inmediata

Los pellets de madera representan, en definitiva, una oportunidad única para combinar competitividad, sostenibilidad y desarrollo territorial. El país cuenta con materia prima abundante, empresas con capacidad de inversión y un contexto global que empuja hacia energías renovables. Falta, tal vez, un último paso: que más industrias y hogares se animen a dar el salto, respaldados por políticas claras y un mercado en crecimiento.

Mientras tanto, cada saco de pellets que sale de un aserradero argentino no es solo un producto: es una chispa que puede encender un cambio profundo en la manera en que Argentina genera y consume su energía.

 
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