miércoles, octubre 1, 2025
 

Alianza para desbloquear el potencial de la biotecnología en la producción de alimentos sostenibles

Durante la Climate Week NYC, instituciones líderes de Dinamarca y Estados Unidos formalizaron una colaboración clave para escalar tecnologías de fermentación y transformar la producción global de alimentos.

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La industria de alimentos no es una más entre muchas: es la más noble, la más esencial y, paradójicamente, una de las más vulnerables frente al deterioro ambiental. Su función no es negociable: alimentar a la humanidad. Pero esa tarea vital se vuelve cada vez más compleja en un contexto global donde las reglas cambian aceleradamente.

El crecimiento poblacional, el envejecimiento demográfico y el surgimiento de nuevas clases medias demandan no solo más alimentos, sino mejores: saludables, variados, funcionales y éticos. Al mismo tiempo, fenómenos como la escasez hídrica, el recalentamiento del planeta y la pérdida de biodiversidad golpean directamente la capacidad de producir esos alimentos. A diferencia de otros sectores que pueden replegarse o reestructurarse ante la crisis, el sistema alimentario no puede parar, ni puede trasladar fácilmente sus operaciones: está atado a la tierra, al clima, a los ciclos biológicos.

Y por eso, es también uno de los sectores que más temprano comprendió la urgencia de innovar. No por presión regulatoria, sino por necesidad de supervivencia. En ese marco, la biotecnología alimentaria no es solo una promesa: es una herramienta concreta que ya está siendo desplegada en los laboratorios, las fábricas y los platos.

Un acuerdo forjado desde la ciencia y la industria

El 23 de septiembre de 2025, durante la Climate Week NYC, se firmó un Memorando de Entendimiento (MoU) que une a tres actores clave del ecosistema de innovación alimentaria global: el Instituto Tecnológico Danés (DTI), la Universidad Estatal de Carolina del Norte (NCSU) y la empresa Alfa Laval.

La firma tuvo lugar en el Consulado General de Dinamarca en Nueva York, bajo la presencia de Kristian Hundebøll, presidente del Equipo de Crecimiento del Gobierno Danés para el Futuro de la Agri-Alimentación y las Biosoluciones. Este nuevo pacto busca crear una plataforma de colaboración transatlántica para acelerar el desarrollo y la escalabilidad industrial de nuevas tecnologías biotecnológicas aplicadas a la producción de alimentos.

Lo notable no es solo la firma, sino quiénes la firman. El DTI es uno de los centros de I+D industrial más importantes de Europa. La NCSU lidera programas de investigación en biotecnología aplicada, bioprocesamiento y agricultura de precisión. Alfa Laval, multinacional sueca con sede operativa en Copenhague, es reconocida por su expertise en transferencia térmica, separación y manejo de fluidos, con fuerte presencia en el sector alimentario global.

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Dinamarca y Carolina del Norte: territorios distintos, visión compartida

La geografía no impide la convergencia estratégica. Dinamarca, pequeña en superficie pero enorme en capacidad innovadora, es un referente mundial en soluciones tecnológicas para la producción de alimentos, con una fuerte tradición en sostenibilidad y cooperación público-privada. Carolina del Norte, por su parte, se consolidó como un hub biotecnológico en expansión, con un ecosistema que conecta ciencia académica, capital emprendedor e industria pesada.

Este acuerdo conecta esos dos polos para responder a una pregunta cada vez más urgente: ¿cómo sostener la producción alimentaria global sin superar los límites ecológicos del planeta? La respuesta —consensuada por los firmantes— es una sola: ciencia aplicada, plataformas colaborativas y escalabilidad industrial.

Sammy Hulpiau, presidente de la División de Alimentos y Agua de Alfa Laval, lo resumió así: “La Biotecnología está remodelando cómo producimos alimentos y medicinas. Es un fuerte habilitador para reducir el impacto ambiental del sistema alimentario global y para construir resiliencia sanitaria en una población global que envejece. Al vincular los ecosistemas de innovación de Dinamarca y Carolina del Norte, estamos creando una plataforma para avances reales en la producción de alimentos seguros, sanos y nutritivos.”

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Bioprocesamiento: cuando la fermentación reemplaza al arado

En el centro de esta alianza está el bioprocesamiento, una rama de la biotecnología que permite utilizar microorganismos —como bacterias, levaduras o algas— para producir alimentos o ingredientes funcionales. Pero no se trata de una novedad marginal: es un cambio de paradigma productivo.

Las dos metodologías priorizadas por el acuerdo son la fermentación de precisión y la fermentación de biomasa. En la primera, los microorganismos son diseñados genéticamente para producir moléculas específicas, como proteínas, lípidos o vitaminas, que antes solo podían obtenerse a través de la agricultura o la ganadería. Esta técnica permite crear proteínas lácteas sin vacas, o componentes aromáticos sin necesidad de cultivar plantas en grandes extensiones.

La fermentación de biomasa, en cambio, se basa en cultivar microorganismos completos como fuente directa de alimento, aprovechando su alta densidad proteica, su perfil nutricional y su capacidad de replicar texturas y sabores conocidos. Ambas técnicas comparten una virtud: pueden operar en ambientes controlados, con un uso mínimo de tierra y agua, y una huella de carbono drásticamente inferior a los métodos tradicionales.

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Escalar para sobrevivir: el desafío del siglo XXI

El gran cuello de botella para estas tecnologías no está en el laboratorio, sino en la planta industrial. Muchas de estas soluciones ya fueron probadas científicamente, incluso validadas regulatoriamente, pero no logran aún escalar al nivel necesario para transformar el sistema.

Ahí es donde entra Alfa Laval. Su rol no es solo tecnológico, sino estructural: aportar know-how, equipos, ingeniería de procesos y capacidades de producción que permitan traducir una idea en una línea de producción real, capaz de alimentar millones. Su nuevo Food Application & Innovation Centre en Copenhague es parte de esa visión: un puente entre la investigación y la producción masiva, diseñado para acortar tiempos, reducir costos y garantizar calidad en los nuevos alimentos.

Biotecnología alimentaria: de alternativa a política de Estado

La firma de este acuerdo no es solo una colaboración entre instituciones. Es un mensaje claro: la biotecnología alimentaria dejó de ser una promesa futurista para convertirse en una política activa de transformación. No como un reemplazo del agro tradicional, sino como un complemento necesario para garantizar seguridad alimentaria en un contexto de límites planetarios cada vez más rígidos.

El sector alimentario está mostrando que puede ser parte central de la solución, liderando una transición que requiere ciencia, escalabilidad, regulación inteligente y, sobre todo, cooperación entre actores que entienden que ya no hay tiempo para competir entre modelos: hay que integrarlos.

En ese sentido, la alianza entre DTI, NCSU y Alfa Laval no es solo un hito técnico o comercial. Es un faro para otras regiones, empresas y gobiernos que quieran asumir con seriedad el doble mandato del presente: alimentar al mundo y preservar el planeta.

 
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