miércoles, abril 23, 2025
 

¿Un buque petrolero impulsado con biocombustibles? La irónica paradoja que pone a girar los motores de la transición energética

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Hay noticias que se leen dos veces. Primero para entender, luego para creer. Y esta es una de ellas. El anuncio proviene de Japón, cuna de precisión e innovación, donde la naviera NYK acaba de firmar el contrato para construir un buque petrolero de última generación que, paradójicamente, será propulsado parcialmente con biocombustibles.

Sí, leyó bien: un buque petrolero con biocombustible. Transportará millones de barriles de crudo por los océanos, mientras sus motores rugen con metanol producido a partir de biomasa o electricidad renovable. El colmo de la ironía. Una postal casi literaria de estos tiempos de transición energética, donde los símbolos del pasado se maquillan con las promesas del futuro.

Una contradicción con sello técnico

El buque en cuestión será un VLCC (Very Large Crude Carrier), uno de esos colosos oceánicos capaces de atravesar el Estrecho de Malaca cargados con hasta 310.000 toneladas de crudo. Sin embargo, este nuevo modelo no será como sus antecesores: estará equipado con un motor dual-fuel que podrá funcionar tanto con metanol como con fuel oil, y contará con un generador de eje de alta eficiencia para disminuir el uso de combustibles fósiles auxiliares.

NYK asegura que esta nave será «el buque insignia de la descarbonización» dentro del transporte de petróleo. La frase no es un chiste. El metanol, especialmente en su versión verde —bio-metanol o e-metanol—, puede reducir las emisiones de CO₂ netas hasta un 100% respecto al fuel oil convencional.

Pero el hecho de que esa propulsión ecológica se utilice para transportar petróleo, ese mismo combustible que la humanidad busca dejar atrás, no deja de ser una paradoja difícil de digerir.

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¿Un primer paso o un maquillaje verde?

Este tipo de iniciativas nos enfrenta a una pregunta incómoda: ¿estamos presenciando un verdadero compromiso ambiental por parte de la industria petrolera o simplemente una maniobra de marketing para «enverdecer» su imagen?

La transición energética es un proceso complejo, donde las soluciones no siempre son lineales. La logística marítima global, responsable de cerca del 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, es un sector especialmente difícil de descarbonizar. Los combustibles alternativos como el metanol, el amoníaco o incluso el hidrógeno aparecen como opciones prometedoras, pero aún son marginales frente al dominio absoluto del fuel oil.

Entonces, que uno de los principales actores del transporte de crudo apueste por un combustible alternativo no deja de ser una señal positiva, aunque revestida de contradicciones. ¿No es, acaso, una forma tácita de reconocer el daño ambiental que genera la industria petrolera?

El combustible del mañana, al servicio del petróleo de ayer

El metanol, especialmente el bio-metanol, viene ganando terreno como combustible marino de nueva generación. Su densidad energética, facilidad de almacenamiento y posibilidad de producirse con fuentes renovables lo vuelven un candidato serio para reemplazar gradualmente a los derivados del petróleo.

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En este sentido, NYK no está sola. Varias navieras globales están experimentando con tecnologías dual-fuel e incluso incorporando motores eléctricos de apoyo. La presión regulatoria desde la Organización Marítima Internacional (OMI) para reducir las emisiones del transporte marítimo también empuja esta transformación.

Sin embargo, que el primer gran buque de estas características se destine al transporte de petróleo pone en evidencia una tensión fundamental: el mundo necesita mover combustibles fósiles mientras intenta abandonarlos. Y lo hará, al parecer, con combustible verde.

El futuro ya llegó, pero con petróleo en la bodega

El buque estará operativo en 2028, fletado por la japonesa Idemitsu Tanker, en colaboración con IINO Kaiun Kaisha y Nippon Shipyard, que se encargará de la construcción. Su nombre aún no ha sido revelado, pero ya es un símbolo: un ícono flotante de la transición energética en estado de contradicción.

Podría parecer un paso en falso. Pero, si lo analizamos con más detalle, es probablemente un reflejo genuino de la época que nos toca vivir. Un mundo donde las energías limpias avanzan, pero lo hacen montadas sobre las viejas estructuras de un sistema que aún no se resigna a morir.

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Una reflexión final: ¿hacia dónde vamos?

La historia de este buque petrolero con biocombustible merece un lugar destacado en el anecdotario de la transición energética. No solo por su singularidad técnica, sino por el simbolismo que encierra: una industria que reconoce el problema, pero que aún lo alimenta.

¿Podrá este tipo de iniciativas acelerar el cambio o solo sirven para maquillar lo inevitable? ¿Es el comienzo de una nueva era o el último intento por limpiar la imagen de una actividad que ha llegado a su límite ambiental?

Lo cierto es que la imagen de este gigante de acero, surcando los mares impulsado por biocombustibles para llevar petróleo, será difícil de olvidar. Una paradoja flotante. Un espejo en alta mar que nos obliga a mirar más allá de las olas y preguntarnos: ¿qué futuro estamos construyendo y sobre qué cimientos lo estamos impulsando?

 
Emiliano Huergo
Emiliano Huergo
Apasionado por el potencial transformador de la bioeconomía como motor de desarrollo sostenible y prosperidad global, me dedico fervientemente a promover iniciativas que integren eficiencia económica, equidad social y respeto ambiental, creando un impacto positivo a nivel global.
 
 

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