En septiembre de 2024, la empresa Petroineos sacudió a Escocia con un anuncio que parecía inapelable: el cierre definitivo de la refinería de Grangemouth, la última en funcionamiento en el país. Con más de un siglo de historia y un papel clave en la economía local, la instalación dejará de operar en mayo de 2025, poniendo en riesgo directo 500 empleos y afectando potencialmente a otros 2.000 en industrias relacionadas.
Sin embargo, donde algunos ven un final, otros vislumbran una oportunidad. Tanto el gobierno del Reino Unido como el escocés han destinado £225 millones (U$S 290 millones) para estudiar alternativas que transformen el sitio en un polo de producción sostenible. La bioeconomía podría ser la clave para salvar Grangemouth y convertirla en un modelo de transición energética.
Del petróleo a los biocombustibles: la apuesta por la madera escocesa
La propuesta de mayor consenso contempla la construcción de una planta de bioetanol que utilizaría madera de pino escocés como materia prima. El proceso implicaría la fermentación del material para producir bioetanol, un biocombustible que puede mezclarse con la gasolina convencional, reduciendo las emisiones de carbono y disminuyendo la dependencia de combustibles fósiles.
Este proyecto demandaría una inversión de £430 millones (U$S 556 millones) y generaría entre 50 y 120 empleos directos.
Plásticos reciclados y biocombustibles para aviones: otras alternativas en juego
Pero el bioetanol no es la única carta sobre la mesa. Otras iniciativas en evaluación buscan aprovechar el potencial del reciclaje y la química verde:
Reciclaje avanzado de plásticos: Una planta con tecnología de disolución química y procesos hidrotermales podría convertir residuos plásticos en nuevos materiales de embalaje reutilizables, contribuyendo a la economía circular y reduciendo la contaminación ambiental. Se estima una inversión inicial de hasta £250 millones (U$S 323 millones) para este proyecto.
Combustible sostenible de aviación (SAF): Transformar aceites vegetales y residuos agrícolas en biocombustibles para aviones es otra posibilidad. Sin embargo, este proyecto, que requeriría cerca de £900 millones (U$S 1165 millones), enfrenta el desafío de la escasez de aceites reciclados en Escocia, lo que obligaría a importarlos de mercados como China. Un actor clave en esta transición es Celtic Renewables, una empresa pionera en la producción de químicos verdes a partir de subproductos de la industria alimentaria y agrícola. Su planta en Grangemouth ya está operativa, produciendo bioacetona, biobutanol y bioetanol, químicos esenciales que sustituyen a sus equivalentes fósiles en la fabricación de productos como cosméticos, pinturas y productos de limpieza. La expansión de estas operaciones podría generar empleos adicionales y fortalecer la economía local.
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Hidrógeno verde, metanol y química renovable: el futuro a largo plazo
Más allá de estas opciones, el informe «Project Willow», elaborado por la consultora EY para los gobiernos británico y escocés, identifica nueve posibles proyectos para el sitio de Grangemouth. Entre ellos:
Producción de hidrógeno verde, metanol y amoníaco de bajo carbono.
Expansión de la biotecnología química con productos como bioacetona y biobutanol.
Estas iniciativas requieren inversiones que oscilan entre £3.500 (U$S 4530 millones) y £7.500 millones (U$S 9700 millones), y podrían crear hasta 1.200 empleos directos para 2040. Sin embargo, la implementación de estos proyectos llevará tiempo y depende de un marco regulatorio claro y atractivo para los inversores.
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¿Un modelo para el futuro o un sueño irrealizable?
Grangemouth está en una encrucijada. Su cierre como refinería de petróleo es inminente, pero su transformación en un hub de bioeconomía podría darle una segunda vida y posicionar a Escocia como líder en transición energética.
El Primer Ministro de Escocia, John Swinney, destacó que «Grangemouth tiene más de un siglo de experiencia industrial y una fuerza laboral altamente calificada, lo que representa una ventaja competitiva única para atraer inversores».
La pregunta es: ¿lograrán estos proyectos convertir Grangemouth en un faro de la sostenibilidad o quedarán en promesas difíciles de cumplir? Con el reloj en cuenta regresiva, la respuesta deberá llegar pronto.