Un nuevo estudio sugiere que alejarse de los combustibles fósiles no solo es una estrategia ambiental, sino también una jugada maestra para fortalecer la seguridad energética y comercial de los países.
En un contexto global marcado por las tensiones geopolíticas, la volatilidad de los mercados energéticos y la urgente necesidad de mitigar el cambio climático, un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature Climate Change trae un mensaje esperanzador: la transición hacia tecnologías de energía limpia no solo es una cuestión de sustentabilidad, sino también de estrategia económica y de seguridad nacional.
Liderado por investigadores de la Universidad de Stanford, el estudio ofrece un análisis sistemático del impacto que tendría en 236 países un escenario de emisiones netas cero para 2060. Y el hallazgo principal es contundente: la mayoría de las naciones se beneficiarían con una reducción significativa de los riesgos comerciales y una mejora en su seguridad energética, en comparación con continuar dependiendo de los combustibles fósiles.
El poder estratégico de cambiar de matriz energética
Uno de los principales aportes del trabajo fue cuantificar, por primera vez con esta profundidad, los riesgos comerciales vinculados al abastecimiento energético bajo distintos escenarios de descarbonización. Para ello, el equipo científico desarrolló un índice de riesgo comercial que considera el origen de los recursos, el grado de dependencia de las importaciones, el valor económico de estas transacciones y la concentración de mercado.
La lógica tradicional ha tendido a enfocarse en los nuevos desafíos que plantea el reemplazo de los hidrocarburos por minerales críticos como el litio, el cobalto, el níquel o las tierras raras. Sin embargo, como explica Steve Davis, autor principal del estudio y profesor de Ciencias del Sistema Terrestre en la Stanford Doerr School of Sustainability, este enfoque omite una parte crucial del análisis: “La mayoría de la gente se concentra en los nuevos riesgos, sin considerar los enormes beneficios de seguridad que implica dejar atrás los combustibles fósiles.”
¿Qué países ganan y cuáles pierden?
Aun países tradicionalmente dominantes en materia energética, como Estados Unidos, obtendrían una ventaja al diversificar su matriz energética. Aunque cuenta con importantes reservas de hidrocarburos, su disponibilidad de minerales críticos es limitada. No obstante, una transición planificada, con el desarrollo de nuevos socios comerciales y políticas de reciclaje, podría fortalecer notablemente su autonomía.
En contraste, naciones altamente dependientes de la exportación de petróleo, como Arabia Saudita y Rusia, verían disminuir su seguridad energética en los escenarios net-zero. La razón: el cambio global hacia energías renovables erosionaría la demanda de sus principales productos de exportación, minando su influencia comercial y geopolítica.
Una base de datos sin precedentes para un análisis exhaustivo
El estudio se apoyó en una colosal base de datos construida por Jing Cheng, investigadora posdoctoral del laboratorio de Soluciones Sustentables de Stanford. La base integra información de reservas nacionales de combustibles fósiles, uranio, biocombustibles y 16 minerales clave para la transición energética. Además, mapea los flujos de comercio entre países y los cruza con proyecciones de demanda energética en más de mil escenarios diferentes elaborados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
Estos modelos contemplan combinaciones muy diversas: desde países que priorizan la energía nuclear hasta aquellos que dependen casi exclusivamente del viento o el sol. Y en todos ellos, se analizan los riesgos comerciales asociados al transporte, generación eléctrica y al sistema energético en su conjunto.
Los números que respaldan el cambio
Los resultados son claros:
- Si los países mantienen sus actuales redes comerciales, los riesgos relacionados al comercio energético caerían, en promedio, un 19% en escenarios net-zero.
- Si diversifican y amplían sus redes de proveedores, el descenso del riesgo llegaría al 50%.
- Una mejora significativa en las tasas de reciclaje de minerales críticos —por ejemplo, cuadruplicando los niveles actuales— reduciría los riesgos comerciales en un 17% globalmente, y en más del 50% para Estados Unidos.
Estos datos evidencian que no se trata únicamente de cambiar combustibles fósiles por materiales críticos, sino de repensar todo el sistema: desde el diseño de las tecnologías (para que requieran menos materiales) hasta el fortalecimiento de políticas de reciclaje y de cooperación internacional.
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Diversificación: la nueva clave de la seguridad energética
En un mundo donde la energía solar, eólica y la biomasa pueden cubrir entre el 70 y el 75% de las necesidades energéticas —como sugiere el modelo ideal para Estados Unidos propuesto por los autores—, el riesgo comercial se ve notablemente reducido. Incluso frente al argumento de que la energía eólica o solar implican mayores importaciones, Davis remarca que el petróleo sigue siendo el gran talón de Aquiles: “Reducir la dependencia del petróleo extranjero será una gran ventaja, especialmente a medida que se electrifiquen el transporte y otras áreas intensivas en combustibles.”
En este sentido, la diversificación emerge como una política central. No sólo importa cuántos recursos se importan, sino de cuántos países diferentes provienen. Confiar en un único proveedor es, como demuestra la historia, una estrategia de alto riesgo frente a desastres naturales, conflictos geopolíticos o disrupciones comerciales.
Más allá del carbono: un mundo energéticamente más estable
El mensaje final del trabajo es alentador. No se trata sólo de reducir emisiones y frenar el cambio climático. La descarbonización del sistema energético global podría convertirse también en una política de estabilización comercial y de fortalecimiento de la soberanía energética, especialmente para los países hoy más vulnerables o dependientes. “Es alentador que la mayoría de los países vean reducidos sus riesgos comerciales en escenarios de cero emisiones”, concluyen los autores. “Y que las mejoras más notables se den precisamente en aquellos que más agresivamente disminuyen su dependencia de los combustibles fósiles.”