En el paisaje cotidiano de un campo argentino, donde el mate acompaña el arranque del día y las rutinas parecen inmutables, algo nuevo está ocurriendo. No se trata de una maquinaria revolucionaria ni de una tecnología rimbombante. Es, más bien, una ayuda invisible: millones de microorganismos vivos que viajan mezclados con el alimento balanceado y que, sin hacer ruido, están transformando la nutrición del ganado.
Se llaman probióticos, y aunque la palabra suene más a góndola de yogures que a manga de vacunación, lo cierto es que están ganando un lugar clave en los sistemas de producción ganadera. Mejoran la digestión, aumentan la eficiencia del alimento, refuerzan las defensas del animal y, en muchos casos, ayudan a producir más carne y leche con menos enfermedades. En otras palabras, suman salud y rentabilidad, sin cambiar la rutina del productor.
Bovacillus™, el probiótico desarrollado por la empresa biotecnológica Novonesis, ya se está utilizando en Argentina y acaba de convertirse en el primero aprobado por la Unión Europea para su uso en producción animal. El aval proviene de uno de los marcos regulatorios más exigentes del mundo, y no solo respalda con evidencia científica los resultados que ya se ven en el campo argentino, sino que refuerza el potencial del producto para ganar terreno en otras regiones que buscan herramientas sustentables y efectivas para la nutrición ganadera.
Nuevos datos, viejos prejuicios: el agro busca su lugar en la agenda climática
¿Qué hacen los probióticos en la panza de una vaca?
Aunque en el imaginario urbano los probióticos están ligados al consumo humano, en el mundo rural su impacto es igual o incluso más profundo. En términos simples, son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, aportan beneficios concretos a quien los consume. En el caso del ganado, actúan directamente en el rumen —el “estómago fermentador” de la vaca— donde ayudan a descomponer mejor los alimentos y a aprovechar al máximo los nutrientes.
Pero la historia no termina ahí. Algunos probióticos también estabilizan el pH del rumen, previniendo problemas digestivos como la acidosis. Otros producen enzimas digestivas que facilitan la descomposición del almidón y la fibra. Todo eso se traduce en animales más sanos, con mejor absorción de nutrientes, más peso ganado por día en el caso de la carne, y más litros de leche —y de mejor calidad— en los tambos.
Lo interesante es que su uso no implica un cambio drástico: simplemente se mezclan con el alimento habitual. Es decir, el productor no necesita modificar sus rutinas, ni sumar infraestructura, ni reinventar su sistema. Sólo incorporar una herramienta biológica que hace el trabajo desde adentro.
Ingenio sin límites: startup crea un trailer para convertir estiércol en energía y bioproductos
Resultados que se ven y se sienten en el bolsillo
En los campos argentinos donde ya se está utilizando, Bovacillus™ viene demostrando resultados concretos que no pasan desapercibidos para quienes trabajan todos los días con los animales. En rodeos de carne, su incorporación al alimento balanceado permitió mejorar la conversión alimenticia y aumentar la ganancia diaria de peso. En tambos, los efectos también son contundentes: más litros de leche, mejor calidad del calostro y una notable reducción de problemas sanitarios en los terneros recién nacidos.
Lo más significativo es que todo esto se logra sin agregar complejidad al manejo diario. Con solo incorporar este probiótico al alimento, se optimiza el aprovechamiento de los nutrientes, se fortalecen las defensas naturales y se reduce la necesidad de tratamientos preventivos con antibióticos. En un contexto donde cada punto de eficiencia cuenta, la diferencia empieza a notarse directamente en la balanza, el tanque de leche y, por supuesto, en los márgenes del productor.
El respaldo de una ciencia que entiende al campo
Novonesis es una empresa líder en biotecnología con presencia en más de 45 países. Su equipo, compuesto por más de 10.000 especialistas en biología, combina investigación de vanguardia con un enfoque práctico que busca resolver los desafíos concretos del productor agropecuario.