Aunque no lo veamos, lo usamos todos los días. Está en los detergentes, los jabones, los suavizantes y los limpiadores de superficies. Es lo que permite que el agua y la grasa se encuentren. Que la espuma aparezca. Que la suciedad desaparezca. En términos químicos, se llama surfactante. Y en términos industriales, es uno de los componentes más fundamentales de los productos de limpieza, tanto domésticos como institucionales e industriales.
Durante décadas, la fabricación de surfactantes se apoyó en dos grandes fuentes: derivados del petróleo y aceites vegetales, especialmente el de palma. Ambos sistemas están plenamente desarrollados, tecnológicamente maduros y capaces de abastecer a gran escala. Sin embargo, la creciente demanda por ingredientes más diversos, trazables, bio-circulares o con menor exposición a variables geopolíticas, abrió paso a nuevas exploraciones. No para sustituir lo existente por defecto, sino para complementarlo con soluciones que puedan integrarse sin conflictos, sin reformular y sin cargar con sobrecostos estructurales.
En ese camino aparece hoy una innovación tan inesperada como funcional: un surfactante no iónico elaborado a partir de aceite de insecto, concretamente de larvas de Hermetia illucens, también conocida como mosca soldado negra. Y lo más destacable no es solo su origen, sino su comportamiento: actúa como reemplazo directo de los ingredientes convencionales, sin exigir rediseñar fórmulas ni modificar procesos. Lo nuevo no irrumpe: se adapta.
El camino del insecto: aprovechar lo que ya existe
El nuevo producto se llama LIVINEX IO 7 y fue desarrollado por Sasol International Chemicals, una división del grupo Sasol Ltd., compañía sudafricana con fuerte presencia global en los sectores energético y químico. Esta unidad, responsable del negocio en el hemisferio norte, lidera las iniciativas de tecnología, innovación y soluciones sostenibles en mercados industriales y de consumo.
El aceite de insecto que da origen a LIVINEX IO 7 es un subproducto de procesos diseñados originalmente para producir proteínas destinadas a alimentación animal. Las larvas se crían sobre residuos orgánicos —restos de comida, descartes vegetales u otros materiales biodegradables— y durante su desarrollo acumulan aceites ricos en ácidos grasos. La química de esos aceites es equivalente a la de los aceites vegetales tradicionalmente utilizados en oleoquímica, lo que permite transformarlos en alcoholes detergentes mediante tecnologías ya consolidadas. No se requiere infraestructura nueva, ni métodos especiales, ni condiciones excepcionales.
Este enfoque permite insertar una nueva fuente de materia prima sin desplazar otras. A diferencia de algunos discursos que plantean la sustitución de cultivos como objetivo, LIVINEX IO 7 se presenta como una ampliación posible: una vía para diversificar sin competir, complementar sin confrontar. No hay conflicto con alimentos ni con otros usos industriales. Tampoco hay presión adicional sobre la tierra. La ventaja está en aprovechar mejor lo que antes se descartaba.
Drop-in sin fricciones: cuando la innovación no exige sacrificios
LIVINEX IO 7 es un surfactante no iónico de tipo C12-C14, perfectamente compatible con las formulaciones actuales del mercado. Su principal atributo es ser un “drop-in replacement”, es decir, un ingrediente que puede reemplazar directamente a los surfactantes existentes sin que la fórmula deba ser modificada. Esto elimina una de las principales barreras que enfrentan las alternativas biológicas: la necesidad de reformular productos, con todo el costo técnico, regulatorio y comercial que eso implica.
En ese sentido, no se trata solo de una mejora ambiental, sino de una solución práctica para fabricantes que buscan transicionar hacia insumos más sostenibles sin comprometer tiempos, costos ni rendimiento. La innovación aquí no es romper con lo anterior, sino adaptarse a lo que ya funciona.
Louis Snyders, Vicepresidente de Care Chemicals en Sasol International Chemicals, explicó: “Este nuevo surfactante amplía nuestro portafolio de soluciones sostenibles y demuestra nuestra capacidad de innovación para ayudar a nuestros clientes a satisfacer sus necesidades en evolución”. Y agregó: “La demanda global por productos sostenibles no para de crecer, y nuestra respuesta es explorar y comercializar soluciones innovadoras como esta”.
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Europa como mercado inicial, el cuidado personal como próximo paso
LIVINEX IO 7 será presentado oficialmente en el SEPAWA® CONGRESS 2025 en Berlín, uno de los eventos más relevantes de Europa para los sectores de limpieza y cosmética. Por ahora, el producto estará disponible exclusivamente en el mercado europeo, con foco en aplicaciones de limpieza doméstica, institucional, industrial y textil.
Pero la compañía ya confirmó que el objetivo es expandir esta plataforma tecnológica. En los próximos 12 meses, planea lanzar un nuevo ingrediente basado en aceite de insecto para el segmento de cuidado personal, abriendo así un nuevo capítulo en el uso de materias primas circulares para cosmética y productos de higiene.
Este lanzamiento se suma a otras iniciativas recientes de la empresa, como las marcas LIVINEX y CARINEX, estrenadas en 2023 con productos basados en sophorolípidos, otro tipo de biosurfactantes obtenidos mediante fermentación microbiana.
Ampliar sin reemplazar: una bioeconomía madura y realista
El caso de LIVINEX IO 7 es un buen ejemplo de cómo puede avanzar la bioeconomía cuando deja de plantearse como un sistema alternativo y empieza a pensarse como una matriz ampliada. No se trata de desplazar al aceite de palma ni a ningún cultivo agrícola, sino de sumar opciones que den flexibilidad, resiliencia y eficiencia a las cadenas de valor. Usar cultivos para producir ingredientes industriales no es un problema en sí mismo: lo que importa es cómo se gestionan esos recursos y qué nivel de trazabilidad, estabilidad y sustentabilidad ofrecen.
Al insertar una fuente renovable basada en residuos, que no requiere tierra cultivable ni fuerza una reformulación, LIVINEX IO 7 no pide permiso: se acomoda. Su innovación no está en el cambio, sino en la compatibilidad. Y quizás ese sea el camino más concreto hacia una química más circular: dejar de inventar lo nuevo como lo opuesto a lo viejo, y empezar a integrar lo alternativo como parte de lo que ya funciona.


