En un campo del sur cordobés, un contratista rural firma un contrato de leasing que le permitirá incorporar una sembradora de precisión sin desembolsar el total del capital de forma inmediata. Mientras tanto, en una empresa logística de Tucumán, un nuevo camión refrigerado se incorpora a la flota para transportar fruta hacia los centros de consumo. En ambos casos, y en miles de historias similares a lo largo del país, una herramienta financiera silenciosa está haciendo posible la reactivación productiva. El leasing volvió a ocupar un rol protagónico en la economía real.
Durante el período enero-septiembre de 2025, el sector de leasing en Argentina alcanzó su nivel de actividad más alto desde 2017, con 5.442 contratos firmados. Este volumen representa un crecimiento interanual del 56%, en un contexto de baja morosidad —apenas 0,6% del saldo de cartera— y fuerte expansión de la inversión productiva. Lejos de ser una tendencia financiera marginal, el leasing se consolida como una de las herramientas preferidas por pymes y grandes empresas para adquirir bienes de capital, renovar equipamiento y sostener planes de crecimiento a mediano y largo plazo.
De qué hablamos cuando hablamos de leasing
El leasing, en su formato más habitual —el financiero, que representó el 97% de las operaciones en el período analizado—, permite a una empresa utilizar un bien durante un plazo determinado con la opción de comprarlo al finalizar el contrato. A diferencia del crédito bancario tradicional, el leasing ofrece ventajas fiscales, mayor flexibilidad operativa y mejor adaptación a los ciclos de inversión de sectores productivos. En un país con volatilidad financiera crónica, esta herramienta gana terreno por su previsibilidad y capacidad de articular demanda y oferta de capital sin fricciones.
“Estos resultados confirman que el leasing es un instrumento ágil, seguro y cada vez más utilizado por las empresas argentinas para sostener su ritmo de inversión y crecimiento”, destacó Ramiro Baré, presidente de Leasing Argentina, la entidad que nuclea a los principales actores del sector.
El saldo total de cartera alcanzó los $951.671 millones a fines de septiembre —equivalentes a unos 669 millones de dólares—, el valor más alto desde 2019. Este salto no es aislado: acompaña el crecimiento de la inversión bruta fija nacional, que trepó cerca del 20% en el mismo período.
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El leasing como motor de la agroindustria y la bioeconomía
Aunque el transporte y la logística lideraron el uso del leasing —con el 63,2% del saldo de cartera, incluyendo automóviles, utilitarios y camiones—, otros sectores clave también mostraron un dinamismo superior al promedio. Entre ellos, se destacaron los equipos industriales y de telefonía y tecnología, con subas interanuales del 161% y 66,4%, respectivamente. Pero incluso en rubros donde la participación numérica es menor, como el agro, el leasing tiene un impacto cualitativo clave.
La maquinaria agrícola representó el 2,9% del total, un porcentaje que esconde una relevancia estratégica indiscutible. Cada contrato destinado a una cosechadora, un tractor o una tolva significa mayor eficiencia, reducción de tiempos de trabajo y, en muchos casos, mejoras ambientales. En un contexto donde la bioeconomía reclama innovación tecnológica para ser competitiva y sostenible, el leasing aparece como una vía de acceso directa a esas soluciones. No es casual que muchas de las pymes agroindustriales más dinámicas recurran a esta herramienta para escalar sus operaciones sin comprometer su flujo de caja.
“El leasing acompaña el proceso de reactivación que se observa en múltiples sectores y refleja la confianza en una herramienta que se adapta tanto a las pymes como a las grandes compañías”, subrayó Nicolás Scioli, vicepresidente de Leasing Argentina.
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Pymes, grandes empresas y sector público: quiénes están detrás del crecimiento
Uno de los datos más relevantes del informe del sector es la participación creciente de las pequeñas y medianas empresas, que representaron el 45,7% del total de la cartera, en alza respecto al trimestre anterior. En ese segmento, la entidad que lideró el mercado fue The Capita Corporation / Banco Comafi, con una cartera de $103.615 millones (25% del total), seguida por Supervielle (11%) y el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), que mantiene una política activa de financiamiento productivo.
Entre las grandes empresas, HPE Financial Services encabezó el ranking con $110.015 millones, mientras que The Capita Corporation / Banco Comafi (20%) y Supervielle (12%) completaron el podio. El leasing público también mostró signos de fortaleza: Provincia Leasing lideró el segmento con $38.396 millones de saldo de cartera, seguida por BPN, Banco Patagonia y nuevamente Supervielle.
El impacto territorial es otro aspecto fundamental. Al facilitar el acceso al capital fijo en regiones donde el crédito bancario es limitado, el leasing permite acortar distancias entre centros urbanos y zonas rurales, y democratiza el acceso a tecnología. En este marco, su contribución a las cadenas agroindustriales regionales —una columna vertebral de la bioeconomía argentina— es concreta y significativa.
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Más empleo, más capital, más eficiencia: el triple efecto del leasing productivo
Según estimaciones del sector, las operaciones de leasing realizadas en los primeros nueve meses del año generaron 3.756 puestos de trabajo directos. Este impacto laboral no se limita a las empresas que adquieren bienes, sino que se extiende a fabricantes de maquinaria, servicios logísticos, tecnólogos, aseguradoras, gestorías y estudios jurídicos.
Cada contrato de leasing activa una cadena de valor que incluye producción, comercialización, servicios técnicos y mantenimiento. En sectores como la agroindustria, donde la inversión en tecnología puede marcar la diferencia entre exportar o quedarse fuera de los mercados, el leasing cumple un rol estratégico, aunque muchas veces invisibilizado en las estadísticas macroeconómicas.
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El leasing no es una moda financiera: es parte del músculo productivo
A menudo subestimado por no ocupar las portadas de los grandes diarios, el leasing se consolida como una herramienta estructural para el desarrollo productivo argentino. Más aún en contextos donde la liquidez escasea y las empresas necesitan soluciones ágiles para no frenar su crecimiento. Que en 2025 se haya alcanzado el mayor nivel de operaciones desde 2017 no es solo un dato financiero: es un síntoma de vitalidad productiva, de confianza en el futuro y de una economía que, a pesar de sus turbulencias, encuentra formas de avanzar.
Para la bioeconomía, la reactivación del leasing representa una oportunidad concreta de expansión sostenible, tecnológica y territorial. Si el siglo XXI va a estar marcado por la transformación productiva hacia modelos más circulares, inteligentes y resilientes, entonces el leasing no será apenas una herramienta útil: será una pieza indispensable del nuevo rompecabezas industrial argentino.


