l gobierno de India ha decidido aumentar en un 20% los aranceles a la importación de aceites vegetales como el aceite de soja, palma y girasol, elevando el impuesto total a 27,5%. Esta medida, que se implementará a partir del 14 de septiembre, tiene el objetivo de proteger a los productores locales de oleaginosas en un año clave, con elecciones regionales próximas en Maharashtra, uno de los principales estados productores de soja. Según reportó Reuters a finales de agosto, la decisión busca equilibrar los intereses de consumidores y agricultores.
India, que depende de las importaciones para más del 70% de su demanda de aceites comestibles, compra principalmente aceite de palma de Indonesia, Malasia y Tailandia, mientras que sus mayores proveedores de aceite de soja y girasol son Argentina, Brasil, Rusia y Ucrania.
Duro golpe para Argentina
Argentina, el mayor exportador mundial de aceite de soja, se verá especialmente afectada por esta medida. El país concentra su producción de aceite en el complejo industrial del Gran Rosario, y debido a que otros productores de soja, como Estados Unidos o Brasil, utilizan la mayor parte de su producción internamente, Argentina tiene un papel estratégico en el mercado global. Aproximadamente un tercio de las exportaciones del complejo sojero argentino corresponden al aceite de soja, y de ese volumen, casi la mitad tiene como destino a India. Por lo tanto, cualquier caída en la demanda india impacta directamente en los ingresos de exportación del país.
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¿Cómo mitigar el impacto? El rol del biodiesel
Una reducción de las compras indias de aceite de soja no solo disminuirá los ingresos por exportaciones, sino que podría generar un exceso de oferta de aceite en el mercado global, lo que empujaría los precios a la baja, exacerbando el impacto económico. De hecho, tras el anuncio del aumento de aranceles, el aceite de soja de la Bolsa de Comercio de Chicago amplió sus pérdidas y cayó más del 2%.
En este escenario, una mayor producción de biodiesel en Argentina emerge como una oportunidad para mitigar el impacto de la caída de la demanda internacional, aprovechar el aceite de soja en el mercado local y sostener los precios globales del aceite. Esto no solo ayudaría a restringir la oferta global de aceite de soja, contribuyendo a estabilizar los precios, sino que además generaría una serie de beneficios clave para la economía y el medio ambiente en el país.
1. Ahorro de divisas:
Argentina importa aproximadamente un 30% de su combustible diésel. Al incrementar la producción de biodiesel a partir del aceite de soja, se podría sustituir una parte considerable de estas importaciones, lo que aliviaría la presión sobre las reservas de divisas, que actualmente están en niveles críticos.
2. Fortalecimiento de la industria local:
El uso de la capacidad instalada para la producción de biodiesel en Argentina viene siendo en los últimos años menor al 50%. Aumentar el uso de biodiesel permitiría aprovechar mejor esta infraestructura, generando empleo y dinamizando la cadena de valor de la soja. El mandato actual que establece un 7,5% de biodiesel en las mezclas de gasoil podría duplicarse de forma inmediata si se acelerando la sanción de un nuevo marco regulatoria que se está debatiendo en el Congreso.
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3. Mejora del perfil ambiental:
El biodiesel es una alternativa mucho más limpia que el diésel convencional, ya que reduce significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Aumentar su uso contribuiría a mejorar el perfil ambiental del transporte por carretera en Argentina, alineando al país con los compromisos internacionales en materia de sostenibilidad.
Un contexto ideal para actuar
En el contexto de la escasez de divisas, el debate sobre la nueva Ley de Biocombustibles es más relevante que nunca. La posibilidad de aumentar el mandato de biodiesel no solo tendría un impacto positivo en la industria y el medio ambiente, sino que también ofrecería una solución tangible para mitigar los efectos de las políticas comerciales de India sobre el aceite de soja.
Además, desviar parte del aceite que antes se exportaba a India hacia la producción de biodiesel permitiría reducir la oferta global, lo que podría evitar una caída aún mayor en los precios internacionales. En otras palabras, mientras que la demanda de aceite de soja en India disminuye, Argentina podría capitalizar esta oportunidad mediante un mayor consumo interno de biodiesel, salvaguardando sus ingresos y, al mismo tiempo, fortaleciendo una industria clave para su futuro.
La medida de India representa un desafío considerable para las exportaciones argentinas de aceite de soja, pero también abre una ventana de oportunidad para repensar el uso del recurso en el mercado interno. Promover el biodiesel como alternativa no solo protegería a Argentina del impacto económico, sino que también ofrecería beneficios a largo plazo en términos de ahorro de divisas, desarrollo industrial y sostenibilidad ambiental.
En un momento en el que el país enfrenta dificultades en múltiples frentes, la transición hacia un mayor uso de biodiesel parece ser una estrategia inteligente y oportuna para convertir una crisis en una oportunidad.


