Shell, una de las mayores petroleras del mundo, ha anunciado recortes significativos en sus proyectos de energía renovable. Sin embargo, en medio de estas decisiones, la compañía ha dejado claro que el bioetanol sigue siendo un pilar fundamental en su visión hacia un futuro más sostenible.
Proyectos renovables en pausa: las razones detrás del freno
El presidente de Shell en Brasil, Cristiano Pinto da Costa, comunicó esta semana la suspensión de ocho proyectos solares que sumaban 3 gigavatios (GW) de capacidad. Esta decisión responde a un mercado saturado y con precios bajos, según explicó el ejecutivo. Una situación similar afecta a los planes de energía eólica marina y a un proyecto de hidrógeno verde en colaboración con Porto do Açu en Río de Janeiro.
A nivel global, Shell también frenó iniciativas de eólica marina que sumarían 17 GW debido a los altos costos de producción y a una rentabilidad que, por ahora, no cumple con las expectativas de la compañía.
El bioetanol como pilar estratégico
En contraste con estos recortes, Shell mantiene su firme apoyo a Raízen, su asociación con el grupo azucarero brasileño Cosan, destacándola como una de las mayores productoras y exportadoras de bioetanol de caña de azúcar del mundo. Pinto da Costa aseguró que el etanol no solo tiene un futuro prometedor en Brasil, sino también en los mercados europeos, donde una porción significativa de la producción es enviada para cumplir con estrictas regulaciones ambientales.
Raízen está desarrollando 22 plantas de bioetanol de segunda generación (E2G), tecnológicamente avanzadas y 30 % más sostenibles que las tradicionales. Estas instalaciones aprovecharán residuos como la paja de caña para aumentar la producción sin expandir el uso de tierras cultivables.
Financiamiento para la innovación
El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) aprobó un crédito de R$ 1.000 millones para impulsar la construcción de plantas E2G de Raízen. Estas instalaciones, aunque costosas—cada una supera el R$ 1.400 millones—, son fundamentales para diversificar la matriz energética y reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
El etanol de segunda generación permite utilizar partes de la biomasa que antes eran desechadas, como restos de madera. Según el Laboratorio Nacional de Biorrenovables de Brasil, esta tecnología podría aumentar la producción total de bioetanol en un 50 %, una cifra crucial ante la creciente demanda global.
Desafíos y moderación en las inversiones
A pesar del potencial del E2G, su adopción masiva enfrenta barreras. El alto costo de las enzimas necesarias para descomponer la celulosa limita su viabilidad comercial. Raízen ajustó recientemente su plan de crecimiento, reduciendo de ocho a cinco las plantas previstas para 2027, reflejando un enfoque cauteloso frente a las condiciones macroeconómicas actuales.
Aún así, la compañía ya opera dos plantas E2G en São Paulo, con una tercera en construcción en Andradina que estará lista para 2028. En el tercer trimestre de 2024, Raízen exportó 15 millones de litros de E2G, un 74 % más que en el mismo período de 2023, destacando la demanda internacional como motor de crecimiento.
La estrategia detrás del gigante petrolero que regresa al mercado de bioetanol
El futuro del bioetanol en la matriz energética
Shell también se alinea con el proyecto del Gobierno brasileño de fomentar los «combustibles del futuro», que incluye una mayor participación del bioetanol en la gasolina. Este compromiso subraya el rol del etanol como una solución viable para descarbonizar el transporte, especialmente en países con abundancia de biomasa.
Mientras el mundo enfrenta el desafío de transitar hacia energías limpias, Shell apuesta a una solución pragmática que combina innovación tecnológica con una base de recursos sostenibles. En un contexto de recortes y ajustes, el bioetanol emerge como el protagonista indiscutido en la estrategia de esta gigante petrolera.