En los campos del Caribe colombiano, donde la agricultura ha demostrado ser una fuente vital de desarrollo y riqueza productiva, se abre paso una nueva posibilidad: que ciertos residuos agroforestales y cultivos energéticos certificados puedan convertirse en la base de una energía limpia y de alto valor estratégico.
¿Puede una espiga de maíz, cuidadosamente cultivada y aprovechada en todas sus formas, convertirse también en parte del combustible que impulse un avión? En Colombia, la respuesta empieza a inclinarse hacia el sí.
El país, conocido por su biodiversidad y fortaleza agroindustrial, se encuentra ante una oportunidad única: liderar en América Latina la transformación de biomasa en energía para volar. Y no se trata de una metáfora. Es literal. Porque el combustible sostenible de aviación —el famoso SAF, por sus siglas en inglés— ya no es una aspiración lejana. Es una realidad en construcción.
La hoja de ruta para el SAF en Colombia
En enero de 2025, la Aeronáutica Civil dio a conocer la hoja de ruta nacional para la implementación del SAF en Colombia. El plan, ambicioso y estratégico, proyecta producir 378 millones de litros para 2035 y escalar hasta 1.700 millones de litros para 2050. Con la Resolución 090 de 2025, Colombia se convirtió en el tercer país de la región, junto con Chile y Brasil, en comprometerse oficialmente con esta transición.
La meta no es solo ecológica. Es también industrial, territorial y geopolítica. “El combustible sostenible de aviación representa una herramienta estratégica para promover el desarrollo de Colombia a nivel internacional”, explicó Alma Isabel Rocallo, quien lidera la implementación del plan.
Y en ese marco aparece una alianza que promete abrir camino.
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De la tierra al cielo: el proyecto que quiere transformar la aviación
BioD, una compañía con más de 17 años de experiencia en biodiésel, y LanzaJet, referente global en combustibles alternativos, han unido fuerzas para explorar la instalación de la primera planta de SAF en Colombia. La tecnología seleccionada para este estudio es el proceso Alcohol-to-Jet (ATJ), que convierte etanol en combustible aeronáutico.
El anuncio llega tras más de tres años de evaluación técnica sobre más de 20 tecnologías distintas. La opción elegida fue la desarrollada por LanzaJet, que según la propia compañía es una solución probada y escalable. Cabe destacar que su primera planta comercial entró en operación en 2024 en el estado de Georgia, Estados Unidos.
“Esto no es teoría: estamos construyendo el futuro desde hoy”, aseguró Carolina Betancourt, jefa de la unidad de bioenergía en BioD. El plan contempla utilizar residuos agroforestales y cultivos energéticos certificados bajo los criterios de CORSIA, generando un doble impacto: reducir emisiones y dinamizar economías rurales.
Un motor para la inclusión y la sostenibilidad
La hoja de ruta colombiana establece tres pilares clave: descarbonizar el transporte aéreo, crear una industria sostenible y fomentar la transformación social en regiones como Putumayo, Cesar y Bolívar. El objetivo es claro: que la producción de SAF no solo beneficie al clima, sino que también impulse empleo, desarrollo rural e innovación tecnológica.
A esto se suman cinco ejes transversales que apuntan a construir todo un ecosistema: marcos regulatorios, incentivos económicos, infraestructura de distribución, capacitación de talento e instrumentos financieros.
En ese sentido, la alianza entre BioD y LanzaJet no es solo un estudio técnico: es una punta de lanza para una estrategia nacional que busca que los aviones no solo despeguen con menos emisiones, sino que lo hagan desde un país más justo y más verde.
¿Cuándo comenzará a volar este sueño?
El estudio de factibilidad se desarrollará durante los próximos meses y definirá las condiciones técnicas, económicas y operativas para instalar la planta. De concretarse, se espera que esté en funcionamiento hacia 2029, en perfecta sintonía con las metas oficiales.
“El estudio es un hito para Colombia y para el crecimiento del SAF en toda América Latina”, afirmó Jimmy Samartzis, CEO de LanzaJet. Su empresa ya impulsa proyectos similares en EE.UU., Europa y Asia, y ahora apuesta fuerte por el potencial colombiano.
Volar más alto, con menos carbono
Con más de 56 millones de pasajeros movilizados en 2024 y una red aérea en constante expansión, Colombia enfrenta el reto urgente de descarbonizar su transporte aéreo. El SAF aparece como una de las pocas soluciones viables y rápidas para hacerlo.
Este proyecto, aunque aún en fase inicial, representa mucho más que una planta. Es un signo de que el SAF en Colombia comienza a tomar forma, con bases institucionales, alianzas tecnológicas y visión compartida.
Porque a veces, para volar más alto, hay que volver a mirar la tierra. Y desde allí, construir un cielo distinto.


