Cada vez que se fabrica una botella descartable, una tapa, una pieza automotriz, una jeringa, un pañal o una valija de equipaje, hay una molécula que interviene en su origen: el propileno. Se trata de uno de los compuestos base de la industria petroquímica, una olefina de tres carbonos cuya principal aplicación es la producción de polipropileno, un polímero termoplástico presente en casi todos los sectores industriales. Hoy, más del 90% del propileno mundial se obtiene a partir del craqueo de nafta o gas fósil, en procesos energéticamente intensivos y altamente emisivos.
Frente a la necesidad de desfosilizar las cadenas industriales sin perder funcionalidad ni escala, la multinacional japonesa Sumitomo Chemical dio un paso clave: inició la operación de una planta piloto que convierte etanol directamente en propileno. Lo hace mediante un proceso catalítico nuevo, desarrollado por la propia compañía y respaldado por el Green Innovation Fund de NEDO (Organización para el Desarrollo de Nuevas Energías y Tecnologías Industriales de Japón), que permite obtener propileno en un solo paso, sin pasar por intermedios como el etileno.
Instalada en el área industrial de Sodegaura, en el polo químico de Chiba, la planta busca demostrar la viabilidad técnica de este proceso, con vistas a una futura industrialización en la primera mitad de la década de 2030. La innovación no reside en el producto final —el propileno bio ya ha sido obtenido por otras rutas— sino en la eficiencia, simplicidad y potencial económico del método: una sola etapa reactiva, menor consumo energético y producción simultánea de hidrógeno renovable.
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Qué hace diferente al proceso de Sumitomo
En la actualidad, existen métodos para obtener propileno de origen biológico, pero todos ellos requieren rutas complejas. El más conocido consiste en deshidratar etanol para obtener etileno, que luego se transforma en propileno mediante procesos como metátesis o craqueo selectivo. Estas etapas múltiples encarecen la operación, requieren distintas unidades reactivas y generan residuos secundarios que deben ser tratados o separados.
El proceso que propone Sumitomo cambia por completo esa lógica. Utiliza etanol como única materia prima, en un sistema catalítico especialmente desarrollado para generar propileno directamente, sin necesidad de producir etileno intermedio. Esto representa una mejora significativa tanto en términos de eficiencia de conversión como de consumo energético. Además, en la reacción se libera una pequeña cantidad de hidrógeno, lo que añade valor estratégico en el marco de la transición energética.
El etanol utilizado puede provenir de fuentes renovables, como caña de azúcar, maíz, remolacha o residuos lignocelulósicos, todos ampliamente disponibles en diversas regiones del mundo. En Japón, incluso se proyecta utilizar bioetanol obtenido a partir de residuos sólidos urbanos, una opción que permite evitar el uso de cultivos alimentarios y cerrar circuitos locales de carbono.
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Del bioetanol al polipropileno: una nueva cadena de valor
Si el proceso logra escalar industrialmente, su impacto será doble. Por un lado, permitirá fabricar propileno biobasado, reduciendo la huella de carbono de productos derivados como el polipropileno. Por otro, abrirá la puerta a relocalizar parte de la cadena petroquímica en países que no disponen de recursos fósiles pero sí de biomasa abundante o residuos urbanos, como los del sudeste asiático, América Latina o África.
El propileno generado en la planta piloto será utilizado para producir polipropileno en condiciones industriales, con el objetivo de validar su desempeño y compatibilidad con los estándares de mercado. Según comunicó la empresa, ya se están realizando tareas de marketing anticipado con actores de la industria plástica, anticipando una posible entrada comercial para la primera mitad de la próxima década.
Al mismo tiempo, Sumitomo planea licenciar la tecnología a terceros, lo que indica su vocación de posicionarse como proveedor de soluciones tecnológicas dentro de una petroquímica descarbonizada.
Una reconfiguración estratégica del negocio petroquímico
La apuesta por el propileno bio se inscribe dentro de una transformación más amplia dentro de Sumitomo Chemical. La empresa anunció que está redireccionando su negocio petroquímico hacia tecnologías de menor impacto ambiental, lo que incluye el desarrollo de nuevos catalizadores, la restructuración de activos productivos en Japón y el exterior, y el fortalecimiento de su portafolio de licencias.
Uno de los ejes centrales de esta transformación es el programa GX Solution Business, que apunta a construir cadenas de valor circulares que involucren a proveedores de materias primas, fabricantes, recicladores y marcas finales. La idea es que las reducciones de emisiones obtenidas gracias a estas tecnologías puedan ser cuantificadas, trazadas y monetizadas, creando nuevos flujos de ingresos basados en el impacto ambiental positivo.
En ese sentido, el nuevo proceso de producción de propileno a partir de etanol no es una mejora aislada, sino una pieza clave de una estrategia integral orientada a ofrecer soluciones industriales coherentes con los objetivos de neutralidad climática.
La bioeconomía como plataforma de reindustrialización
Aunque todavía en fase experimental, el proyecto de Sumitomo aporta una señal concreta de cómo la bioeconomía puede articular soluciones reales a problemas estructurales de la industria moderna. Reemplazar el propileno fósil por propileno renovable no sólo permite reducir emisiones, sino también generar nuevos circuitos de producción basados en recursos locales, sin sacrificar prestaciones técnicas ni escalabilidad.
El verdadero valor de este tipo de innovaciones radica en su capacidad para transformar productos masivos —como el polipropileno— sin exigir al consumidor cambios en el uso, la calidad o el precio. Al sustituir la materia prima sin alterar el producto final, estas tecnologías permiten avanzar hacia la descarbonización industrial desde adentro del sistema, sin apelar a soluciones marginales o de nicho.
Si logra escalar con éxito, la tecnología desarrollada por Sumitomo podría convertirse en un modelo replicable de cómo reconfigurar la química básica global a partir de recursos renovables. En una industria donde cada molécula cuenta, transformar etanol en propileno no es solo una reacción química: es una decisión estratégica.


