jueves, noviembre 6, 2025
 

Google se mete bajo tierra: alianza para enterrar residuos orgánicos y evitar emisiones de metano

La tecnológica se asoció con una startup estadounidense para lanzar un piloto en Kansas que entierra residuos difíciles a más de 300 metros y busca validar su impacto climático.

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En las entrañas del estado de Kansas, toneladas de desechos orgánicos comenzarán a ser enterradas a profundidades impensadas. No se trata de una nueva forma de ocultar la contaminación, sino de todo lo contrario: un ambicioso proyecto que promete convertir residuos inservibles en una herramienta de combate climático con impacto milenario. La responsable detrás de esta innovación es Vaulted Deep, una startup nacida en 2023 como escisión de Advantek, compañía especializada en pozos de inyección, que ahora se alía con Google para lanzar una iniciativa sin precedentes: utilizar el enterramiento de biomasa para remover carbono de forma permanente y eliminar emisiones de metano, uno de los gases más potentes del efecto invernadero.

De residuos a slurries: el proceso detrás del carbono secuestrado

Vaulted Deep se ha posicionado rápidamente como un actor disruptivo en la gestión de residuos orgánicos que no pueden ser reaprovechados ni aplicados de forma segura en suelos agrícolas. Estamos hablando de biosólidos urbanos, estiércol, residuos alimentarios, barros industriales y lodos papeleros, que en la mayoría de los casos terminan en incineradoras, rellenos sanitarios o dispersos en el campo, liberando carbono y metano al ambiente.

Lo que hace esta startup es convertir esos residuos en una especie de «slurry» —una mezcla densa, rica en carbono— que luego se inyecta profundamente bajo tierra utilizando una tecnología propia de inyección de lodo. Esta técnica promete asegurar la permanencia del carbono por más de 10.000 años. El resultado: carbono que no vuelve al aire, ni hoy ni dentro de siglos.

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¿Alternativa o complemento para el biogás?

En este punto, la pregunta es inevitable. ¿No sería más conveniente utilizar esos mismos residuos para generar energía renovable y sustituir gas natural? La respuesta no está en la competencia entre soluciones, sino en su complementariedad.

El biogás es, sin duda, una de las herramientas más valiosas de la bioeconomía moderna. Mediante digestión anaeróbica, permite transformar residuos biodegradables en una fuente energética limpia, gestionable y local. Allí donde es viable, debe ser siempre la primera opción. Pero no todos los residuos lo son. Existen fracciones que por su composición, nivel de contaminación, estabilidad o riesgo sanitario no pueden ser tratadas en biodigestores de forma eficiente o segura.

Es precisamente sobre ese universo de residuos difíciles —los que no pueden ser tratados en biodigestores por su composición, toxicidad o baja eficiencia energética— que se enfoca la tecnología de Vaulted Deep. En lugar de que terminen en rellenos sanitarios, incineradoras o esparcidos en el suelo —opciones que suelen liberar CO2 y metano—, la propuesta es retirarlos del ciclo natural del carbono e inyectarlos a gran profundidad para un almacenamiento permanente.

Lejos de excluirse, ambas estrategias deben integrarse dentro de un sistema de gestión inteligente: donde haya residuos aptos, producir biogás y sustituir gas fósil; donde no los haya, enterrar biomasa y remover carbono de manera permanente.

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El metano, el supercontaminante en la mira

Pero esta alianza no se limita a la remoción de CO2. Una de las innovaciones más audaces del acuerdo entre Google y Vaulted Deep es su enfoque en el metano, un gas de efecto invernadero que calienta el planeta hasta 80 veces más que el dióxido de carbono en el corto plazo. Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), el sector de los residuos genera cerca del 40% de las emisiones de metano del país. Reducir estas emisiones rápidamente es clave para frenar el calentamiento global y mantener viva la meta de 1,5°C del Acuerdo de París.

El problema, sin embargo, es que cuantificar el metano evitado no es sencillo. Las emisiones varían en función de múltiples factores: tipo de residuo, condiciones de almacenamiento, temperatura, humedad, pH, entre otros. Y hasta ahora no existen métodos estandarizados, verificables y transparentes que permitan medir con precisión ese impacto.

Por eso, la alianza contempla no solo la remoción de 50.000 toneladas de CO2 hacia 2030 —un compromiso ya certificado por el registro climático Isometric—, sino también el desarrollo conjunto de una metodología científica para cuantificar la eliminación de metano. “Sabemos que el impacto está ahí. El próximo paso es demostrarlo”, expresó Bryan Epps, director de comercialización de Vaulted Deep.

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Ciencia, transparencia y replicabilidad

El plan conjunto incluye tres etapas: primero, definir los criterios para una medición rigurosa y replicable de emisiones de metano evitadas. Luego, elaborar un informe técnico detallado que será publicado abiertamente para consulta científica y regulatoria. Finalmente, aplicar ese conocimiento en nuevas regiones y sectores, comenzando por Hutchinson, Kansas, donde operará el primer centro de implementación del proyecto.

Para Google, este paso se inscribe en una estrategia más amplia de liderazgo climático y compromiso con la transparencia científica. Randy Spock, líder de créditos y remociones de carbono en la empresa, subrayó que “este acuerdo es un paso importante para aplicar el mismo rigor científico que usamos con el CO2 a otros supercontaminantes como el metano”.

La colaboración también busca generar beneficios locales, tanto ambientales como económicos, en las comunidades donde opera Vaulted Deep, aportando una nueva visión sobre cómo la bioeconomía puede generar empleo y salud ambiental a la vez.

De Kansas al mundo: ¿puede escalarse esta solución?

Aunque el proyecto comienza en Estados Unidos, la ambición es global. Al ser una solución que involucra actores municipales, operadores industriales y productores agrícolas, la tecnología de Vaulted Deep podría adaptarse a contextos diversos en América Latina, Europa o Asia, siempre que existan residuos orgánicos no valorizables y una normativa ambiental dispuesta a reconocer las remociones de carbono y metano como parte del esfuerzo climático.

Además, al contar con la validación de Isometric —un registro independiente que se ha posicionado como referencia en certificaciones de carbono— y el respaldo financiero de Google (quien ya había firmado un primer contrato a través de la coalición Frontier), el modelo combina credibilidad científica, viabilidad económica y potencial de escalamiento.

 
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