Cuando una política pública se diseña desde una capital europea, ¿se piensa en la escuela de un pueblo remoto, en el estado de los caminos rurales, en la red de pequeños emprendedores que sostiene la producción agrícola? La respuesta a esa pregunta fue el eje del discurso que la ministra de Agricultura y Asuntos Rurales de Finlandia, Sari Essayah, ofreció en la reciente Conferencia del Pacto Rural de la Unión Europea celebrada en Kortrijk, Bélgica. Allí, ante una audiencia de 250 expertos, científicos y funcionarios, la ministra defendió con firmeza una idea que va ganando terreno en el debate europeo: sin comunidades rurales vivas, no hay agricultura sostenible ni seguridad alimentaria garantizada.
El evento fue convocado por Raffaele Fitto, vicepresidente de la Comisión Europea responsable de Cohesión y Reformas, y contó también con la participación del comisario de Agricultura, Christophe Hansen, quien destacó el papel clave que las zonas rurales desempeñan en el desarrollo de la bioeconomía y el futuro agrícola del continente.
Finlandia, modelo de desarrollo territorial inclusivo
Finlandia llegó a esta conferencia con una posición de referencia. Durante el anterior período de programación de fondos rurales de la Unión Europea, el país nórdico logró crear alrededor de 15.000 empleos en áreas rurales, un impacto significativo no solo en términos sociales, sino también económicos: esa actividad incidió directamente en el Producto Interno Bruto nacional. Hoy, cerca del 35% de las empresas finlandesas operan en zonas rurales, una cifra que evidencia el tejido económico diverso que existe más allá de los centros urbanos.
Este enfoque integral de desarrollo territorial es lo que ha llevado a Finlandia a ser considerada dentro de la UE como un ejemplo de cómo integrar políticas agrícolas con estrategias de revitalización rural. Para la ministra Essayah, esta sinergia no puede ser una excepción, sino la norma hacia la cual deberían dirigirse todos los Estados Miembros.
Rural proofing: el concepto que podría cambiar la legislación europea
Uno de los ejes centrales del discurso de Essayah fue la necesidad de implementar el llamado rural proofing, o evaluación del impacto rural, como criterio obligatorio en la elaboración de cualquier nueva legislación europea. Este enfoque implica analizar ex ante cómo una normativa puede afectar a las comunidades rurales, y ajustar su diseño para no generar exclusión o efectos negativos no deseados.
La ministra fue clara al respecto: “La Comisión Europea debería liderar con el ejemplo, coordinar el trabajo de sus distintas Direcciones Generales y exigir a los Estados Miembros que apliquen el rural proofing al redactar nuevas leyes”.
La propuesta apunta a evitar lo que muchas veces ocurre: normativas bienintencionadas que terminan marginando al mundo rural por falta de adaptación a sus realidades logísticas, demográficas o económicas. Así, políticas agrícolas y de desarrollo territorial dejarían de ser compartimentos estancos para convertirse en un proceso complementario e interdependiente.
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Comunidades, servicios y resiliencia: los pilares de un campo vivo
“No alcanza con tener tierras cultivables y productores capacitados. Los agricultores necesitan una comunidad a su alrededor, con servicios, infraestructura y otros emprendedores que hagan sostenible su vida y su trabajo en el territorio”, afirmó Essayah.
Esta visión humaniza el debate sobre desarrollo rural y lo aleja de la mirada meramente productiva. En Finlandia, como en muchas otras regiones europeas, el envejecimiento de la población rural y la migración hacia las ciudades están alterando las dinámicas de producción y amenazando la seguridad del abastecimiento alimentario. Las cadenas de valor que comienzan en los territorios rurales pueden romperse si esas zonas se despueblan o pierden servicios esenciales.
Sin embargo, la ministra también puso el foco en el potencial de estas regiones: su capacidad de adaptación, la diversidad de sus modelos de negocio y la creatividad que emergió, por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19. Allí, muchas comunidades rurales demostraron una resiliencia notable para sostener el funcionamiento económico incluso ante escenarios extremos.
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El futuro de la agricultura se juega también en la política regional
Mirando hacia el próximo período de programación financiera de la Unión Europea, Essayah insistió en que debe garantizarse el financiamiento para el desarrollo rural integral, así como para las iniciativas de acción local lideradas por las propias comunidades, conocidas como estrategias LEADER. Estas iniciativas han demostrado ser herramientas eficaces para generar empleo, cohesión social y valorización de recursos locales.
Su mensaje final fue claro y contundente: los tomadores de decisiones tienen la responsabilidad de asegurar que las zonas rurales sigan siendo habitables, funcionales y atractivas para las próximas generaciones. No se trata solo de defender una forma de vida, sino de garantizar el sustento, la estabilidad y la seguridad de todo el continente.