miércoles, octubre 8, 2025
 

La ganadería catalana se reinventa con biogás y compostaje como apuestas de futuro

Las principales organizaciones del agro catalán promueven estas tecnologías para transformar los residuos ganaderos en energía limpia, reducir emisiones y dinamizar el mundo rural.

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En el corazón del debate sobre sostenibilidad agropecuaria, cuando las exigencias ambientales, los límites regulatorios y la presión social empujan a repensar los modelos productivos, el campo catalán ha decidido no retroceder, sino innovar. En un comunicado conjunto inédito, varias de las entidades más representativas del sector primario de Catalunya salieron a respaldar decididamente el desarrollo de plantas de biogás y compostaje como herramientas fundamentales para el futuro de la ganadería regional.

La iniciativa fue encabezada por la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC), que nuclea a más de 200 cooperativas agroalimentarias. También sumaron su apoyo Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC), que representa a jóvenes productores; ASFAC, que agrupa a los fabricantes de piensos; la Federació Avícola Catalana (FAC), PORCAT, que reúne a los productores porcinos; y Asoprovac Catalunya, dedicada a la producción vacuna de carne. Una articulación multisectorial que da cuenta de la transversalidad del desafío —y de la oportunidad— que representa esta apuesta por el biogás.

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Una solución circular para el reto ambiental ganadero

Lo que está en juego no es menor. Catalunya, con una de las densidades ganaderas más altas del Estado español, enfrenta desde hace años una creciente tensión por el manejo de los residuos pecuarios, especialmente los purines porcinos. Este subproducto, si no es gestionado adecuadamente, puede generar serias consecuencias sobre el suelo, el aire y el agua, además de estar en el centro de controversias sociales por su impacto odorífero.

Aquí es donde entran en juego tecnologías como la digestión anaerobia y el compostaje, procesos que permiten transformar los residuos en recursos. La digestión anaerobia es una reacción biológica en ausencia de oxígeno, en la que microorganismos descomponen la materia orgánica y liberan gases como el metano. Capturado y purificado, este metano se convierte en biometano, un gas renovable que puede inyectarse a la red o usarse como combustible. El residuo sólido que queda, conocido como digestato, puede utilizarse como fertilizante de alta calidad.

Por su parte, el compostaje estabiliza la materia orgánica a través de una descomposición aeróbica controlada, generando un abono natural rico en nutrientes. Ambas estrategias no solo minimizan el impacto ambiental del estiércol y los purines, sino que reducen emisiones de metano y amoníaco, dos compuestos de alto impacto climático y sanitario.

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Energía local, economía circular, futuro rural

Pero el valor de estas tecnologías va más allá del plano ambiental. Según destacaron las entidades firmantes del comunicado, el biogás y el compostaje constituyen una palanca para la descarbonización del sector agroalimentario, una herramienta para alcanzar autosuficiencia energética y una oportunidad de desarrollo económico local, con fuerte anclaje en el mundo rural.

“Se trata de cambiar una lógica de residuos por una lógica de recursos”, afirman los promotores de la iniciativa, que ven en esta transformación energética una vía para revitalizar comunidades rurales, generar empleo, atraer inversiones y fortalecer la soberanía productiva de Catalunya.

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Catalunya se posiciona como líder estatal en biogás

El contraste con Europa es notable. Mientras el continente cuenta con más de 20.000 plantas de biogás y unas 1.678 plantas de biometano, que juntas evitan la emisión de más de 100 millones de toneladas de CO2 al año, España aún está dando sus primeros pasos. Apenas una quincena de plantas operativas funcionan actualmente en todo el país, aunque con una aceleración notable en los últimos años.

En este contexto, Catalunya se ha erigido como pionera a nivel estatal, con una estrategia clara para triplicar la producción de biogás antes de 2030. Varios proyectos están ya en marcha, impulsados tanto desde el ámbito público como privado, en coordinación con cooperativas, industrias cárnicas y el sector energético.

Una apuesta sistémica, no marginal

Lo que proponen las entidades agrarias no es un simple complemento o medida paliativa. Se trata de redefinir la base energética, ambiental y territorial del modelo ganadero catalán. Integrar el biogás y el compostaje como componentes estructurales de la cadena de valor agroalimentaria implica asumir que la sostenibilidad no es un costo, sino una ventaja competitiva estratégica.

En un mundo que camina hacia la neutralidad climática, donde los mercados exigen trazabilidad ambiental y las políticas públicas orientan sus incentivos hacia prácticas regenerativas, Catalunya parece haber encontrado en el biogás una respuesta potente y viable. Y lo hace con una particularidad distintiva: desde el territorio, con los productores, para el campo.

 
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