La decisión de la Secretaría de Energía argentina de no actualizar el precio del biodiesel, supuestamente para evitar un impacto en la inflación, genera controversia en el sector energético. Hilarión del Olmo, presidente de la productora de biodiesel Explora S.A., cuestiona esta medida en dos recientes artículos y plantea una perspectiva que desafía la visión oficial. ¿Es realmente el aumento del biodiesel un factor inflacionario, o estamos ante un uso erróneo de los principios económicos que rigen los precios? A través de referencias a economistas como Milton Friedman y Friedrich Hayek, del Olmo sugiere que la política de congelamiento de precios no solo es ineficaz, sino que perjudica la competitividad de la industria nacional de biodiesel, mientras que las petroleras disfrutan de beneficios sin restricciones.
Inflación: ¿Qué la causa realmente?
Del Olmo parte de un concepto clave en economía: la inflación, según Milton Friedman, es un fenómeno monetario, es decir, causado por un exceso de dinero en circulación en relación con la producción de bienes y servicios. En el contexto actual de Argentina, donde el gobierno no está expandiendo significativamente la oferta monetaria, del Olmo afirma que un ajuste en el precio del biodiesel no debería, en teoría, traducirse en inflación generalizada.
Como explica Friedrich Hayek en su obra «Precios y Producción», los precios actúan como señales que dirigen las acciones de productores y consumidores. Controlar o congelar el precio del biodiesel, en su opinión, interfiere con estas señales, desalentando una asignación eficiente de recursos. Este control crea distorsiones de mercado, afectando la competitividad del biodiesel frente al gasoil fósil, cuyo precio sí se ajusta periódicamente.
¿Beneficiados o perjudicados? El impacto en la industria de biodiesel
Según el análisis de Del Olmo, la falta de ajuste en el precio del biodiesel equivale a una transferencia significativa de recursos desde las empresas elaboradoras de biodiesel hacia las petroleras. Desde enero de 2024, esta política ha generado una pérdida de alrededor de 45 millones de dólares para el sector de biodiesel, monto que beneficia directamente a las petroleras. «Si el aumento del gasoil fósil no afecta a la inflación, ¿por qué sí debería hacerlo el biodiesel?», cuestiona del Olmo.
La situación se agrava, según él, debido a que Argentina es un importador neto de gasoil fósil. Al priorizar el uso de este combustible en lugar del biodiesel, el país fomenta la importación de un recurso que no solo es más costoso en términos económicos, sino que también impacta negativamente en el medio ambiente. En contraste, el biodiesel, una opción renovable y de producción local, queda relegado a un segundo plano debido a las políticas de precios impuestas.
Ganancias para las petroleras: ¿Un premio por no cumplir?
Del Olmo subraya que el incumplimiento en el mandato de mezcla obligatoria de biodiesel ha resultado en ganancias multimillonarias para las petroleras. Al optar por gasoil fósil en lugar de biodiesel, las petroleras han acumulado beneficios por 1.466 millones de dólares. Esta cifra, que incluye un «premio adicional» gracias a la modificación de la Ley 27.640, refleja un sistema que sigue favoreciendo a los combustibles fósiles, en detrimento de los objetivos de sostenibilidad y del desarrollo de la bioeconomía argentina.
Más biodiesel, menos impuestos: ¿Cómo afecta la recaudación fiscal?
Uno de los argumentos clave en los artículos de Del Olmo es que un incremento en el porcentaje de mezcla de biodiesel no afectaría la recaudación fiscal de Argentina, sino que podría optimizarla. Según su análisis, el gasoil fósil importado, exento de impuestos como el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y el Impuesto al Dióxido de Carbono (ICO2) cuando se destina a la generación de energía, reemplaza cada vez más a la producción nacional. Si se aumentara el corte de biodiesel, se evitaría esta pérdida impositiva al sustituir importaciones por producción local, lo que además permitiría una disminución en el precio del gasoil mezclado para los consumidores.
El efecto neto, señala Del Olmo, sería positivo tanto para la recaudación como para el precio final del biodiesel, un beneficio que iría directo al bolsillo del consumidor. De esta manera, se lograría un modelo más justo, que beneficiaría tanto a la economía como al medio ambiente.
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Una oportunidad para corregir el curso
La nueva conducción de la Secretaría de Energía tiene, según Del Olmo, una oportunidad histórica para corregir estas distorsiones. Al permitir que el precio del biodiesel refleje las condiciones reales de mercado, se facilitaría una asignación más eficiente de los recursos, lo que impulsaría la competitividad de la industria y mejoraría la sostenibilidad del sector energético argentino. Este cambio, sostiene Del Olmo, fortalecería una política energética en la que cada actor opera bajo principios de mercado, respondiendo a las señales de oferta y demanda en lugar de a distorsiones impuestas.
En conclusión, Del Olmo deja claro que congelar el precio del biodiesel no previene la inflación. Al contrario, socava el desarrollo de una alternativa renovable, impide una asignación eficiente de recursos y continúa privilegiando los intereses de las petroleras en detrimento de la industria de biocombustibles y del desarrollo sostenible en Argentina.
Acceso a los artículos completos de Hilarión del Olmo:
Combatiendo Fantasmas I: La Secretaría de Energía y la Inflación Imaginaria del Biodiesel