lunes, marzo 17, 2025
 

La ‘supercaña’ que promete revolucionar el bioetanol recibe una inversión inédita y reaviva la carrera por la bioenergía

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El mundo de la bioeconomía está a punto de presenciar un cambio de paradigma con la llegada de una caña de azúcar genéticamente mejorada, capaz de producir hasta 12 veces más biomasa que las variedades tradicionales y con un potencial de triplicar la producción de bioetanol. Este avance, que promete transformar la industria de los biocombustibles y abrir nuevas oportunidades en el sector de los bioplásticos, ha logrado atraer una inversión histórica de 500 millones de dólares de la mano de un fondo de infraestructura ligado a los Emiratos Árabes Unidos.

El desarrollo de esta variedad comenzó hace más de 20 años de la mano del administrador Luis Carlos Rubio y el agrónomo Sizuo Matsuoka, quienes llevaron a cabo miles de cruzamientos genéticos para desarrollar variedades de caña de azúcar más productivas. Su trabajo original fue respaldado en los años 2000 por la empresa CanaVialis, que luego fue adquirida por Monsanto y, más tarde, discontinuada.

Fue en 2015 cuando Eike Batista se sumó al proyecto, apostando por el potencial de la caña mejorada. Sin embargo, la crisis financiera que enfrentó el empresario y su posterior proceso judicial paralizaron los avances. Ahora, tras su regreso al mundo de los negocios, Batista ha logrado atraer inversores de peso, como el Abu Dhabi Investment Group (ADIG) y el fondo estructurado por el banquero Mário Garnero, asegurando 500 millones de dólares para la primera fase del proyecto.

Una planta con potencial disruptivo

El atractivo de la “supercaña” radica en su extraordinario rendimiento. Mientras la caña de azúcar tradicional produce 58 toneladas por hectárea, las principales variedades de esta nueva caña desarrollada por BRXe alcanzan 181 toneladas por hectárea, con picos de hasta 208 t/ha en condiciones óptimas.

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Además, esta variedad cuenta con mayor resistencia a plagas y sequías, lo que permitiría expandir el cultivo a zonas con menor disponibilidad hídrica. Su altísima capacidad de generación de biomasa la hace ideal no solo para etanol, sino también para la producción de bioplásticos y el abastecimiento de procesos industriales que requieren fuentes de energía renovables.

La apuesta por un megaproyecto bioenergético

El primer paso para la expansión de esta tecnología será la implantación de 70.000 hectáreas de la nueva caña alrededor del Puerto de Açu, Brasil. Este primer módulo productivo, cuando esté completamente operativo, producirá 1.000 millones de litros de etanol por año y 1 millón de toneladas de biomasa.

El financiamiento, liderado por ADIG, representa el mayor respaldo privado que ha recibido un proyecto de biocombustibles en América Latina en los últimos años.

Además, se proyecta un segundo módulo, que incluirá plantaciones en Brasil y una planta de procesamiento en Florida, EE.UU. Para financiar esta etapa, Batista lanzará un token digital ($EIKE) basado en la blockchain de Solana, con el que planea recaudar 100 millones de dólares mediante una oferta inicial de monedas (ICO).

Según los cálculos de los inversores, cada módulo podría alcanzar un EBITDA de 5.900 millones de dólares y un valor de mercado de 63.000 millones de dólares en su madurez.

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Bioplásticos y SAF: más allá del etanol

El impacto de la “supercaña” podría trascender la industria del etanol. Gracias a su alta producción de biomasa y la posibilidad de ser transformada en resinas especiales, esta caña mejorada tiene el potencial de reemplazar plásticos derivados del petróleo, ofreciendo una alternativa sostenible para la fabricación de envases y otros productos.

Además, el SAF (Sustainable Aviation Fuel) es otro de los objetivos estratégicos de la iniciativa. La aerolínea Emirates ya ha mostrado interés en el proyecto, lo que indica que la “supercaña” podría convertirse en una materia prima clave para el futuro del transporte aéreo sostenible.

El interés de ADIG en este proyecto responde, en parte, a la necesidad de Emirates de garantizar un suministro estable de SAF. La posibilidad de producir etanol en grandes volúmenes y convertirlo en combustible de aviación representa una oportunidad única para Latinoamérica de consolidarse como líder global en biocombustibles avanzados.

Nuseed también apuesta a una caña bioenergética

Nuseed también avanza con su propia versión de una caña de azúcar optimizada para bioenergía. En 2023, la empresa adquirió la unidad de genética de GranBio, uno de los gigantes del bioetanol celulósico, y ha destinado 75 millones de reales al desarrollo de una caña con mayor contenido de fibras, ideal para la producción de biocombustibles y biomasa.

La caña bioenergética de Nuseed posee un menor contenido de azúcar, lo que la hace menos atractiva para la producción de azúcar refinada, pero más eficiente en la conversión de biomasa en etanol y otros biocombustibles.

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El futuro de la caña de azúcar: ¿una transformación total?

Con el respaldo de inversores internacionales, una genética mejorada y el impulso global hacia los combustibles renovables, la “supercaña” de BRXe podría marcar un punto de inflexión en la producción de bioetanol y biomasa. Si su implementación se expande como prevé Eike Batista, el modelo tradicional de cultivo de caña de azúcar podría quedar obsoleto en menos de una década.

Al mismo tiempo, la incursión de Nuseed en el desarrollo de cañas bioenergéticas refuerza la idea de que la industria está en plena transformación. La próxima década será decisiva para determinar qué tecnología se impone y cómo evolucionará el mercado de los biocombustibles y los biomateriales.

Lo cierto es que la carrera por la caña de azúcar del futuro ha comenzado. En la próxima década podríamos ver millones de hectáreas replantadas con esta nueva generación de caña, impulsando la transición hacia una economía baja en carbono.

 
 
 

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