En Rondonópolis, una ciudad agrícola del sur de Mato Grosso, el futuro del etanol de maíz ya no se proyecta: se consolida. La región, que desde hace años combina agricultura intensiva con biocombustibles, vive una aceleración que se siente en el campo, en la logística y en la industria. Lo que hasta hace poco era una apuesta creciente, ahora se convierte en estrategia nacional. Y la ciudad, con su infraestructura instalada y su proximidad a la producción de maíz, vuelve a quedar en el centro de la escena.
El impulso no es casual. A comienzos de agosto, el gobierno federal elevó del 27 % al 30 % el corte obligatorio de etanol anhidro en la gasolina, y del 13 % al 15 % el de biodiésel en el gasoil. Estas medidas forman parte de un cronograma regulatorio aprobado por el Consejo Nacional de Política Energética (CNPE), que prevé incrementar ambos porcentajes un punto por año hasta alcanzar E35 (35% bioetanol) y B20 (20 % de biodiésel) en 2030. El impacto de ese ajuste se siente de inmediato: más demanda, más inversión, más capacidad instalada.
La primera gran reacción vino de Cargill, que anunció la ampliación de su capacidad de producción de etanol en su unidad de Cachoeira Dourada, en el estado de Goiás. Ahora, la señal se repite desde el centro productivo del país: Amaggi —una de las principales agroindustrias de América Latina— e Inpasa —líder en producción de etanol de maíz en la región— anunciaron la creación de una empresa conjunta para construir tres nuevas plantas industriales en Mato Grosso.
La primera unidad se ubicará en Rondonópolis, mientras que Campo Novo do Parecis y Querência se están evaluando como sedes para las próximas instalaciones. Estas tres plantas representan una inversión estimada de R$7.500 millones (USD 1.370 millones), basada en proyectos recientes como la planta que Inpasa inauguró en Balsas, Maranhão, con un presupuesto de R$2.500 millones (USD 457 millones).
Además, el plan contempla la posibilidad de construir al menos dos plantas adicionales en otros estados brasileños. Según fuentes cercanas al proyecto, se están considerando municipios en Tocantins, Goiás y São Paulo, aunque aún no hay decisiones tomadas.
Producción a escala, con tecnología y valor agregado
Cada una de las plantas anunciadas por la nueva sociedad tendrá capacidad para procesar 2 millones de toneladas de maíz al año. Bajo parámetros industriales ya probados, esto se traduce en una producción estimada de aproximadamente 1.000 millones de litros de etanol por planta. Además, generarán coproductos clave como aceite de maíz y DDG (grano seco de destilería), utilizado como insumo en la alimentación animal.
En conjunto, las tres plantas podrán aportar hasta 3.000 millones de litros por año, lo que representa un incremento de alrededor del 50 % sobre la capacidad instalada actual de Mato Grosso, estimada en 6.000 millones de litros. Además del impacto en la matriz energética, se proyecta una fuerte dinamización de la economía local con la creación de miles de empleos durante la construcción y operación.
Amaggi e Inpasa: experiencia agrícola e industrial al servicio de la bioenergía
Amaggi, con sede en Cuiabá (capital de Mato Grosso), cuenta con una red de más de 5.000 productores integrados y comercializó más de 18 millones de toneladas de granos en 2024. Su presencia logística y experiencia previa en biocombustibles —a través de una planta de biodiesel en Lucas do Rio Verde— refuerzan su capacidad de ejecución.
Inpasa, en tanto, opera siete plantas de etanol de maíz en Brasil y Paraguay, incluyendo unidades en Mato Grosso, Mato Grosso do Sul y Maranhão. Su trayectoria industrial y tecnológica la posiciona como referente del sector en América Latina. Esta alianza entre ambas compañías integra escala agrícola, infraestructura logística y conocimiento técnico, consolidando un modelo de producción eficiente y replicable.
Una fuente cercana a ambas firmas confirmó que la primera etapa se financiará exclusivamente con recursos propios, sin recurrir a financiamiento externo. Además, se evalúa utilizar biomasa forestal, proveniente de plantaciones de eucalipto gestionadas por Amaggi, para alimentar las calderas de generación térmica en las nuevas instalaciones.
El gigante petrolero que quiere volver al mercado de biocombustibles
Próximos pasos y perspectivas
El acuerdo todavía requiere la aprobación del Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE), la autoridad antimonopolio brasileña. Una vez formalizado, se avanzará con la publicación de los cronogramas de obra, contratos con proveedores y definición de los aspectos técnicos de cada planta.
El modelo productivo incluirá tanto biocombustibles como coproductos industriales, reforzando la integración entre agricultura, energía y transformación industrial.
Un nuevo centro de gravedad para el etanol de maíz
El anuncio de esta empresa conjunta se suma a una ola de nuevos proyectos en el sector. Según estudios recientes, hay al menos 21 plantas de etanol de maíz en construcción o planificación en Brasil, con inversiones que superan los R$23 mil millones (USD 4.200 millones) en capital fijo y otros R$5 mil millones (USD 915 millones) en capital de trabajo.
Si todos estos proyectos se concretan, la capacidad nacional pasará de 8,2 a más de 12 mil millones de litros por año, consolidando al país como potencia mundial en bioenergía.
Esta nueva alianza no es solo una inversión: es una declaración estratégica. Una muestra de que el campo brasileño es el motor de la transición energética global, con tecnología, escala y sostenibilidad como banderas.


