En el corazón de San Pablo, durante el Congreso Latinoamericano de Combustibles Sostenibles de Aviación (SAF), se encendió una chispa que podría marcar un antes y un después en el rumbo del transporte aéreo global. Allí, entre más de 400 asistentes y 100 ponentes de alto nivel, una convicción unió a los expertos: América Latina tiene el potencial para liderar el mundo en combustibles sostenibles de aviación, pero necesita trazar una ruta clara y común para lograrlo.
La cita, organizada por Sustainable Aviation Futures, sirvió de plataforma para analizar oportunidades, desafíos y compromisos concretos. Fue también el espacio donde el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) elevó la voz regional con claridad estratégica.
Las Américas, una potencia dormida del SAF
“Tratamos de representar la voz de la región en torno a la necesidad de tener un solo estándar de sostenibilidad”, explicó Agustín Torroba, especialista en biocombustibles del IICA y secretario ejecutivo de la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO). “Las Américas pueden ser la principal proveedora de materias primas y biocombustibles industrializables para producir SAF. Tenemos todo para ser un hub global de exportación.”
El argumento no es antojadizo. La región cuenta con una abundancia de materias primas sostenibles, experiencia acumulada en la producción de biocombustibles y condiciones climáticas y agrícolas únicas. “Podemos desarrollar esta producción sin comprometer el suministro de alimentos”, aseguró Evandro Gussi, CEO de la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar y la Bioenergía de Brasil, destacando el potencial del etanol de caña y maíz bajo la ruta tecnológica “Alcohol-to-Jet (ATJ)”.
El costo ambiental de haber discriminado a los biocombustibles
Desde Uruguay, Álvaro Lorenzo, gerente general de Alcoholes del Uruguay, subrayó la oportunidad de convertirse en proveedor tanto de insumos como de productos terminados. Mientras que desde Colombia, Carolina Rojas, presidenta de la Federación Colombiana de Biocombustibles, destacó que el país “cumple todos los criterios para ser un jugador relevante a nivel mundial”, gracias a su trayectoria de casi cuatro décadas en biocombustibles líquidos.
La traba: reglas difusas, estándares múltiples
Pero el potencial por sí solo no despega. Requiere una pista clara, y eso hoy falta. Los referentes coincidieron en que la ausencia de reglas claras y armonizadas es el principal cuello de botella.
Víctor Castro, de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina, fue tajante: “Necesitamos regulaciones claras a nivel regional y global. Las inconsistencias actuales complican el desarrollo de negocios a escala.”
Lo mismo apuntó Aida Lorenzo, directora ejecutiva de la Asociación de Combustibles Renovables de Guatemala y campeona climática en bioenergía. Para ella, es crucial una hoja de ruta común que integre producción y uso regional del SAF.
La ciencia como brújula y el IICA como nodo articulador
El consenso también recayó en un punto técnico fundamental: los criterios de sostenibilidad deben estar basados en ciencia y permitir certificaciones verificables a nivel internacional.
“El camino es desarrollar un ecosistema de SAF que alinee estándares y cree confianza entre los actores del sector”, concluyó Torroba.
En ese sentido, el IICA se perfila como una institución clave para articular esfuerzos técnicos, normativos y diplomáticos. Su rol en promover una voz regional unificada fue destacado a lo largo del congreso.
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El futuro de los combustibles sostenibles de aviación vuela bajo el ala de América Latina
Mientras los motores del cambio se encienden, América Latina se perfila como un actor imprescindible para la descarbonización del transporte aéreo global. Tiene las materias primas, el conocimiento técnico y el ímpetu empresarial.
Ahora, el desafío es traducir ese potencial en políticas, inversiones y alianzas que permitan escalar. Porque si algo quedó claro en San Pablo, es que el futuro del SAF podría despegar desde suelo latinoamericano.


