En una votación liderada por el gobierno de derecha de la primera ministra Giorgia Meloni, los miembros del parlamento italiano aprobaron una ley para prohibir la carne cultivada en laboratorio en Italia, en un movimiento destinado a defender las tradiciones italianas.
La legislación, respaldada por una votación de 159-53, detendría cualquier producción, venta o importación de carne cultivada o alimento para animales, con multas de hasta €60.000 por incumplimiento. Esta medida representa una victoria para el ministro de Agricultura de Italia, Francesco Lollobrigida, quien hace un año prometió evitar que los «alimentos sintéticos» llegaran a las mesas en Italia. El respaldo parlamentario a esta nueva ley se produjo en respuesta a una petición organizada por el grupo de presión Coldiretti.
Lollobrigida elogió a los parlamentarios por respaldar la nueva ley, afirmando que «Italia se convierte en el primer país del mundo seguro contra los riesgos sociales y económicos de los alimentos sintéticos». Hasta la fecha, solo dos países, Estados Unidos y Singapur, habían aprobado la carne cultivada para el consumo humano.
La derecha italiana ha convertido los alimentos novedosos en un nuevo frente de la guerra cultural. En palabras del ministro Lollobrigida en la televisión italiana, «Estamos protegiendo nuestra alimentación, nuestro sistema de nutrición, al mantener la relación entre alimentos, tierra y labor humana que hemos disfrutado durante milenios».
Aunque la medida no está en desacuerdo con la legislación europea actual, dado que aún no hay productos en el mercado ni se ha enviado ninguna propuesta a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para su aprobación, esta decisión italiana podría ser impugnada por otros estados miembros de la UE basándose en el acuerdo del «mercado único», que permite la libre circulación de bienes y servicios.
Wolfgang Gelbmann de la EFSA declaró en septiembre que aún no se había enviado ninguna propuesta a la autoridad para su aprobación, ya que en Europa estos productos se consideran alimentos novedosos y requieren una evaluación de seguridad por parte de la EFSA, autorización de los estados miembros y de la Comisión Europea.
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El ministro Lollobrigida no muestra preocupación, ya que cree que la UE «sostiene el principio de que la identidad de los pueblos debe ser preservada».
A pesar de esto, la petición fue condenada por la profesora Elena Cattaneo, destacada especialista en biociencias, quien la calificó como un folleto emotivo de estilo caricaturesco que clasifica los alimentos naturales como buenos y los cultivados como malos, hechos de «células locas en biorreactores».
La ley prohíbe los alimentos sintéticos producidos a partir de células animales sin sacrificar al animal y evita que los productores utilicen términos relacionados con la carne en las etiquetas para describir proteínas de origen vegetal. Los críticos señalan que no hay nada sintético en la carne cultivada en laboratorio, ya que se crea mediante el cultivo de células naturales sin modificación genética.
Esta decisión también representa un revés para los grupos de bienestar animal, quienes han destacado la carne cultivada en laboratorio como una solución para proteger el medio ambiente contra las emisiones de carbono.